La Franja de Gaza, un territorio de unos 360 kilómetros cuadrados entre Israel, Egipto y el mar Mediterráneo en el que viven más de dos millones de personas, conforma junto a Cisjordania --incluido Jerusalén Este-- los Territorios Palestinos Ocupados, que los palestinos esperan que formen el Estado de Palestina en caso de que se materialice la solución de dos Estados. El territorio estuvo en manos del Imperio Otomano desde el siglo XVI hasta 1917, cuando pasó a manos británicas a causa de la partición del imperio después de la Primera Guerra Mundial, quedando encuadrado entre 1920 y 1948 en el Mandato de Palestina, controlado por Londres. El mandato colonial británico llegó a su fin en 1948, cuando se creó con respaldo de Naciones Unidas el Estado de Israel en el marco de un plan de partición de Palestina, lo que desató una guerra entre el nuevo país y varios de sus vecinos de la región que provocó la huida y expulsión de decenas de miles de palestinos hacia Gaza, donde la mayoría de la población son refugiados. Tras el conflicto, el acuerdo de armisticio entre Israel y Egipto estableció la que supone la frontera entre la Franja de Israel, quedando durante dos décadas bajo gobierno militar egipcio, una etapa en la que además surgió la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), que sigue manteniendo a día de hoy programas de apoyo a los refugiados en Gaza, Cisjordania y los países de la región. Sin embargo, el estallido de la Guerra de los Seis Días en 1967 permitió a Israel hacerse con Gaza y ocupar Cisjordania y Jerusalén Este, áreas que mantiene bajo su control pese al rechazo internacional, lo que llevó a las autoridades a iniciar el levantamiento de asentamientos en el territorio, a donde empezó a trasladar población para reforzar su dominio de la zona. El enclave fue en 1987 escenario de la Primera Intifada, conocida como 'revuelta de las piedras', en una muestra del descontento de la población con la prolongada ocupación y la falta de un horizonte político desatada tras la muerte de cuatro palestinos tras ser atropellados por un camión israelí en el campamento de refugiados de Yabalia (norte). Al hilo de la misma surgió el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), que vio la luz ese mismo año como rama de Hermanos Musulmanes en Gaza, convirtiéndose en un rival político de peso para Al Fatá, entonces encabezado por Yasir Arafat, lo que incrementó además las tensiones intrapalestinas, hecho que quedaría reflejado en la división administrativa y territorial de 2007. Gaza fue además uno de los lugares icónicos del proceso de paz, dado que los Acuerdos de Oslo de 1993, alcanzados tras seis años de intifada, derivaron en la vuelta de Arafat, histórico líder palestino, al enclave como parte de un control limitado entregado a los palestinos en parte de los territorios, algo que posteriormente no se materializó en toda su extensión.
INTIFADA Y OFENSIVAS ISRAELÍES
La falta de progresos en el plano político derivó en la Segunda Intifada en el año 2000, marcada por un drástico aumento de la violencia, dando el pistoletazo de salida a años de tensiones que desembocaron en 2005 en el 'Plan de Desconexión', impulsado por el entonces primer ministro israelí Ariel Sharon y que supuso la retirada unilateral de Israel de la Franja y el desmantelamiento de los asentamientos. Apenas un año después, Hamás se hizo con la victoria en las elecciones parlamentarias, imponiéndose a Al Fatá, lo que, sumado a la negativa de Estados Unidos e Israel a reconocer la victoria del grupo islamista, derivó en unos enfrentamientos internos que terminaron con la formación al frente de Gaza y la organización liderada por Mahmud Abbas al frente de Cisjordania. En respuesta, Israel impuso un duro bloqueo contra el territorio, respaldado por Egipto al otro lado de la frontera, empeorando drásticamente la calidad de vida de millones de personas y llevando a que la Franja fuera conocida como la mayor cárcel al aire libre del mundo debido al estricto control israelí de Gaza, totalmente vallada y rodeada por un perímetro de seguridad. Israel lanzó posteriormente varias ofensivas contra Gaza --2008-2009, 2012, 2014 y 2021-- argumentando que actuaba para hacer frente a la amenaza de Hamás y otros grupos armados palestinos, que el 7 de octubre de 2023 lanzaron un ataque sin precedentes contra territorio israelí que dejó unos 1.200 muertos y cerca de 250 secuestrados. La respuesta militar israelí, que se extendió durante más de 15 meses y que amenazó con una guerra a gran escala en la región, ha dejado más de 47.500 palestinos muertos hasta que a mediados de enero se alcanzó un alto el fuego, aún en vigor, que contempla una liberación de rehenes, la retirada de tropas de Israel y la reconstrucción del enclave. La escala de la ofensiva israelí y las acciones perpetradas durante la misma llevaron incluso al Tribunal Penal Internacional (TPI) a emitir órdenes de arresto contra el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y su exministro de Defensa Yoav Gallant por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad. Además, ha hundido al enclave en una profunda crisis humanitaria, ahondada por la destrucción de infraestructura crítica por los ataques israelíes y del tejido económico y social de la Franja, por lo que ahora serían necesarios enormes esfuerzos para lograr que los más de dos millones de gazatíes reconstruyan de alguna forma sus vidas.
FUTURO POLÍTICO DEL ENCLAVE
Por contra, uno de los puntos clave que por ahora no han sido abordados son el futuro político del enclave, después de que Israel haya dicho en numerosas ocasiones que no permitirá que vuelva a estar en manos de Hamás, un grupo que ya se ha mostrado abierto a otras opciones, siempre y cuando el enclave siga controlado por palestinos. Las conversaciones en torno al futuro de Gaza pasan por los llamamientos generalizados en la comunidad internacional a favor de impulsar la solución de dos Estados --que supondría la creación de un Estado palestino en las fronteras de 1967, con Jerusalén Este como capital--, si bien esta vía cuenta con el rechazo del actual Gobierno israelí, integrado por ultraderechistas y ultraortodoxos. De hecho, durante los últimos meses han aumentado las voces en el seno del Ejecutivo israelí que apuestan por ocupar militarmente Gaza y volver a levantar asentamientos en el enclave, a pesar de que ambas cosas irían frontalmente contra el Derecho Internacional y en medio de advertencias sobre el impacto negativo sobre la estabilidad en la región. En este contexto, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha planteado en las primeras semanas tras su vuelta a la Casa Blanca varias posibilidades que pasan por el desplazamiento de población de Gaza e incluso que el enclave quede bajo control de Washington, algo condenado por las autoridades palestinas y por Hamás. Trump ha sostenido que países como Egipto y Jordania deberían acoger a más de 1,5 millones de palestinos de forma indefinida mientras se reconstruye el enclave --escenario de una enorme destrucción por la ofensiva israelí--, lo que ya ha sido rechazado por El Cairo y Amán, entre un coro de voces que apuntan a que esta práctica supondría además un acto de limpieza étnica. Pese a ello, ha dado un paso más y ha afirmado que Estados Unidos "se hará cargo" de la Franja de Gaza "a largo plazo", lo que rompería totalmente con el consenso internacional. Ya en su primer mandato presentó el llamado 'acuerdo del siglo' para intentar resolver el conflicto, recibido con una rotunda negativa por los palestinos.
|