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Carmen Muñoz
Nací en Madrid, estudié en Sevilla y vivo en Córdoba. Hice un bachiller de letras y una carrera de ciencias (A.T.S. / Diplomada en Enfermería, Operadora de Instalaciones Radioactivas y Especialista en Análisis Clínicos). Mi vida laboral se desarrolló, al principio en el sistema sanitario andaluz (solo dos años) y el resto en la facultad de medicina en investigación. Todo parece un poco contradictorio, sin embargo me ha servido para poder realizarme tanto en el terreno laboral como en el personal de una manera complementaria.
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Un gobierno que hace leyes con premeditación y alevosía, sin escuchar la voz ciudadana, ni a partidos de la oposición, ni a responsables del concepto de dicha ley, solo a un grupo de personas, que son minoría dentro del país, en las que se apoya el presidente para continuar en el poder y que él solo ha elegido, no el sufragio electoral, está destruyendo todo lo que durante décadas se había, creíamos, consolidado.
El español (cuyo origen es el latín) se puede considerar el tercer idioma más hablado del mundo y quizás sea el más rico como lenguaje en cuanto a fonética, palabras e interpretaciones. En su gramática se distinguen tres géneros, femenino, masculino y neutro.
No tenemos remedio. La falta de conocimientos, el desinterés por conocer la historia, el desencanto, la impericia, el no pensar a la hora del voto y hacerlo por impulsos y tantas cosas más, son las que han propiciado tener el peor gobierno en la peor época de nuestra democracia.
Me gusta empezar los escritos con algo un poco light para irme adentrando poco a poco en materia e hincar el diente en lo que más me atormente, me apasione o simplemente tenga ganas de escribir sobre ello. En esta ocasión va a ser diferente porque utilizando un símil taurino voy a entrar al trapo en pase de pecho y en redondo.
Hay varias generaciones, de las que parte de ellas están en el gobierno, que han nacido en una España tranquila, regenerada, sin sobresaltos políticos, en la que se ha ocultado de manera machacona la cruda realidad de un pasado reciente en la que la división, las envidias, el rencor, la represión política, la guerra con lo que supuso en todos los frentes, dio paso a una confraternidad moderada en la que se aparcaron las viejas rencillas de manera generosa, para poder florecer, progresar y traer una novicia democracia en la que todavía, ya bastante deteriorada, estamos disfrutando.
Que la juventud sea irresponsable hasta la saciedad no debe extrañarnos porque ya se encargaron los sucesivos gobiernos democráticos de ir empobreciendo al máximo el sistema educativo, por lo tanto, de esos polvos estos lodos. Ignorantes, irresponsables, irrespetuosos “¡un dechado de virtudes, vamos!”
La pandemia que sufrimos está sirviendo para poner negro sobre blanco y a cara descubierta la forma de actuar de todos en general y la del gobierno en particular.
Han sido muchos los pueblos que han pasado por la Península Ibérica desde la antigüedad, cada uno con su enseña identificativa, escudos, colores, formas varias etc. Fueron los árabes quienes introdujeron en la península la bandera tal como la conocemos, una tela fijada a un asta desde la que ondea perpendicularmente.
Voy a intentar exponer mis ideas sin alterarme demasiado, porque cada vez que me siento para transcribir lo que pienso, se me agria el carácter de tal forma que lo dejo para que no me salgan más canas de las que ya tengo.
¿Qué calificación merecerían las personas que teniendo sobre sus cabezas la pandemia como la actual actuaran de forma egoísta e irresponsable?
El Covid-19 a puesto al mundo a cavilar. Hasta el momento presente no se sabe a ciencia cierta ni el modo de propagación, ni el tratamiento más efectivo, ni tenemos vacunas disponibles.
Este año hemos entrado en una primavera atípica, anómala, diferente. La Semana Santa se nos presenta totalmente distinta a como en España estamos acostumbrados pero quizás de forma más profunda, caritativa y recogida que ninguna otra hayamos vivido.
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