Eduardo Cassano
Existen personas, aunque en peligro de extinción, que llegan a final de mes con 1.000 euros. Y estoy hablando de personas con cargas familiares (hijos, personas mayores a su cargo, parejas sentimentales, etc). Mientras que esa clase de personas, conocida como clase media o baja, consigue sobrevivir un mes, la denominada clase alta es capaz de gastarse ese dinero –y más- en una sola mañana de compras en boutiques, una propina en la mejor marisquería o, como por ejemplo en Cataluña, en dos traductores. Hasta ahí, podría ser razonable, el problema llega cuando el idioma a traducir era… ¡del castellano al catalán!