Hace 110 años empezó a comercializarse en San Sebastián un jabón sólido "de toda la vida" bajo el nombre de Lagarto, un producto que perdura en la actualidad y que se ha convertido en el más icónico de esta marca, cuya extraña denominación "salvó" literalmente hace unos años a la compañía Euroquímica, encargada de fabricar desde los años 90 todos los productos líquidos de la enseña desde Illescas (Toledo).
La fábrica de Illescas nació en 1974 como Euroquímica y distintas razones llevaron a su dueño, Francisco Moreno, a la adquisición del centro de producción de jabón Lagarto que había en Zaragoza desde 1971 y, con ella, la de la propia marca Lagarto, que desde entonces entró a ser parte de una compañía castellanomanchega.
Así lo explica en una entrevista con Europa Press el director general de Euroquímica, Sergio Talavera, quien admite que tras una serie de incidencias provocadas por el fallecimiento repentino de Moreno, y una gestión posterior que no fue quizás "la más adecuada", la compañía afrontó un proceso de reestructuración "muy drástico, muy complejo desde el punto de vista financiero", que está ya culminando y en el que la palabra Lagarto ha tenido mucho que ver.
"Hemos salvado la compañía gracias a una marca como Lagarto, probablemente si hubiéramos tenido otra no estaríamos hablando" ahora, reconoce Talavera, que asegura que, pese a los avatares pasados, "el futuro es prometedor", e incluye un plan de expansión a cinco años que supera los 30 millones de euros de facturación y la ampliación de la gama actual de productos, compuesta por más de 60 referencias distintas.
De esos productos "novedosos" no quiere adelantar nada porque "nos lo podrían copiar", subraya sensato. Una reticencia que responde al hecho de que Lagarto es una "compañía modesta, pequeña" que "lucha contra grandes multinacionales" y marcas "muy potentes", en un mercado "muy complejo, muy competitivo, donde hay muchísimos operadores" y en el que tiene que "pelear" para hacerse un hueco, con el esfuerzo, remarca, de todos sus trabajadores.
Según sus datos, Lagarto "es una marca conocida por el 95% de los consumidores", y aunque el famoso jabón --la pastilla con las letras rojas en mayúsculas-- y el detergente en polvo se fabrican en Zaragoza, la fábrica de Illescas se ha apuntado el mérito de elaborar la versión líquida del jabón sólido de toda la vida, y el jabón en pasta, un producto "más moderno" y de los últimos en integrar su catálogo, que "es el mejor quitamanchas que existe en este momento en el mercado", asegura.
En 20.000 metros cuadrados, de los que 10.000 están ocupados por las instalaciones, unos 45 trabajadores --de los 80 que integran la compañía-- fabrican aproximadamente unos 15 millones de unidades de litros al año.
Litros que rellenan envases de fregasuelos, lavavajillas a mano, amoníaco, detergentes líquidos o lejías en distintos formatos o en garrafas de 5, 10 y 25 litros para el mercado industrial, que se suman a, por ejemplo, "la única maleta ecológica en el mercado" de detergente en polvo, que cuenta con el certificado Ecolabel.
250.000 ENVASES DIARIOS
Desde la sección de fórmulas, donde se diluyen amoníacos y lejías, y la planta de transformación en continuo, los productos se llenan directamente, tal y como explica el responsable de fábrica, Iván Albarrán. Las instalaciones de Illescas tienen una capacidad de almacenaje de materia terminada ya para envasar cercana a los dos millones de kilos y un stock de materia prima de entre 540 y 600 toneladas, habiendo vendido este año unos 13 millones de kilos.
La materia llega a la sección de fórmulas, se transforma, y cuando obtiene el visto bueno, bien por bombas o bien por impulsión o diferencia de presión llega a las líneas directamente. "Tenemos ramas de tuberías con bombas conectadas a los depósitos de las llenadoras y, según van demandando en línea, van impulsando desde aquí a la línea", desde donde posteriormente se hace el llenado, el taponado, el etiquetado y el encajonado.
"Desde que el producto sale de aquí hasta que llega al muelle no se toca absolutamente nada", detalla Albarrán, que aclara que el proceso continúa con un tren que lleva los productos al almacén, donde la enfajadora lo enfarda y un ascensor lo sube a la calle que corresponde y lo deja en stock. La demanda diaria está en torno a los 250.000 envases, aunque hay "momentos puntuales" en los que se ha superado esa cifra.
La fábrica illescana --como ocurre con la de Zaragoza-- cuenta con un laboratorio propio, en el que una parte del personal está dedicado "exclusivamente" al desarrollo de productos nuevos y otra se encarga del control de calidad, algo que se hace "desde el origen, desde las materias primas", y buscando que el resultado final sea el correcto, también a nivel de materiales auxiliares tales como embalajes, envases y etiquetas o en el control de color.
MERCADO EXTERIOR
Lagarto tiene presencia actualmente en más de 15 países, siendo la zona de África, con Marruecos a la cabeza, donde se sitúa el mayor porcentaje de exportación, así como Latinoamérica, Asia y Europa, como expresa el director comercial, Juan Pablo Sampol, quien, como curiosidad, menciona el caso de China, un país al que no imaginaban que Lagarto pudiera llegar y donde son "una marca muy querida".
La exportación supone en torno al 20 por ciento de la facturación anual total, cifra que confían en mantener. "De nada nos vale el crecer un 80 por ciento en exportación si aquí en España la marca Lagarto se apaga", añade, convencido de que hay que "potenciar nuestra marca desde dentro hacia afuera".
En el exterior, Lagarto utiliza "los mismos formatos, el mismo producto con las mismas fórmulas, los textos en las etiquetas de los productos los adecuamos dependiendo de a qué país vaya, aunque ya van en varios idiomas para que puedan utilizar la misma etiqueta para varios países, pero son exactamente los mismos productos, productos españoles".
DISEÑO
Desde 1914, el reptil enseña y nombre de la marca --cuyo origen está en los primeros trabajadores de la fábrica de San Sebastián que no creían en las posibilidades de la maquinaria original para realizar el producto y clamaban '¡Lagarto!, ¡lagarto!' con desconfianza, hasta que vieron el resultado final--, ha sufrido "muchísimas modificaciones" a nivel de diseño, llegando incluso a desaparecer del logotipo, que volvió a recuperar su presencia en 2020.
Por el contrario, como explica Sergio Talavera, el rojo de las letras --que se eligió para sugerir "felicidad"--, se ha mantenido invariable desde 1914, aunque hay una gama de productos concreta, "más natural y sensible con las necesidades del consumidor", en la que esas letras se dibujan en color verde.
"Al final, pretendemos transmitir una marca con muchos valores tradicionales, pero con productos de alta calidad, competitividad y buen precio, que es, por lo menos, lo que nos reconocen nuestros consumidores", subraya Talavera. "Nosotros nos sentimos muy orgullosos del jabón Lagarto", concluye, convencido de que, sin duda, "la marca es el leitmotiv" de la compañía.
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