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Sesión de Constitución del Congreso de los Diputados. Entre empujones de electos antes de empezar, Grupos Parlamentarios sin definir postura. Mira-techos y atisba-suelos contentos de haberse conocido, cada uno a lo suyo. Fórmulas que acatan la Constitución sin acatarla. Búsqueda de puestos en La Mesa y cabildeos para impedir accesos a ella.
Se acaba de conocer la sentencia sobre los ERE en Andalucía. Ha explotado contra el PSOE. Rotunda. Pero unida a quienes, tergiversando lo enjuiciado, tratan de suavizar condenas sin ver que con ello dificultan la actividad de la parte sana de la izquierda (socialista y no socialista) que está libre de sospechas.
En España, tras las elecciones 10-N son posibles dos gobiernos: I.R.A., de la Izquierda Rampante Acomplejada. O Tecnócrata, para hacer lo necesario. En esa dicotomía estamos. Pero, para ver qué pasa y prever resultado y consecuencias, conviene elegir una de las opciones y ver lo que supone. Por lo declarado por los actores políticos, conviene ver el Gobierno I.R.A. y lo que le rodea.
Contados los votos del 10-N, es momento de ver resultados y, en función de ellos, primero, exigir responsabilidades en los partidos políticos que han ofrecido sus propuestas y, después, sacar consecuencias con vistas a un interés nacional que no puede quedar al capricho de nadie, y que, tras un escrutinio en el que aparece VOX con algo más que entidad, sólo admite dos formas de Gobierno.
El adoquín de Rivera. La idea era ver qué es un adoquín y corregir a quien, ante España y como candidato a presidente de gobierno, confunde un trozo de baldosa hidráulica industrial con el artesanal adoquín, a veces hecho por obreros que trabajaban la piedra y ahora también fabricado con otros materiales.
Hace muchos años que no voy a los cines. No soporto el volumen con el que se presentan las películas, el frío del aire acondicionado y el consumo de todo tipo de alimentos y bebidas por los espectadores como si no hubiera un mañana.
Fue al terminar el debate, separadas de los atriles y sin micrófono, los dos lastres de la izquierda nacional, Adriana Lastra e Irene Montero, comadreaban aparte, entre ellas, alejadas de la realidad nacional. Al lado, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, aparecía, tal cual, como lo que era en aquel momento: un vasco desorientado en la España moderna, sin horizonte ni trueque a la vista, enfurruñado y bajito.
Unas rachas de aire apartaron la niebla y por entre los jirones de las nubes aparecieron unos rayos de sol que iluminaron el cementerio. Me llamó la atención un destello que salía de una de las galerías, la de los nichos viejos de la pared del fondo. Me acerqué evitando que el rocío de los parterres mojara los bajos de mis pantalones. Era una placa dorada:
- “Puede que sea verdad que los restos de Franco estén en el camposanto de Mingorrubio, pero han dejado en el aire demasiado, además del futuro de quien los meneó”
Los brackets son unos instrumentos terapéuticos que se utilizan para corregir anomalías de posición dentaria y colocar dientes cuando están torcidos o amontonados. Me los recordó Íñigo Errejón en la entrevista que le hacía Pedro Piqueras en televisión como candidato a presidente de gobierno. Algo raro había en su semblante que me hizo pensar en ellos.
El presidente del Gobierno en funciones declaró en una entrevista que “ni él ni el 95% de los españoles dormiría tranquilo con agentes de Podemos en el Gobierno”. La afirmación, descalificadora para Podemos y para el propio Sánchez porque no ha mucho buscó su ayuda, tuvo respuestas. Alguna ‘podemita’ y dolida
Elecciones Generales. Y otra vez Pedro Sánchez protagonista. Se le han hecho tantas disecciones de personalidad y coherencia que, por esta vez y buscando la decencia, conviene tomar tal cual. Sin las florituras de la vicepresidenta Calvo, que disimulan actuaciones de Presidente de Gobierno opuestas a otras anteriores, pero que no se justifican en el puesto que ocupa.
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