| ||||||||||||||||||||||
Carmen Muñoz
Nací en Madrid, estudié en Sevilla y vivo en Córdoba. Hice un bachiller de letras y una carrera de ciencias (A.T.S. / Diplomada en Enfermería, Operadora de Instalaciones Radioactivas y Especialista en Análisis Clínicos). Mi vida laboral se desarrolló, al principio en el sistema sanitario andaluz (solo dos años) y el resto en la facultad de medicina en investigación. Todo parece un poco contradictorio, sin embargo me ha servido para poder realizarme tanto en el terreno laboral como en el personal de una manera complementaria.
|
![]() |
En las instituciones donde existe la jerarquía siempre hay personas capaces e incapaces. Las primeras se dedican a trabajar en silencio poniendo lo mejor de su saber al servicio de llevar a buen término el quehacer que los ocupa. Los segundos, es decir, los incapaces son los llamados trepas que a lo único que dedican su tiempo es a intimidar, crear discordia, interferir ya que por sus propios medios no conseguirían nada y mal meten todo lo que pueden.
En épocas de elecciones todo el mundo hace sus conjeturas siempre favorables al parecer de cada uno. Llega el día señalado para tal fin, nervios, vacilaciones, incertidumbre, pereza o dinamismo… Recuento de votos y escrutinio, todos ganan ningún partido pierde, ninguno quiere ver la realidad y se autoestimulan los resultados para que no se note la derrota.
Ya tenemos otro acto impresentable dentro del gobierno circense que sufrimos desde que están en el poder el batiburrillo de políticos, o mejor dicho, de personas incapaces e incompetentes que bajo el paraguas de los partidos que los acogen, ocupan cargos que a todas vistas no los merecen.
¿Qué es lo peor que puede pasarle a un país para que progrese adecuadamente? A mi modo de ver, tener una sociedad inoperante, anestesiada, conformista, sin escrúpulos, sin autocrítica, sin saber tomar decisiones, sin saber discernir lo bueno de lo malo, inculta, despreocupada y abúlica por saber la historia, no digo ya clásica o antigua del país, sino la reciente, la de antes de ayer, la justa para no cometer los mismos errores, en resumen, saber hacer uso del sentido común.
Dicen que con la edad se va perdiendo la capacidad de asombro, yo diría que entonces no viven en España, porque aquí el asombro está a la orden del día tengas la edad que tengas. Aquí podemos sorprendernos de cualquier cosa, solo con volver la esquina te tropiezas con una sorpresa a cual mayor. Ponemos la radio y oímos al presidente con una verborrea demagógica impresionante, falsa, porque nunca cumple lo que predica pero que convence a sus seguidores.
Estamos en tiempo de adviento, tiempo para los creyentes de rememorar la venida del Mesías a este mundo, tiempo de esperanza, de escucha, de reflexión. Parece como si se tuviera mayor predisposición en ayudar a los demás. En medio de la vorágine que nos ocupa, es bueno hacer un paréntesis para ver qué cosas podemos mejorar, ya que los políticos están en otra onda, van a lo suyo, el sillón, el poder, enriquecimiento pronto, el colocar amiguetes, etc.
Vivimos en una sociedad carente de valores por mínimos que sean. Ni nuestros representantes políticos, que solo buscan tener poder para imponer su voluntad a cualquier coste y llenarse los bolsillos lo más posible y rapidito por si no encuentran otro sitio mejor, ni la justicia demuestran tener dignidad en sus cargos (siempre con honrosas excepciones).
La historia no se puede escribir al albur de unos incompetentes falsificando la tozuda realidad. Es la que es o la que fue, guste o no guste. Su conocimiento sirve para potenciar lo que fue bueno y no cometer los mismos errores del pasado. Mientras no se remedie la vasta incultura que nos rodea, las personas que por su cuenta quieran salir de la supina ignorancia, se privarán de un conocimiento global de la historia de su país y del engrandecimiento de su propio espíritu.
“El precio de desentenderse de la política, es el ser gobernado por los peores hombres” Platón. Filósofo griego. Se cree que nació entre los años 428-427 a.C. y murió sobre el año 347 a.C. Fue discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles.
Confieso que esta vez me ha costado trabajo sentarme a escribir sobre una estupidez, porque considero que dar pábulo a un sin sentido es intentar dar credibilidad e importancia a algo que no la tiene y a mi esas cosas me provocan como menos, ronchas, por no decir otras cosas.
Veamos, hoy miles de mujeres vociferaran por las calles que puedan o no puedan, desobedeciendo las numerosas voces que aconsejan no reunirse en multitud para de nuevo evitar los numerosos contagios y fallecimientos que tuvieron lugar el mismo día del año pasado, pues aún sabiéndolo los miembros del gobierno, prefirieron dar rienda suelta a sus ideologías que preservar la salud de los ciudadanos.
Las personas que han vivido el miedo que conlleva una guerra, la incertidumbre de una postguerra, la esperanza de ver poco a poco resurgir el país con un sistema educativo universal, veraz y obligatorio para todos los niños, con una economía en auge y una clase media fortalecida, ven todo lo que está pasando de forma muy diferente, más responsable, con una mayor resignación, propia de personas forjadas en un mundo en el que han sobrevivido a todo tipo de problemas y disfrutado más tarde de todo lo beneficioso y productivo que se generó.
|