Ni Sánchez ni Feijóo, en el cara a cara por la presidencia del gobierno la principal víctima fue la verdad. Datos, datos y más datos que bailaban al son de gritos e interrupciones de bar. No te culpes, el 68% no somos capaces de diferenciar una información real de un bulo (estudio de Maldita). Me incluyo. Como resultado, las noticias falsas se retuitean un 70% más que las ciertas, según el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Su envoltorio llamativo y creíble lo hace posible.
Existen periodistas solventes - aunque cuesta encontrarlos - y con gran credibilidad, sí, y menos mal. Además, entidades verificadoras como Comprobado, Maldito Bulo o EFE Verifica… pero, desgraciadamente, su impacto mediático a la hora de desmentir fake news todavía no es el que debería.
Por ello, invoco a ese gen periodístico que, aunque no lo creas, llevas dentro. No para escribir artículos o realizar piezas informativas, pero sí para analizar desde el punto de vista crítico. Te propongo que juegues con el beneficio de la duda. Sí, esa que supone pensar que la información recibida es sincera y bien intencionada hasta que se demuestre lo contrario, en vez de apresurarse a llegar a una conclusión negativa de inmediato. Pero para ello es necesario eso, dudar. El buen periodista se caracteriza por ello y, por consiguiente, por llevar a cabo una labor de contraste a través de la técnica de las 6W’s.
Así, a la hora de recibir informaciones - ya bien sea un meme por WhatsApp o el típico comentario de tu cuñado en una comida familiar - podrás hacerte las siguientes preguntas básicas antes de sacar conclusiones sobre esa información y difundirla. Tendrás la capacidad de llevar a cabo una autorregulación personal de aquello que estás leyendo o escuchando.
Qué. Qué me están contando. Contrastarlo con otras fuentes de información. Leer con detenimiento la información al completo y no dejarte llevar por los titulares llamativos y sensacionalistas, o por imágenes y vídeos que pueden ser fruto de la manipulación.
Quién/quiénes. Quién me está informando. Es necesario investigar el perfil del usuario o autor; en qué medio trabaja; si suele publicar o no, desde cuándo y sobre qué temas; si es o no conocido.
Dónde. En qué medio lo estoy consumiendo. Debemos saber dónde estamos siendo informados: redes sociales, WhatsApp o un periódico de confianza. Cuidado, hay medios de comunicación que suplantan la identidad de otros.
Por qué. Por qué razones me están informando sobre ese tema en concreto. Tomar consciencia del contexto en el que nos encontramos ya que cabe la posibilidad de que tenga unas intenciones concretas por persuadirnos en momentos y temas complejos, polémicos y de fácil confrontación ciudadana. Véase la movilización para las elecciones del 23-J.
Cuándo. En qué momento me lo cuentan. No, no es lo mismo que nos bombardeen con datos sobre inmigración cuando el foco principal de esos días es el aumento de las temperaturas que cuando está sobre la mesa la acogida de cientos de inmigrantes que han sido rescatados por el barco Open Arms.
Cómo. De qué manera nos informan. Es imprescindible leer entre líneas y tratar de comprender cuál es la línea editorial - por llamarle de alguna manera - de la noticia que estamos leyendo o escuchando. Debes valorar el lenguaje con el que se están comunicando contigo. De esta manera, podrás identificar la tendencia ideológica del autor y cuestionar algunos de los aspectos que aparecen en la noticia.
Sí, eres capaz de hacerlo. Como ciudadanos y consumidores de información desde plataformas sociales, pero también en esas conversaciones de bar, practiquémoslo para no ser el altavoz de las noticias falsas y no alterar la percepción de la realidad con bulos persuasivos cuya finalidad es la polarización y misoginia. La salud democrática lo agradecerá. Invoca al periodista que llevas dentro.
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