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Alberto Fandos
Periodista. Responsable de Comunicación y Marca en Next Educación. Profesor de Marketing y Comunicación. Antes en Academia de Televisión, Aragón Tv, ‘Comunica que algo queda’ en RNE o Diario del Alto Aragón, entre otros. @albertofandos |
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Dicen por ahí que el corazón une y la razón divide. Y que los hechos invitan a reflexionar pero las emociones empujan a caminar. Ocurre en la vida y ocurre en política. Vox despertó a la derecha - e izquierda - con su llegada cuando las gaviotas apenas volaban. En la izquierda, egos e inentendibles motivos desembocan en la continua fragmentación. El meticuloso perfeccionismo acaba destruyendo más que creando.
Dúdenlo. El caso Kylian Mbappé ya es una mancha más a los valores periodísticos. Y, por tendencia y por desgracia, no será la última. Desde hace unos años, el futbolista francés ha sido, junto con el adiós de Messi al Barcelona, uno de los temas estrella de la farándula deportiva. El debate, el fichaje por el Real Madrid tras numerosas intentonas del presidente Florentino Pérez.
En la trampa del cinismo político. En poner el foco allá donde quieren que alumbremos y no donde debemos iluminar. La desesperación por una cita médica que parecía no llegar nunca vía sanidad pública, me empujó hacia la acera de enfrente. Vallada, exclusiva y aparentemente mejorada, te invitaba a eliminar cualquier tipo de traba burocrática a golpe de talonario. Bienvenida sanidad privada. Fácil, legítimo, pero, en el fondo, también peligroso.
Todo plan estratégico tiene un objetivo. Y es ahí donde debemos colocar el foco para atar cabos en la guerra del Partido Popular. Para sorpresa de nadie, el de Pablo Casado es la Moncloa. Como cualquier otro político voraz e insaciable de poder, todo sacrificio sería poco para lograr su ansiado propósito. La instauración del noísmo por antonomasia hacia el gobierno y un discurso cada vez más al borde del precipicio derecho lo constatan.
De los jóvenes hacia la política. Pero probablemente consentida. Jugar a la abstención juvenil se ha convertido en una estrategia electoralista políticamente eficaz, a la par que peligrosa para el futuro del país. No son pocos los que se resisten, aunque su voto sea por oposición, más que por ilusión. Con el miedo escondiendo a la convicción. O fuertes arraigos o rechazo total.
Dicen que la vida es una serie de sorpresas. Imprevistas, predecibles o incluso premeditadas, nos marcan un camino confuso a causa de vaivenes sociopolíticos. Curtidos en sorpresas infames, las positivas nos conducen al escepticismo. Fascinación por ser los primeros en recibir las ayudas europeas, a la par que consternación por la posible incapacidad de ejecución de los mismos. No se extrañen, somos reincidentes.
La vida hecha juego. Avaricia, empatía, oportunidades y estrategia. Cuatro términos que caracterizan la exitosa serie de televisión, El Juego del Calamar. Avaricia: de riqueza y poder. Empatía: la que intentó transmitir en vano la iglesia con el videoclip del cantante C. Tangana. Oportunidades: igualdad de condiciones paralelas. Estrategia: la que decimos tener pero raramente cumplimos.
Es curioso. Gran parte del futuro, dicen, depende de nosotros, pero los focos casi siempre apuntan hacia otra dirección. Apenas algunos macrobotellones nos dan, por desgracia e irresponsabilidad, cierto protagonismo. Una imprudente disciplina para adornar el currículum. Y para dejar patente la desconexión y desilusión venidera. Permítanme que me incluya.
Los ansiados billetes en forma de fondos europeos ya llegan. Aunque gran parte podría quedarse por el camino. Sus utópicos requisitos pensados para grandes corporaciones dificultan la participación de autónomos y pymes. Solo estas suponen el 99,8% de las empresas en España, representan la mitad del PIB y cerca del 70% del empleo empresarial total. Una gestión eficaz será determinante para el futuro español.
Cuesta creer cómo, a día de hoy, se lleve a cabo un ataque a la democracia de este calibre que provoque la huída desesperada de americanos y occidentales. Una imagen que multiplica la victoria, poder y perspicacia talibán. Chinos y rusos, exentos de pecado, se acomodan. Vaya paradoja. Los tiros, una vez más, constatan la continuidad política por otros medios.
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