Una vez más hemos estado a punto de cometer una de estas pifias que pueden acabar siendo dramáticas. El PP no puede andar continuamente circulando por el filo de la navaja sin que, en cualquier ocasión, acabe cometiendo un error de estos que pueden significar para España y los españoles, caer definitivamente en manos de estos que, en la actualidad no dejan de hacer méritos para conseguir el poder absoluto sobre la nación española.
Es obvio que el señor Feijoo es un político experimentado, bien preparado, con más conchas que un galápago, suficientes para aguantar los chaparrones de descalificaciones, improperios e injurias de los socialistas y comunistas, instalados actualmente al frente del Gobierno. Pero al señor Feijoo, a nuestro modesto criterio, le falta algo de veteranía en cuestiones políticas que, naturalmente, se dejan sentir en sus relaciones con una persona, como es el señor Pedro Sánchez, verdaderamente experta, hábil y suficientemente correosa, para que sea muy difícil tratar con él, poder darle una respuesta suficientemente contundente y eficaz, al mismo tiempo que pueda dejar patente, ante la audiencia, el hecho de que su seriedad, sus bien preparadas notas y argumentos puedan dar la sensación de ser el caballo ganador.
Es por eso que, cuando los votantes del PP vemos que Feijoo se presta a iniciar unas conversaciones con representantes de socialistas y comunistas, referentes al nombramiento de jueces y magistrados a través del Consejo General del Poder Judicial, no podemos evitar entrar en una situación cataléptica en la que, nuestra fé en la dirección del partido empieza a esfumarse sabiendo que, el Gobierno, no va a dejarse torcer el brazo y, no obstante, cuando parece que va a salir fumata blanca de las negociaciones, lo que trasciende a las bases del partido no es más que una agobiante sensación de que, lo único que nos quedaba para poder mantener la esperanza de superar a las izquierdas, que era la independencia del poder judicial, acababa de dejar de existir al caer en manos del gobierno de izquierdas, que ya tiene controlados el poder ejecutivo y el legislativo. Todos los elementos precisos para implantar, en España, una nueva dictadura al estilo de la patrocinada por los famosos Frentes Populares de los años 30 del siglo pasado.
Sabemos que el negociador, González Pons, es una persona experimentada, seguramente muy válida para negociar en el seno de la CE, pero también conocemos sus tics de soberbia, su afán de lucimiento y quizá algo de auto sobrevaloración, que le pueden conducir a ceder en puntos aparentemente poco relevantes pero que, en manos de expertos en triquiñuelas políticas, pueden convertirse en verdaderas armas para ganar batallas judiciales importantes. No era pecata minuta el transigir, por ejemplo, la posibilidad, como se venía rumoreando, de que el señor Conde Pompido fuera uno de los nombrados para ocupar uno de los puestos, cuando de todos es sabido, que es una persona sectaria, dependiente absolutamente del partido socialista y de una trayectoria que ha marcado claramente su falta de objetividad, en todos aquellos temas en los que ha intervenido durante el ejercicio de su profesión.
En todo caso basta observar la reacción de todo el aparato socio comunista, cuando se han enterado de la paralización, sine díe, de las conversaciones sobre la renovación del CGPJ. La explosión de ira, las descalificaciones , las editoriales, las TV y todos aquellos numerosos medios informativos que hoy forman parte de los simpatizantes progresistas y quienes están al servicio del señor Sánchez, debido a que temen que el PP pudiera regresar al gobierno en las próximas elecciones y que, ante tal posibilidad, piensan que hay que defender a toda costa el estatus actual, aunque para ello deban utilizar cualquier trampa, medio legal o ilegal para evitar que, un partido de derechas o centro, alcanzara el poder en España.
