MADRID, 11 (OTR/PRESS) Donald Trump tiene en su programa de gobierno los planos - vía órdenes ejecutivas- de un orden político mundial nuevo. Irrumpe en el escenario como un elefante en una cacharrería. Las deportaciones de inmigrantes en situación irregular, la imposición de aranceles al acero y al aluminio-preámbulo de medidas similares a otros productos- introducen nuevas y grandes incertidumbres en los mercados. El destino de los millones de personas, en su mayor parte emigrantes iberoamericanos angustiados ante el anuncio de su próxima deportación invita a reflexionar, acerca de las injusticias que se producen en este mundo nuestro. También siembran preocupación las medidas económicas que se anuncian. Y no es menos inquietante -en este caso específicamente para España- la relación preferente de la Administración Trump con el Reino de Marruecos. Un país clave en el eje político diseñado por Washington con los países árabes, uno de cuyos objetivos es proteger las relaciones e intereses de Israel con Rabat, Riad y los Emiratos como vértices de constantes contactos con Tel Aviv. Una expresión inequívoca de las óptimas relaciones de Trump con Marruecos se aprecia en la continuidad y ampliación de las ventas de armamento norteamericano de última generación al reino alauí: desde carros de combate Abrams y drones a helicópteros Apache y cazas F-16. Parece que también están negociando una partida de los modernísimos aviones de combate furtivos F-35. Marruecos se refuerza militarmente. No olvidemos que mantiene abierta una guerra de baja intensidad con el Frente Polisario en disputa por el Sahara al que apoya Argelia. Se refuerza y lo hace en frontera con España -Ceuta y Melilla-. Pertenecemos a la OTAN pero esa alianza no nos otorga trato preferente con Washington. La insuficiente aportación económica de nuestro país a la Alianza -señalada por Trump en una reciente rueda de prensa- y el reconocimiento de un Estado Palestino -decisión adoptada por Pedro Sánchez en un gesto calificado de hostil por el Gobierno de Israel- nos aleja de un Washington que con Trump a los mandos marca pautas de un nuevo orden político mundial. Para nosotros, en ese contexto, no es buena noticia el fortalecimiento de las relaciones entre los EE.UU. y Marruecos.
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