- “Puede que sea verdad que los restos de Franco estén en el camposanto de Mingorrubio, pero han dejado en el aire demasiado, además del futuro de quien los meneó”
- “Ahora, a votar. Otra vez. Pero con precisión. Para que el pueblo ajuste, dice Pedro Sánchez. A rosca ¡Tontaina, un helicóptero! Los huesos del muerto con su pendón por los cielos; y el gobierno con su notaria, a ras de suelo, mirando como giran las aspas”
Pasar por el quirófano tiene alguna servidumbre, pero también ventajas. No pensar ni opinar sobre temas que llaman atención es una de ellas. Pero hay otra superior: Comprobar la cercanía de los que importan y entrar en su forma de ver y entender qué pasa alrededor. Después de una intervención quirúrgica, ya en casa, ayer disfruté de la visita y conversación de unos amigos. Fue tan especial y rica, que en ella aparecieron las frases del principio.
Los temas fueron pasando deprisa: Sentencia del Procés. Calles cedidas a encapuchados que agreden a la policía en Cataluña. Apertura de sepultura sin profanación o con ella. Inundaciones en Cantabria bajo el mando de un populista (Revilla) que hace teatro en la tele con las cuencas fluviales sucias. Encuestas, votos, y apuntes de baja estofa que se cuelan. Y, aparcados pero no despreciados, lo que interesa del momento: Falta de líderes fiables. Crisis económica y laboral. Baja del empleo. Inseguridad en las calles con Grande-Marlaska. Y ausencia de un proyecto nacional común.
Pero, de entre todos, los temas que interesaban a mis amigos, sin morbo, fueron dos: El modo de dar fe pública que hizo la ministra de Justicia del traslado de los restos de Franco. Y la precisión del voto que, dijeron, pidió el Presidente en Funciones para tratar de inclinar hacia él la decisión de quienes voten el día 10-N.
Ciertamente, aunque alguien lo sepa, el Gobierno que decidió sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos aún no ha mostrado que los restos estuvieran allí, que lo que se subió en un arcón tapado fueran esos restos y que lo enterrado en Mingorrubio fuera precisamente lo mismo. Hay algunas lagunas que la ministra de Justicia, como fedataria mayor del Reino, ha dejado sin resolver permitiendo una ristra de preguntas que pone en cuestión todo el proceso y que, por ser cuestión estatal, conviene aclarar. A saber: ¿En qué situación estaba el arcón en el que, se cree, estaban los restos?
¿Se abrió ese arcón? ¿Quién o quiénes verificaron qué había dentro? ¿Se levantó acta de lo que se sacaba y veía: estado de faz, pelos y uñas que crecen post mortem? ¿Por qué y cómo se tapó el arcón? ¿Quien lo decidió? ¿Se ha verificado si coinciden los signos externos del arcón con los que constan en las imágenes de televisión de la época?
¿Cuánto pesaban los restos? ¿Quien valoró a priori que los familiares de Franco que iban a transportarlos tuvieran fuerza bastante para soportar la que se suponía una estructura interna metálica con un peso acaso desconocido? ¿Hay un documento oficial en el que conste la fe pública dada por la ministra de Justicia sobre todo? ¿Se ha explicado por qué el Gobierno de España en funciones, con su ministra de Justicia presente, a pesar de lo dispuesto para el caso, ha rendido honores a Francisco Franco permitiendo el uso de su guión y pendón cabdal sobre un féretro que, a tenor de lo dispuesto en la Orden Circular de 6 de julio de 1940, que lo instituyó, no puede tener otro objeto que ‘hacer notar o destacar su presencia...’?
- “Puede que sea verdad que los restos de Franco estén en el camposanto de Mingorrubio, pero han dejado en el aire demasiado, además del futuro de quien los meneó” - oí.
- “Ahora, a votar. Otra vez. Pero con precisión. Para que el pueblo ajuste, dice Pedro Sánchez. A rosca ¡Tontaina, un helicóptero!. Los huesos del muerto con su pendón por los cielos; y el gobierno con su notaria, a ras de suelo, mirando como giran las aspas” - oí y anoté.
Se enjuiciaba a Pedro Sánchez. Pidiendo un voto con precisión del pueblo, para ajustar su voluntad ¿Pero para ajustar su voluntad a qué, a lo que ya expresó en las urnas; o para acomodarla al interés de quien obliga a volver a las urnas? Entonces intuí la magnífica realidad del símil: Votar de forma simple, metiendo el voto en el sistema por la raja de la urna dejándolo caer sin más. O votar con cuidado, aposta, sin dejarlo caer, metiéndolo a conciencia, como atornillándolo, a rosca.
Pero, error y horror para los que izan los restos de Franco por los cielos mientras desde el suelo se contentan con ver como giran las aspas: Las roscas en los tornillos son eficaces y aprietan cuando giran hacia la derecha; cuando giran hacia la izquierda, no.
Precisé qué pasa cuando se atornilla y lo hice ver. Tuvo efecto: Al despedirnos, nos guiñamos y, pasando de la ministra de Justicia y del vuelo por los aires de los restos de Franco con su pendón cabdal, alguien lo trajo a colación: Ojo con el voto a rosca, que a derechas aprieta y a izquierdas afloja.
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