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Miguel Massanet
Hablemos sin tapujos
Miguel Massanet Bosch nació en Palma de Mallorca en 1930 y falleció en Barcelona, ciudad en la que residía, el 23 de febrero de 2023. Fue Licenciado en Derecho y su vida laboral transcurrió como asesor de empresas. Fue cofundador de la patronal catalana SEFES, de la que fue Primer Secretario General. Empezó su prolífica carrera como escritor de novela y cuentos tras su jubilación y consiguó el segundo premio del Instituto Cervantes de Barcelona de narración corta. Publicó numerosos artículos en prensa de papel y digital. A través de su columna 'Hablemos sin tapujos' analizaba la actualidad política y social en Diario Siglo XXI, medio en el que escribió durante casi 16 años un total de 3.969 artículos.
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Nadie puede pensar que este enorme despilfarro que Pedro Sánchez está llevando a cabo se puede mantener sin que existan importantes grupos económicos, masones, grandes capitalistas interesados en debilitar a Europa, como el señor George Soros el financiero y sus redes de influencia que en un estudio de los periodistas Castro y Ferrer desvelan el papel que este señor tuvo en el 2017, en los acontecimientos que condujeron al referéndum ilegal del 1º de octubre.
En ocasiones conviene esperar, no precipitarse ni adelantare a los acontecimientos antes de comentar una noticia, de responder a los que sacan conclusiones de los acontecimientos interesadas o de desmentir a aquellos medios de prensa o propaganda, que siempre están dispuestos a justificar, quitar hierro o desmerecer los triunfos de sus adversarios políticos, cuando las cosas van mal dadas para sus propios intereses.
Nunca, en lo que España lleva de democracia o, al menos, de una supuesta democracia, se había producido una situación tan abracadabrante y peligrosa para la nación, como esta en la que nos encontramos. Nuestro presidente del gobierno ya no se toma la molestia de disimular, ni se esfuerza en mantener un simulacro de Estado de Derecho.
Nos están machacando hasta la saciedad, insistiendo en que la derecha actúa motivada por el odio ¿hacia quién? Hacia nadie, lo que sucede es que para quienes hacen de la propaganda negativa del contrario su mejor arma para combatirlo, el utilizar expresiones semejantes les suele resultar rentable entre una población que deberemos admitir, en muchos lugares y circunstancias locales se siente atraída por todo lo que sea potenciar viejos resentimientos.
Si alguien tuviera alguna duda sobre lo que se trae entre manos el señor Pedro Sánchez y el ramillete de colaboradores de su gobierno y del resto de instituciones, en las que ejerce su poder absoluto, bastaría con escuchar las declaraciones de la señora Isabel Rodríguez García, ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, sobre lo que opina del PP, del señor Feijóo y de las responsabilidades que, con toda la cara dura del mundo, le viene atribuyendo.
En España la mordaza, unas veces voluntaria y otras debida a las presiones del actual Gobierno, privan a la ciudadanía de conocer lo que se esconde detrás de cada uno de los actos gubernamentales. Por ejemplo, se ha de rebuscar entre las páginas interiores de la prensa la noticia de que el Tribunal de Cuentas pide a Bruselas cómo se sancionará a España, reprendiendo a la Comisión por ser poco estricta con España en la valoración de los hitos del Plan de Recuperación.
Una vez más hemos estado a punto de cometer una de estas pifias que pueden acabar siendo dramáticas. El PP no puede andar continuamente circulando por el filo de la navaja sin que, en cualquier ocasión, acabe cometiendo un error de estos que pueden significar para España y los españoles, caer definitivamente en manos de estos que, en la actualidad no dejan de hacer méritos para conseguir el poder absoluto sobre la nación española.
Empeño vano, absurdo, desfasado y provocador de insistir en sacar a relucir una vez y otra la guerra civil de 1939, como medida para atacar a una derecha supuestamente “peligrosa”, “golpista”, “extremista” y “revolucionaria” por parte de aquellos partidos que se sienten lacerados, humillados, rencorosos y, en definitiva, temerosos de que pudieran surgir de nuevo quienes recobraran el espíritu de aquellos tiempos.
Estamos en plena efervescencia propagandística. El Gobierno se ha lanzado en tromba para intentar, por todos los medios, conseguir cambiar el sentido de lo que se anuncian como evidentes derrotas del partido o partidos gobernantes en los próximos comicios que se avecinan. Promesas y más promesas por parte del Ejecutivo que no mira en gastos cuando se trata de ir comprando votos allá y acullá.
Cuando un gobierno necesita apoyarse, para ser efectivo o, al menos, hacerse la ilusión de serlo, en toda una parafernalia excesiva de personas que, en apariencia, le ayudan en su función gubernamental, lo primero que se le ocurre al ciudadano de a pie es preguntarse si la persona a la que las urnas le ha conferido el poder, le han entregado los destinos del país y le han conferido la potestad de hacer y deshacer, era la que verdaderamente precisaba España o no.
No se trata de unas voces discrepantes ocasionales, ni de una queja interesada. Lo que se repite, una y otra vez, en cada nueva celebración de la fiesta de la Hispanidad, con mayor fuerza, estruendo e intensidad, es la expresión de un descontento creciente, de una frustración irreprimible, una añoranza de patriotismo que, en cada ocasión, resulta más patente, extendida y, a la vez, exigente.
Nunca llegamos a pensar que un sujeto de los del montón, un personaje fatuo y convencido de ser el eje del universo, iba a ser capaz de darle la vuelta a nuestra nación con la facilidad con la que ha conseguido hacerlo el señor Pedro Sánchez, del partido socialista español.
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