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El legado espiritual y las aportaciones al campo del conocimiento, especialmente científico son importantes. De Hipatia, Sócrates Escolástico dejó dicho que alcanzó tal nivel de cultura que sobrepasó a todos los filósofos de su tiempo. Heredera del neoplatonismo de Plotino, transmitía su conocimiento con generosidad, atrayendo a estudiantes desde todos los rincones del mundo conocido que acudían a Alejandría en busca de sus enseñanzas.
Muchos cedieron y abrazaron el cristianismo pero otros, como Hipatia, se negaron con firmeza. Ni siquiera los consejos de Orestes, su antiguo alumno y prefecto de Egipto, lograron persuadirla, y eso que el cristianismo predicaba la paz entre los hombres.
Hipatia nos aparece como la última luz de Alejandría. Sobre el mármol helénico y bajo el fulgor del sol egipcio, se alzó Hipatia, una mujer singular que, como un faro en la tormenta, iluminó la transición tumultuosa entre el paganismo y el cristianismo. Era hija del matemático Teón, quien no solo le transmitió el arte de medir las estrellas, sino también el talante metódico y la capacidad para cuestionarlo todo.
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