MADRID, 18 (OTR/PRESS) Ahora que se ha abierto el debate sobre si abandonar o no X, podría abrirse también, como espacio anexo de reflexión, el de la conveniencia o no de abandonar de paso todas, absolutamente todas, las redes sociales, a menos que se considere que la causa de la salud mental está irremediablemente perdida. Con ser cierto que la tal X, antes Twitter, se ha convertido en manos de Elon Musk en un infecto muladar, tampoco puede perderse de vista la circunstancia de que todas esas redes invisibles visibilizan la estupidez humana hasta nublar la percepción de cuanto aún conserva de amable y benéfico la vida de relación y aun la propia humanidad. Una simple visita al diccionario advierte de lo que significa, de lo que es, una red, cualquier red: un aparejo convenientemente dispuesto para pescar, cazar, cercar, sujetar, atrapar... Pues eso. Toda la vida hubo redes sociales, las familiares, las de vecindario, las del trabajo, las de las amistades, las de apoyo mutuo, las deportivas, las de la cultura, las tejidas por las afinidades de cualquier tipo, pero las nacidas de internet no proporcionan lo que éstas, conexión con los otros y saludable despegue de uno mismo, sino todo lo contrario, soledad. Y la soledad, sobre todo aquella rodeada de ruido y llena de gente sin contornos, es, como se sabe, una cosa muy mala. Se debate si abandonar o no X, esa charca inmunda, y en tanto hay quienes tienen muy claro que sí y van cancelando su relación con ella, otros, en cambio, defienden la idea de que se debe dar la batalla al cretinismo, al odio, a la barbarie, a la toxicidad, en su terreno, es decir, en campo enemigo, cada vez más enemigo por cierto. A unos y otros les une el hecho de que estaban atrapados en esa red que, encima, les volvió adictos a ella, que los pescó, si bien los primeros se revuelven hoy felizmente contra el lazo como el pajarillo atrapado en él que lucha por su libertad. Nada se les ha perdido en X, y quieren perderla de vista antes de seguir perdiendo el tiempo y de acabar perdiendo la razón. Y pues se ha abierto el debate merced al mefítico flujo de mierda que vierte esa red, ¿por qué no seguir abriéndolo sobre la pertinencia o no de continuar dejándose atrapar por esos estólidos aparejos de internet?
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