Por ello nos hemos sentido aliviados, una parte importante, diríamos que muy importante, de los votantes del PP, que soñamos con volver a tener una nación en la que no haya enfrentamientos entre las mismas familias por cuestiones políticas, en la que no se permitan partidos separatistas ni acciones en contra de la unidad de España, en la que los ciudadanos tengan libertad para emprender negocios, montar industrias, realizar compras y ventas sin que, un Estado opresor, censor, intervencionista y totalitario, se dedique a decirnos lo que tenemos o no tenemos que hacer, cómo hacerlo y sometidos a qué tipo de reglas y limitaciones que imponga el gobierno del país, en detrimento de las libertades individuales de los españoles. Esperemos que esta experiencia haya sido lo suficientemente explícita, aleccionadora e informativa para que el señor Feijoo y toda la actual dirección del PP se dé cuenta de que no dispone, en según que materias de suma importancia para los que creemos en los valores de la antigua Alianza Popular, de carta blanca para sobrepasar según que límites que, para una gran parte de los votantes del partido se puedan considerar como la línea roja que no se puede traspasar.
Nadie, en sus cabales, hoy en día, visto el comportamiento del señor Pedro Sánchez a lo largo del tiempo que lleva en el poder, sus inexplicables contradicciones, sus renuncios, sus actuaciones improvisadas, su falta absoluta de respecto por la verdad, su escasa credibilidad, sus artimañas y sus carencias morales; puede entender que haya nadie que sea capaz de creer que, el actual presidente del gobierno español, es capaz de ser fiel a ningún acuerdo, compromiso, obligación o pacto del que haya formado parte; de manera que estime útil intentarlo. Las recientes, las más recientes encuestas de las innumerables que se vienen haciendo por empresas demoscópicas, deben ponernos sobre aviso respecto a darles ni un solo punto de apoyo, ni una mínima concesión ni, por supuesto, acuerdo o pacto que ellos pudieran utilizar para promocionarse ante el electorado, cosa que, pese a su mala gestión gubernamental, vienen consiguiendo si tenemos en cuenta el estancamiento del PP, en lo que venía siendo una carrera triunfal de recuperación de los votos perdidos en anteriores confrontaciones electorales.
Todavía EL PP sigue estando por encima del PSOE en la mayoría de las encuestas ( menos la del CIS del señor Tezanos, por supuesto), pero no se puede despreciar la habilidad y la fuerza propagandística del partido gubernamental experto en comprar voluntades, adquirir adictos y segar la hierba a los partidos, los pocos que quedan, en la oposición. Haría bien el señor Feijoo de dejar de enseñarles los dientes a los señores de VOX e intentar formar una entente, al menos alguna forma de entendimiento entre ambos, de modo que no se perjudicaran mutuamente. Ahora sucede que, entre los dos partidos, se produce una especie de efecto de vasos comunicantes de forma que, cuando desciende el PP los de VOX mejoran notablemente y viceversa. Si, como parece que vienen indicando las sucesivas encuestas, en caso de unas nuevas elecciones, si ganara la derecha, para gobernar se tendrían que entender entre las dos formaciones, tiene poco sentido que se sigan atacando cuando no tienen necesidad alguna de hacerlo y con ello, lo que hacen es favorecer a las izquierdas que saben sacar provecho de cualquier circunstancia que pueda favorecerlas.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, creemos honestamente que la opción que debe representar el PP y los partidos que se pudieran considerar como constitucionalistas, es la de hacer prevalecer aquellos valores que nos han venido acompañando durante siglos y que se han venido basando en la familia tradicional y no debe, en modo alguno, conformarse con ser una imitación más moderada de los gobiernos actuales y de esta proliferación de leyes infumables que han venido convirtiendo a España en el mismísimo estercolero moral y ético de toda Europa.. No hay posibilidad alguna de vencer si las derechas no se presentan como tales, defensoras de la propiedad privada, de la seguridad jurídica, de la moral y la ética tradicionales, del retorno a las esencias patrióticas y la descalificación e ilegalización de todos aquellos partidos y organizaciones, públicas o privadas, que intenten, de alguna manera, cambiar nuestro régimen democrático y los preceptos básicos e inmutables de nuestra Constitución de 1978. Thomas Carlyle fue un filósofo, historiador, traductor, matemático, crítico social y ensayista escocés al que debemos la siguiente reflexión: ”De nada sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos”.
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