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La risa del conejo

Dícese “risa del conejo” a la mueca de horror del conejo moribundo. La que se le va a quedar a usted, vaya
Ángel Ruiz Cediel
miércoles, 19 de septiembre de 2012, 06:55 h (CET)
Esperanza Aguirre, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, dimite, y hay quien apunta que por causa de la que se viene encima, en cuya orgía no quiere estar ni cerca. El rescate financiero de España es un hecho ya programado hace tiempo (meses, oiga), y todo aquello que decía el gobierno y sus criaturas cuando aplicaron las anteriores medidas –que tanto han amiseriado este país y que comenzaron con la cesión de soberanía que supone el Artículo 135 de la Constitución- son nada más que mentiras porque los plazos, los modos y las escalas ya estaban establecidos. Lo que decía en mi columna de ayer –desatendida en su publicación por su contenido por algunos medios-: La del palo y la zanahoria: paso a paso camina el burro a fuerza de falsa esperanza.

Las filtraciones de los monaguillos del poder sobre lo que nos están preparando ya, son secretos a voces. Imposible acallar por mucho tiempo semejante atrocidad, aunque algo hay en ello de que la gente se vaya acostumbrando al dolor y no le agarre la situación inopinadamente. Sube el IVA –otra vez-, y mucho; suben los costos de sanidad para todos y se hacen imposibles para inmigrantes y no cotizantes; se va privatizar hasta el aire que se respira, amén de todo lo que dé un real de beneficio; suben las tasas académicas, dando la impresión de que quieren una ciudadanía pobre y obediente (el hambre genera mucha obediencia); suben los productos básicos un buen escalón; suben los recibos de agua, luz y gas; suben las tasas municipales y los impuestos contributivos (menos a ricos, SICAVs y políticos); se recortan las administraciones hasta puede ser que en casi un millón de almas entre directos e indirectos –puestos políticos y de políticos ni uno, oiga usted, y tampoco de policías y tal-; se recortan las pensiones en una buena porción; se recortan derechos civiles; se hacen privadas casi todas las vías públicas nacionales, siendo preciso a partir de entonces pagar peaje para usarlas; bajan los salarios mínimos, y no poco, rumoreándose que casi un 30%; y en fin, se aumentan las regalías y cesiones de soberanía de eso que llaman la “marca” España, ya que país, lo que se dice país, no lo va a ser más, y ello quedará consagrado en nuevas reformas constitucionales.

Vamos a ir todos embellecidos con una risa de conejo que para qué cuento. Todo sea que se parezca de tal modo a la de estas mansas bestezuelas que nos cocinen con arroz o nos devoren al ajillo. Fíese usted. A finales de mes, la primera parte de la parte contratante, que diría Groucho; pero hay una segunda parte de la primera parte contratante, y una tercera y una cuarta… Me llevo todo un alegrón cuando en alguna de esas tertulias de voceros de las posturas oficiales que difunden el pensamiento único, ciertos opinadores ponen cara de buenos chicos para comprender que estas dolorosas medidas son imprescindibles, a veces argumentando que “vivíamos por encima de nuestras posibilidades.” Buena gente donde la haya, oiga. Buena. No hay más que ver que en todos los países donde han aplicado este tipo de medidas de “corrección”, como Irlanda, Portugal y Grecia, están a partir un piñón y viven entregados al lujo y la molicie. Lo mismito, ya lo ve, que si les hubieran salvado los EEUU y la OTAN, apoyados por excelsas coaliciones internacionales, de monstruos sadamitas o de fundamentalistas islámicos: como Iraq o Afganistán o así. Todo lujo y desenfreno. Pero, por contra, todo van a ser ventajas, pues ya no se tendrá que ir a hacer caridad al Tercer Mundo o entregar sus dineros –el que los tenga- a asociaciones sospechosas de hacer turismo-caridad, porque va a tener cada cual sus santos lugares, todos los del ámbito que ocupa esa “marca” España cuajadito de desesperados dispuestos a cualquier reverencia y sonrisa del conejo por un mendrugo. Y será que no son poco agradecidos los jodidos pobres. Se va a encontrar como en la gloria, si es de los que no le llega la miseria expres en esta andanada. Tenga paciencia, porque la segunda está en trámite y le llegará el turno: fijo, oiga usted.

