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Miedo y otras circunstancias ante el gobierno de la I.R.A

Un PSOE indeciso y en tránsito desde la vieja socialdemocracia hacía algo por definir y con un líder en el culmen del descrédito que agota los días, y al partido, sin metas conocidas
José Luis Heras Celemín
lunes, 18 de noviembre de 2019, 08:43 h (CET)

En España, tras las elecciones 10-N son posibles dos gobiernos: I.R.A., de la Izquierda Rampante Acomplejada. O Tecnócrata, para hacer lo necesario. En esa dicotomía estamos. Pero, para ver qué pasa y prever resultado y consecuencias, conviene elegir una de las opciones y ver lo que supone. Por lo declarado por los actores políticos, conviene ver el Gobierno I.R.A. y lo que le rodea. También porque según nuestro sistema tienen derecho a formar gobierno los que obtienen mejores resultados en las urnas.

Gobierno de Izquierda Rampante Acomplejada (I.R.A.). Izquierda porque PSOE y PODEMOS, que aspiran a lograrlo, se definen como Izquierda. Rampante porque los que pretenden formarlo han demostrado la ambición trepadora y sin escrúpulos que define el adjetivo (vista en su no-pacto de abril). Y acomplejada porque define el comportamiento de quienes parecen turbados por algo: Miedo. Evidente y con circunstancias añadidas que impregnan todo.

Miedo cerval, impulsivo. A algo precisado en el sustantivo ‘derecha’, y definido con adjetivos: ‘extrema’ y ‘fascista’. Derecha política como sustantivo que define, matizada con los adjetivos que arruinan el razonamiento si no se demuestra su existencia, y que impiden el juicio si está condicionado por miedo.

Inherentes al miedo y como consecuencia, están apareciendo unos hechos y circunstancias, que se citan sin desvirtuar las consecuencias que producen las noticias y que vamos a citar sin entrar en unos motivos que, por evidentes, no merecen comentario. Veamos algunos de esos hechos:

Intento de torcer la voluntad negociadora de quienes buscan un gobierno I.R.A, mostrando la posibilidad de otra coalición e implicando en ella a otras fuerzas políticas (PP y Ciudadanos principalmente, aunque no sólo ellos) con participación de parte de esas fuerzas políticas o sin ella.

Tentativas de sustituir al candidato Sánchez por otros. Estos días aparece la ‘no socialista’ y ‘no diputada’ Nadia Calviño como sustituta de Sánchez con un argumento irrefutable desde fuera del socialismo pero imposible en las filas del PSOE con intereses personales y de grupos: Si Sánchez la propone como Vicepresidenta Económica para dar tranquilidad en la UE, la tranquilidad sería total para los españoles que ven a Sánchez como principal estorbo. Además de Calviño, han aparecido otros nombres, con consentimiento de los citados en algún caso o sin él: García-Page, Lambán, Fernández Vara, Elena Valenciano, Luis Planas...

Alarma Sánchez que, al margen de la Constitución y el Reglamento del Congreso, se ha erigido en candidato a Presidente del Gobierno y mostrado su disposición para hacer un Gobierno de Coalición con un propósito y composición tan variable en el tiempo y principios como extemporánea e irrespetuosa con el Jefe del Estado, que es quien debe nombrar candidato para lograr la investidura a Presidente del Gobierno.

Información sesgada, o manipulación, de medios informativos públicos aireando supuestas posturas de significados líderes europeos conformes con el gobierno I.R.A., de espaldas a los principios europeos conocidos, contrarios a las formaciones de ultra-derecha fascista y a la ultra-izquierda comunista que representa un Podemos que, en un Gobierno I.R.A. y a pesar de lo difundido por los medios informativos públicos, podría no estar conforme, o chirriar, con lo admitido por la UE.

Como a nadie se le oculta, los anteriores hechos, que están ahí, han servido como motivo de atención para convertirse en noticia. Pero, siéndolo, han distraído la atención de un miedo en la izquierda nacional que conviene tener en cuenta por dos motivos:

Porque desvirtúa todo. Hasta el devenir político diario y la negociación PSOE-UP, distorsionando una realidad en la que los programas e intenciones de los aspirantes a coaligados, con abrazos, besos y palmoteo incluidos, se apartan para colocar delante algo que nace del sentimiento compartido de miedo. Así, en vez de explicar la bondad que podrían suponer las propuestas de la coalición para enfrentarse a la realidad, lo que se exhibe es el supuesto enemigo común de Vox, al que presentan como ‘derecha extrema y fascista’ atribuyéndole toda una suerte de maldades y perjuicios que pueden quedar en entredicho, si no lo están ya, con la constatación de una realidad que, con independencia de lo que se dice y publica, tuvo el apoyo de 3,6 millones de españoles en las elecciones 10-N. Consecuentemente, los lideres de PSOE y UP llevan a sus grupos a una posición medrosa incapaz de generar la ilusión y el trabajo que se necesita para el futuro. A la vez, ellos, Sánchez e Iglesias, se colocan, y colocan el liderazgo que representan en la izquierda, en unas cotas de insignificancia que puede tener consecuencias a corto, medio y largo plazo.

Y porque va a servir para la cohesión, o adherencia, de los dos posibles coaligados en un futuro tan imprevisible como el que supone la agrupación de: Un PSOE indeciso y en tránsito desde la vieja socialdemocracia hacía algo por definir y con un líder en el culmen del descrédito que agota los días, y al partido, sin metas conocidas. Y la coalición Podemos, obligada a mutar, en algo distinto al movimiento 15-M del que proviene, con vistas a encontrar un hueco en el que ya no caben los fuegos artificiales de la izquierda comunista, que rechaza la UE, doliente y en pugna con un ‘gran capital’ que, por la información absoluta actual, ya no sirve de disculpa.

Esa cohesión puede ser la que cemente la continuidad del Gobierno I.R.A. Como en todo, la estabilidad y continuidad de ese posible Gobierno está por ver. Dependerá de los intereses de todos, de las veleidades y condiciones de cada uno (también defectos), y de las ansias de poder que hay en unos egos inmaduros que preocupan.

De momento y por extraño que parezca, el miedo a Vox en la izquierda puede lograr tres efectos insospechados: Cohesión para gobernar. Lealtad entre PSOE y UP y viceversa. Y aguante mutuo entre Sánchez e Iglesias. 

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