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Horacio Cartes o la pesadilla de los impolutos

Los “chicos buenos” de las ONG de Paraguay tienen una nueva pesadilla, se llama Horacio Cartes
Luis Agüero Wagner
viernes, 20 de julio de 2012, 07:02 h (CET)
Los  autoproclamados impolutos de la sociedad paraguaya, en su mayoría “chicos buenos” de las ONG que alegan razones altruistas para captar millonarias sumas del exterior que por lo general terminan en el bolsillo propio, tienen a una nueva pesadilla.  Es el candidato colorado Horacio Cartes, la pesadilla de los impolutos.

Horacio Manuel Cartes Jara es descendiente de un vicepresidente del Paraguay, Juan Antonio Jara, periodista y comerciante educado en Paris, quien acompañó al general Bernardino Caballero en la VicePresidencia de la República para el periodo 1882-1886. Este antepasado del actual candidato de Honor Colorado también ocupó la titularidad de varias secretarías de Estado (Relaciones Exteriores, Justicia, Culto e Instrucción Pública y Hacienda),y también fue fundador de uno de los partidos históricos y tradicionales del Paraguay.

Juan Antonio Jara se casó con Marcelina Martínez, y su hijo Tomás Antonio Jara Martínez se casó con Dalmacia Lafuente.  De ese matrimonio nacio Elva Jara Lafuente, quien se casó con Ramón Telmo Cartes Lind, siendo ambos los padres de Horacio Manuel Cartes Jara.   El hermano de Elva, Germán Jara Lafuente, se casó con Avelli, siendo hijo de ese matrimonio Arturo Jara Avelli. Horacio Cartes, hijo y nieto de empresarios con fortuna,  nació en Asunción, el 5 de julio de 1956. Hizo estudios en los colegios Goethe, Internacional y Cristo Rey, de Asunción y se dedicó con éxito  a diversos rubros empresariales, como industrias tabacaleras, gaseosas y cerveceras, entidades cambiarias y bancarias, agroindustrias y ganadería.

Desde su aparición en el escenario político, sus principales adversarios han sido los impolutos chicos buenos de las ONG, eternos vividores de embajadas extranjeras que se eligen a sí mismos, y con tan débil respaldo popular, usurpan el cartel de “sociedad civil”.

El requisito para ser impoluto, piensan estos, es obtener financiamiento internacional para campañas antinacionales, y aliarse con gobiernos extranjeros.

A pesar de todas las campañas que han emprendido, y para la cual como eternos malversadores de fondos no tienen autoridad moral, solo han logrado que el principal líder de su cofradía lastime la susceptibilidad nacionalista de los paraguayos y pierda popularidad con ellas.

La aprobación de la destitución de Fernando Lugo, que a él nos referimos ahora como ex presidente de Paraguay, va en aumento según indican los últimos sondeos.  De 56 por ciento subió a 62 por ciento, según una encuestadora internacional. Según  los mismos sondeos, apenas un exiguo 15 por ciento considera que se trató de un "golpe de estado".
Un alto porcentaje opina que la necesidad de removerlo obedecía  a la incapacidad de Lugo para gobernar.

Las noticias también indican que Lugo deberá responder ante la justicia por lo que ésta considera un  fallido intento de golpe de estado, incentivado por cancilleres extranjeros, con el cual quiso evitar su destitución.

Todo parece indicar que los impolutos no son muy populares en Paraguay, o al menos quienes dicen serlo no lo son.  Y ello explica el permanente ascenso de Horacio Cartes, la pesadilla de los impolutos.

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