MADRID, 13 (SERVIMEDIA)
La pandemia de la Covid-19 redujo el año pasado la proporción de energía generada por la quema de carbón, hasta el punto de que los combustibles fósiles se eliminaron parcialmente del mix de la generación de electricidad y las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) procedentes del sector energético disminuyeron alrededor de un 7%.
Así se explica en un estudio realizado por un equipo de economistas con sede en Potsdam y Berlín (Alemania) que analizó el impacto de la Covid-19 en el sistema energético y la demanda de electricidad.
El trabajo, liderado por el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK, por sus siglas en alemán) y publicado en la revista 'Nature Climate Change', muestra que la pandemia, si bien ha causado estragos en la vida de las personas y la economía, también ha abierto una ventana de oportunidad para que sea "irreversible" la actual tendencia de disminución del uso de carbón, pues las emisiones del sector energético podrían bajar más rápidamente de lo que se pensaba con el respaldo de medidas adecuadas de política climática.
"El carbón se ha visto más afectado por la crisis del coronavirus que otras fuentes de energía y la razón es simple", indica Christoph Bertram, del PIK, que explica: "Si la demanda de electricidad cae, las plantas de carbón generalmente se apagan primero. Esto se debe a que el proceso de quema de combustibles aumenta constantemente los costes. Los operadores de la planta tienen que pagar por cada tonelada de carbón. Por el contrario, las fuentes de energía renovables como las plantas eólicas y solares, una vez construidas, tienen costes de funcionamiento significativamente más bajos y siguen funcionando incluso si se reduce la demanda".
De esta manera, las emisiones globales de CO2 asociadas al sector energético cayeron un 7% durante el año pasado. Sólo en mercados clave como Estados Unidos, Europa y la India, la demanda mensual de electricidad disminuyó hasta en un 20% en comparación con 2019 y las emisiones mensuales de CO2 bajaron hasta en un 50%.
MÁXIMO HISTÓRICO EN 2018
Los investigadores consideran probable que las emisiones ya no alcancen el máximo histórico de 2018. "Debido a la crisis en curso, esperamos que la demanda de electricidad en 2021 esté en los niveles de 2019, lo que, dadas las inversiones en curso en generación con bajas emisiones de carbono, significa una menor generación de fósiles que en ese año", recalca Gunnar Luderer, del PIK.
Luderer indica que, "mientras este crecimiento de generación de electricidad limpia supere los aumentos en la demanda de electricidad, las emisiones de CO2 del sector energético disminuirán". "Sólo si viéramos una demanda inusualmente alta de electricidad junto con sorprendentemente pocas adiciones de plantas de energía renovable desde 2022 a 2024 y más allá, la generación de combustible rebotaría a niveles prepandémicos".
Si bien el sector energético ha experimentado un proceso de transformación dinámica incluso antes de la llegada de la Covid-19, la pandemia ha debilitado la posición de mercado de la generación de energía procedente del carbón y ha ilustrado su vulnerabilidad, según los autores del estudio.
Ottmar Edenhofer, director de PIK y del Instituto de Investigación Mercator sobre Bienes Comunes Globales y Cambio Climático (Alemania), subraya que “invertir en energía de combustibles fósiles no sólo es irresponsable con el medio ambiente, es económicamente muy arriesgado".
"Al final, ciertamente será necesario fijar el precio del carbono para reducir las emisiones al ritmo requerido y estabilizar nuestro clima. Sin embargo, los impactos de la crisis del coronavirus en el sector de generación de energía han colocado a los líderes políticos en una posición única: junto con políticas adicionales como eliminando los subsidios a los combustibles fósiles y aumentando las inversiones en energía eólica y solar, ahora es más fácil que nunca poner fin a la electricidad con alto contenido de carbono”, concluye.
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