MADRID, 8 (OTR/PRESS)Los dirigentes de la extrema derecha europea, los mismos que van ganando peligrosas cotas de poder en sus países y en el Parlamento de Estrasburgo, se han dado cita en Madrid, invitados por Abascal. El dirigente de VOX, que ha recibido con efusivos abrazos al "mejor amigo de Trump en Europa", el ultra Viktor Orban, primer ministro de Hungría, a Marine Le Pen y al italiano Salvini, consigue así hacer pasar a segundo plano la crisis interna de su partido. Sus "ilustres invitados", que se han reunido en un lujoso hotel de Madrid, tienen también vergonzosos incidentes que intentan pasar al olvido o incluso de los que se sienten orgullosos. Orban, sin ir más lejos, está obligando a su país a pagar un multa diaria de un millón de euros por infringir las normas comunitarias de asilo. Marine Le Pen, sigue a la espera de la sentencia sobre las acusaciones de corrupción que le impedirían presentarse a la presidencia de Francia y, que decir de Mateo Salvini, quien, siendo ministro de Interior en Italia, prohibió el desembarco de una nave con ciento cuarenta y siete migrantes, con veintisiete niños a bordo. Algunos adultos, desesperados, se acabaron arrojando al agua. Estos son los invitados de Abascal que, el viernes a la noche, salieron a tomar vinos por Madrid, para celebrar su cumbre y su pretensión de "reconquistar" Europa y hacerla, como Trump con Estados Unidos, grande. Para ello, pretenden luchar contra la inmigración, los "menas", y las "mentiras del cambio climático". Pero, sobre todo, la cita con estos personajes sirve de consuelo a Abascal de su frustración en Washington. Tras ser el único político español invitado a la toma de posesión de Trump, no consiguió ni acercarse a él ni lograr la foto del apretón de manos. Resulta chocante y vanidoso pensar que aspirara a tener un papel más relevante cuanto que Trump piensa que España es un país "brics". Mientras, sus antiguos compañeros de partido, Macarena Olona, Rocio Monasterio, Ivan Espinosa de los Monteros, o Juan Garcia Gallardo, ex vicepresidente de Castilla-León, y varios más, hablan de actitudes dictatoriales de la dirección del partido y de los pocos leales que todavía rodean a Abascal. Con esas purgas, y la conciencia cívica de los ciudadanos de este país, su propósito de gobernar España sigue, felizmente, muy lejos.
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