Los procesos quirúrgicos se complican con infecciones graves entre un 2 y un 20% de los casos, dependiendo del tipo de cirugía y de las condiciones de base del enfermo. Sin embargo, la infección post-quirúrgica puede reducirse de manera sustancial mediante la aplicación sistemática de técnicas y procedimientos. Con el objetivo de analizar este problema y plantear las mejores soluciones, la Fundación de Ciencias de la Salud ha organizado, con la colaboración de GSK, la jornada ‘Controversias éticas, la infección tras cirugía: ¿consecuencia inevitable o accidente a prevenir?’.
El presidente de la Fundación de Ciencias de la Salud (FCS), el profesor Diego Gracia, ha instado durante su intervención a implantar políticas muy estrictas para reducir al mínimo las infecciones quirúrgicas y establecer criterios de gestión para atenderlas: “Todo esto tiene que ver con la estrategia de comunicación de efectos adversos, hoy de gran actualidad, que se conoce con el nombre de ‘seguridad del paciente’. Es un enfoque nuevo, que aún está en vías de implementación en muchos centros”.
Uno de los problemas para definir nuevas estrategias, según los expertos, se centra en la dificultad de disponer de sistemas de vigilancia que tengan en cuenta todos los elementos de riesgo de infección que no dependen de la calidad de la atención recibida, y son debidos a las características del paciente, tal como su edad, y su estado de salud previo, y que en ocasiones son responsabilidad del propio paciente (el tabaquismo, la obesidad,…). Un método más ajustado de comparación del riesgo de infección serviría, a su vez, para cuantificar las dimensiones de las reclamaciones y su coste en el sistema sanitario. “El paciente tendría más elementos para elegir dónde y quién le opera y la
publicación de todo esto incidiría en que las instituciones fuesen más conscientes de la necesidad de vigilar estos criterios y de tener un seguimiento”, ha explicado el patrono de la Fundación de Ciencias de la Salud, el doctor Emilio Bouza, quien ha defendido que la exposición pública de las listas de tasas de infección de los cirujanos plantea problemas de ética: “El honor del cirujano se vulnera algunas veces con la exposición de sus tasas de infección”.
Por su parte, el doctor Ángel Asensio, jefe de Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Puerta de Hierro-Majadahonda, ha asegurado que trabajar con personal externo al servicio, entrenado en la vigilancia epidemiológica para aplicar los criterios de las definiciones estandarizadas es clave para determinar la calidad de la medición. “No existe el riesgo cero, pero si se pusieran todas las medidas conocidas en práctica el riesgo de infección podría reducirse”, ha apuntado el doctor Asensio.
La tecnología diagnóstica, de gran importancia en la prevención y tratamiento
La tecnología diagnóstica permite confirmar o excluir patógenos claves por su importancia o multirresistenca. La rapidez de la respuesta de este tipo de tecnología, que puede oscilar entre una y cuatro horas, permite instaurar medidas profilácticas de gran importancia en la prevención y tratamiento de la infección post-quirúrgica. Esta respuesta rápida posibilita, a su vez, ajustar los tratamientos dirigidos, tal y como ha indicado la doctora Patricia Muñoz, jefe de Sección del Sistema de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid durante su intervención.
“El mayor reto es establecer estrategias unificadas entre el laboratorio y la clínica, de manera que un resultado proporcionado por el laboratorio a las 12 de la noche se asocie inmediatamente con un ajuste en el manejo del paciente. Sabemos que el retraso en la optimización del tratamiento se correlaciona con un empeoramiento lineal del pronóstico”, ha advertido la doctora Muñoz.
A nivel tecnológico, se requiere disponer de plataformas de uso sencillo que permitan su empleo, por ejemplo, a pie de cama, y trabajar con técnicas que incluyan un mayor número de patógenos multirresistentes.
El uso de nuevas tecnologías, la aplicación de medidas prevención, el uso profiláctico de los antimicrobianos, las mejoras en la preparación de los pacientes y en la intervención quirúrgica han disminuido la tasa de infección tras la cirugía. Sin embargo, “cada vez estamos operando a una población con más riesgo y más anciana y, por tanto, hay una parte que es difícilmente evitable”, ha señalado el patrono de la Fundación de Ciencias de la Salud, y Director de la Jornada, el doctor Emilio Bouza.
El estado de salud, la edad del paciente y el procedimiento quirúrgico determinan el riesgo de la aparición de infecciones tras la operación. Además, el aumento de la población de riesgo que puede ahora optar por la operación gracias a los avances quirúrgicos requiere revisar la forma de establecer la tasa de infección.
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