¿Tiene algo que hacer el Madrid
en la Liga? ¿Es posible alcanzar al Barça de Tito Vilanova? ¿A qué juega el
equipo de Mourinho? Los ocho puntos de diferencia que separan a los dos colosos
de nuestro fútbol y las dudas que genera el juego desplegado por el equipo de
blanco -o verde Guardia Civil- ha despertado el pesimismo en las barras de bar
y activado a la prensa oportunista. Los chascarrillos y panfletos comentan
que los madridistas han puesto el punto de mira en conquistar la ‘décima’ Copa
de Europa, descansar cada ‘finde’ y currar entresemana al son de los acordes de
la ‘Champions’. No sería mala opción si te garantizasen tan preciado trofeo
pero la realidad es algo distinta. Es obvio que el Madrid no está bien.
Jugadores y entrenador no han estado a la altura -olvidemos vuelta Supercopa-
en este primer mes de competición.
Hacer autocrítica y lavar los
trapos sucios en casa son la mejor opción ante conatos de crisis. El tiempo nos
dirá si la preparación física ha sido la adecuada -seguro que sí- o el porqué
del berrinche de Cristiano Ronaldo. Lo que sí podemos aseverar con rotundidad
es que el equipo tiene un problema por alto -sobre todo Casillas- y que
Mourinho no ha transmitido las órdenes adecuadas para romper defensas cerradas.
Los ataques en estático del Madrid son lentos, previsibles y cada jugada se
encomienda al talento individual. Por si fuera poco el repliegue defensivo
blanco es una mina para el rival. Con tantos jugadores por delante de la pelota
cada pérdida en ataque significa peligro. El bache que está pasando el
vigente campeón es de grandes dimensiones, pero al fin y al cabo, un bache. Una
piedra que se sobrepasará más pronto que tarde. La cuestión radica en el margen de maniobra disponible en la Liga -volveremos a hablar de la liga escocesa- pero no en la Champions. Ahí
llega el City, cargado de millones para intentar hurgar en una herida que puede
convertirse en una gran hemorragia si los de Mancini consiguen rascar algo más
de lo que pretenden. Sin embargo es muy probable que esta noche volvamos a ver
a ese Madrid de la Supercopa. Una manada de bisontes desbocados en busca de la
portería contraria. Sin duda, es la esperanza de Mourinho.
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