Pues así está la cosa, ya lo ve. Ya imagino que estas cuestiones no dan gustirrinín publicarlas, y se mete la tijera de la censura que no existe y entra uno en la lista negra de autores malditos que tampoco existe. Nada nuevo. Me sucedió con “Sangre Azul (El Club)” hace algunos años, cuando ya les advertía en aquel entonces de cuál era la jugada y les dibujaba este paraíso al que ya estamos llegando tan impepinablemente como advertía. Fíense de la Virgen y no corran, que ya van a ver la risa del conejo que les dibujan. Naturalmente, no faltará quién de todos esos opinadores del pensamiento único diga que todo esto es por nuestro bien, que quien mucho nos quiere nos hará llorar y todo eso, al tiempo. Sin embargo, no olviden por si acaso que hay amores que matan, y no se pierdan de vista lo bien que les va a todos los demás que han sido “ayudados”. “Que Dios nos proteja de los salvadores”, decíamos por allá cuando entonces, cuando Franco, y, ¡ojo!, que estos le están haciendo bueno. Ya le digo, y no hay mácula de nostalgia alguna en quien nunca estuvo ni siquiera cerca de ello.

Y, bueno, es lo que decía ayer en el artículo que no pudieron leer: no pasa nada porque no pasa nada. Pero, ¡ay, si pasara algo cómo cambiaría este escenario!... Pero no pasa, no, sino que los poderes saben que a la gente lo que le gusta es blandir banderitas de papel si va una “personalidad o personaje”, si es que no desfogarse en internet en foros sin consecuencias, y listo: todos a pagar y tan ricamente. La vida sigue igual, que diría aquél cantante que tuvo tanta visión del negocio que se fue a defender no sé si la “marca” España allá donde mejor calienta el sol, pero lejos, por si acaso. Eso es tener visión de la jugada. Tal está la cosa que diremos en breve de nuestros emigrantes, “¡qué suerte habéis tenido!, y lo haremos con la risa del conejo ensñoreándose de nuestros semblantes. Uno ve cómo están los griegos, vendiendo islas, territorio nacional y alquilando policías a cualquiera que pague lo bastante mientras los ciudadanos han pasado del tiroliro al ayayay, y cómo nuestros hermanos portugueses se la pasan lamentándose a fados de su siniestro destino, y enseguida comprende por qué vamos a estar todos en unos días más entre el cante jondo y el baile de san Vito para que no decaiga la fiesta. Lo que nos queda por ver de aquí en más es cosa de dos rombos, como poco. Toda una orgía, ya lo verá. Que los apocalípticos tenían razón, no hay más que considerarlo con cierta frialdad: si estos no son demonios, ya me dirán, porque hay que ver lo que disfrutan. No me extraña, así la cosa, que quien pueda dar el salto de la política y ponerse a salvo de las pedradas, que lo haga en cuanto le es posible y que se busque un buen bunker, porque están por desatarse los vientos de las cuatro esquinas de la Tierra.

Pero no pasa nada porque no pasa nada. Quiero, decir, claro, que nadie moverá un dedo y todo seguirá, en consecuencia, su derrota –nunca mejor dicho- hacia el abismo infernal. Y caerá por él la “marca” España, que es como la marca “Diamante”, ideal para montarse una paella -o paellos- de conejos sonrientes. Se van a poner como el Quico, oiga. De momento, ya están preparando las verdades y ensayando los gestitos de pena para este meneo que van a meter a los ciudadanos de la "marca" España. Verá lo que es cachondeo del bueno, prepárese.

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