El primer ministro de Moldavia, Dorin Recean, ha informado de que la empresa estatal Moldovagaz ha firmado un contrato con un proveedor húngaro para suministrar gas a la autoproclamada república de Transnistria después de que las autoridades separatistas hayan rechazado una propuesta de la Unión Europea para poner fin a la crisis energética. "Moldovagaz podrá vender dos millones de metros cúbicos de gas a Tiraspoltransgaz y prestar otros tres millones de metros cúbicos, que deberán ser reembolsados antes del 31 de marzo", ha explicado el primer ministro moldavo, agregando que el primer suministro tendrá lugar a partir del 13 de febrero. Recean ha detallado que la administración de Tiraspol "se ha negado a cumplir con las condiciones para acceder a una ayuda europea de 60 millones de euros, poniendo en peligro el suministro energético de la región", según ha indicado en redes sociales. En concreto, la empresa húngara --financiada por una firma de Dubái-- transportará el gas hasta la frontera con Moldavia. Recean ha indicado que si bien esta medida no es la ideal, permitirá el tránsito de gas para evitar que la situación energética derive en una crisis humanitaria en Transnistria. Esto se produce después de que en diciembre la compañía energética rusa Gazprom anunciara que a partir del 1 de enero dejaría de suministrar gas a Moldavia debido a que la empresa gasística Moldovagaz acumula una deuda millonaria, si bien Chisináu lo niega. A su vez, Kiev se negó a prorrogar el acuerdo sobre el tránsito de gas ruso a Europa a través de su territorio, pero ofreció la entrega de carbón para compensar el déficit. Desde entonces, la Central Hidroeléctrica Moldava, situada en Transnistria, ha empezado a utilizar carbón para generar energía. Las autoridades separatistas, afines a Rusia, se han visto obligadas así a programar desde enero una serie de apagones en diferentes zonas del territorio y durante varias horas diarias para garantizar el suministro elétrico. Transnistria, cuya población es mayoritariamente rusa y ucraniana, ha cobrado protagonismo en los últimos meses tras el estallido de la guerra en Ucrania por sus vínculos con Rusia y su importante posición geoestratégica. La zona ha sido utilizada en mayor medida por Moscú para ejercer presión sobre el Gobierno de Moldavia.
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