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Bayardo Quinto Núñez
Bayardo Quinto Núñez Es oriundo de Masaya Nicaragua. Es PINTOR, ESCRITOR, MÚSICO y Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, egresado de la Facultad de Derecho UNAN-LEÓN de Nicaragua. Ha escrito 22 libros de: Relatos, Minicuentos, "Pohesía", Novela Corta y Ensayos. Al vocablo Poema, Poesía les decoró, creó, insertándoles la letra "h", así: "Pohema", "Pohesía" e ideó la palabra "Letrística" o "Letrístico". -Correo: tac_tictac@yahoo.com
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Sólo en el precipicio muchas personas evolucionan en sentido contrario o en el idóneo, conforme a sus intereses. Con el pasado ya no hay nada que hacer, eso es una tumba ejemplar desfasada, es mucho mejor pensar e idear para el futuro para ir logrando un mejorado desarrollo integral de los tiempos.
Con un solo plumazo, movimiento, grandes castillos pueden derrumbar, por eso hay que tener cuidado con el lenguaje de la palabra escrita, pues, escarba y escarba para el futuro, bien sea para bien o para mal.
La tarde estaba calurosa y sedienta, los rayos solares rebotan en la calle que lloraba por las quemaduras en su humanidad. Y desde el banco de alistador del arte del calzado, allá por los años 1981 o 1982 El MILPA, le dijo: "si te vas a Costa Rica te mato". Pero no lo logró, ahora muere de ansias y de rabia. Pero sigue en sus andanzas sembrando. Todo se le marchita.
Y se la daba de muy culta. Su memoria murmuraba de celo, envidia, egoísmo. “La entendida en cultura” siempre elucubraba, divagaba complicadamente con apariencia de profundidad en silencio, en sus recovecos y laberintos de su mente, así: Sí, tengo envidia, pero como no saben leer mis pensamientos, jamás lo sabrán que no los tolero.
Voz Pre Antigua. Habla el alma del sonido letrístico milenario que, resguarda las ilusiones, repicando definible grito, confundido entre las raíces, víboras, cascabeles que atentamente escuchan la sacudida letrística.
No era preciso estar loco (a) para salir bajo un inclemente aguacero a altas horas de la noche. Era como estar a la orilla del mar, que a fuerza van y vienen las olas, llevando y trayendo. Jamás, con tan espléndida fantasía de pronto en el ambiente invade un inmenso misterio al extremo de desear salir bajo ese aguacero que se desprendía desde los cielos.
El síndrome de la viuda alegre, así se denominaba para hombres y mujeres que quedaban viudos, porque llevaban una vida social antisocial, despreocupada, libre y sin limitaciones de ningún tipo. Eran un cuadro clínico que por sus propias características poseían cierta identidad, signos, que concurrían en tiempo y formas causas fuera de lo común, que la época conservadora lo rechazaba, pero ese era el modus vivendi.
Me siento feliz de haber logrado este descubrimiento personal que he pretendido durante muchos años. Saberlo me ha llenado de mucha satisfacción. En enero del año 1978 viajé a Costa Rica, llevaba conmigo una carta sellada que me dio don Eduardo Paniagua primer violín de la Sinfónica de Nicaragua, dirigida al Director de la Orquesta Sinfónica Juvenil para que me atendiera.
En una kilométrica conversación con un amigo literato, y exhaustivo lector, surgió un tema importantísimo. La conversación se lució cuando sorpresivamente, desde lo más profundo del alma, le planteé al amigo: estuve investigando, hurgando cuántos libros ha parido la humanidad, porque según investigaciones recientes, se han publicado 170 millones de libros hasta la fecha.
Por muy poderosas que sean, las artes no menosprecian ni aíslan a nadie, son inclusivas, están diseñadas para el mundo, su relación es universal, para quien las quiera. Tienen su propio gobierno. La “Cultura de las Artes” se relaciona con quien la busca y es elaborada por el artista para todos, no para determinadas personas; que algunas vayan dedicadas es otra cosa.
Era una noche maravillosa como todas las de siempre, con la diferencia que esta traía impregnada el sentimiento de dos jóvenes. El cielo estaba estrellado, tan brillante que, al mirarlo, uno no podía dejar de preguntarse si la gente malhumorada y caprichosa podía vivir bajo un cielo así.
Abramos nuestro corazón en este mes dicembrino y siempre, para que prospere la paz, en nuestra Nicaragua y en el orbe, pues, guerra o desorden social no se quiere, ni que ardamos en llamas. ¿Qué se lograría con eso? Por supuesto que nada. Ladrar de lejos es bien fácil.
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