Nunca, en lo que España lleva de democracia o, al menos, de una supuesta democracia, se había producido una situación tan abracadabrante y peligrosa para la nación, como esta en la que nos encontramos. Nuestro presidente del gobierno ya no se toma la molestia de disimular, ni se esfuerza en mantener un simulacro de Estado de Derecho, optando por el enfrentamiento puro y duro con lo que queda de una derecha, que apenas tiene nervio para simular que es una oposición lo suficientemente fuerte para conseguir desbancar el sólido aparato de propaganda del que es está valiendo una izquierda, que está demostrando , ser capaz de cualquier maniobra, truco legal, maledicencia, incriminación o calumnia en contra de sus adversarios políticos si, con ello, consigue neutralizar las posibilidades de que los partidos de signo conservador puedan regresar al poder.
Claro que, para ello, cuentan con un comodín que, mientras Sánchez y sus adláteres lo estén sobrealimentando, constituye una garantía de que la situación en España no va a cambiar. Los catalanes y vascos se han constituido en los principales avalistas de que, con un congreso entregado y con un senado en poder de los progresistas, se mantenga la continuidad, sine die, al frente del país de quienes están dando muestras claras de querer acabar con cualquier muestra de democracia, tal como existe en el resto de Europa para instalarse en una cómoda dictadura al estilo de la del señor Maduro, en Venezuela, donde cualquier intento de cambio de régimen por los métodos habituales, se considera como atentado contra el propio país.
Si escuchamos la verborrea, repetitiva y engañosa, del señor Pedro Sánchez tendremos que oír una serie de inexactitudes, medias verdades o intentos de vendernos como éxitos lo que no son más que vergonzosas bajadas de pantalones que, por diversas concesiones o intercambios de cromos, el actual ejecutivo viene consiguiendo que, separatistas catalanes y vascos, le sigan apoyando en sus esfuerzos para mantenerse en el poder. Quiere, el señor Sánchez, justificarse y justificar su política de continuas concesiones a catalanistas y vascos, alagando que ha conseguido calmar las reivindicaciones delos nacionalistas vascos y catalanes mediante una política que, para él es la adecuada, pero que para el resto de españoles y mucho nos tememos que de socialistas, no es más que una retahíla de vergonzosas claudicaciones que van alimentando y permitiendo el progreso, más o menos lento, de una situación en Cataluña que, solamente los que residen en ella son capaces de valorar y que, desgraciadamente, va manteniendo la brasa encendida de aquel espíritu que se manifestó el 1º de octubre del año 2017.
Usted puede impedir que le maten accediendo a un chantaje, mientras pueda mantenerlo. A costa de qué sobre su vida, penda la posibilidad de que acaben con usted en el momento en que el criminal, en potencia, decida hacerlo. Y ahí está el meollo de la cuestión. Todos sabemos lo que le costó al señor Rajoy que, el partido socialista del señor Pedro Sánchez, le permitiera aplicar el Artº 155 para sofocar la rebelión, sí señores, rebelión, que es lo que los catalanes intentaron llevara a cabo y que, luego, entre ellos y los socialistas se han dedicado a blanquear, hasta el punto de que ahora, en el 2022, se culpa a los tribunales de haberse extralimitado por condenar por malversación de caudales públicos y sedición a unos señores que, indebidamente, fueron indultados por el Gobierno, y a los que ahora se pretende justificar haciendo desaparecer del CP el delito de sedición, para convertirlo en una panacea para todos aquellos que quieran volver a intentar levantarse contra la nación española. Entonces el señor Sánchez, fiel a sus cambios súbitos de orientación, calificó los hechos ocurridos en Cataluña de “rebelión”.
¿Saben ustedes o que representa para la nación española el que no se tomaran medidas más radicales prolongando lo necesario el 155? Pues el hecho de que en toda Cataluña se hayan instalado los separatistas y comunistas; que unos miles de empresas, algunas multinacionales, se hayan exiliado voluntariamente a otros lugares de España; a que Barcelona, la perla de la corona, sea irreconocible y en ella mande un personaje caótico, absolutamente incapaz, cerrilmente comunista y a la que, las leyes del Estado le tienen sin cuidado si a ella no le gustan. La señora Colau, en su día una zarrapastrosa activista en contra de los desahucios, que se arrastraba por los suelos para impedir la actuación de los encargados de llevarlos a cabo y ,ahora, dama de la sociedad que viste caros conjuntos, tiene coche oficial y, cómo no, frecuenta la alta sociedad de la comunidad catalana: lo que puede el dinero y el poder. Sic transit gloria mundi.
Y aquí tenemos al panfleto de los señores Godó, La Vanguardia, la de los cientos de subdirectores y la flor y nata de los periodistas entregados en cuerpo y alma a la causa nacionalista. Todos a una, como los Tres Mosqueteros de A. Dumas, toda la pléyade de colaboradores, a cuál más implicado en la causa de apoyo al gobierno socialista del que dependen y, sin el cual y la ayuda de la Generalitat, seguramente haría tiempo que habría desaparecido. Un ataque frontal en tromba, y sin la más mínima concesión a la verdad, ha sido organizado, coordinado y puesto en marcha centrado en descalificar a la señora Ayuso de Madrid. Tema: las prestaciones sanitarias de la Seguridad Social.
¿Se han puesto a mirar lo que sucede en Cataluña con este servicio público? ¿Han intentado llamar por teléfono para que les concedan cita? ¿Cuántas veces les habrán descolgado a la primera, la segunda o la décima intentona de conseguir la cita? Pero, seguramente, a los periodistas de La Vanguardia no les sucede lo mismo, por la sencilla razón de que muchos de ellos no usan la seguridad social porque tendrán su seguro privado.
No dudo de que a la familia Godó les va muy bien apoyando al gobierno socialista y, de paso, beneficiándose de los anuncios y ayudas económicas que consiguen de la Generalitat; pero eso no les exime de formar parte de este indeseable cártel catalán, que sigue intrigando para abandonar España, embarcado en no se sabe qué tipo de aventura aislacionista, con la que pretenden engañar a los catalanes de buena fe y que, hasta el momento, no ha conseguido otra cosa que empobrecer a esta comunidad situándola, pese a sus críticas continuas a la señora Ayuso, a mucha distancia de lo que es hoy la próspera comunidad madrileña.
Pero Sánchez sigue impertérrito, erre que erre, en su empeño de situar a la derecha y el centro español fuera de la línea democrática. En unas amplias, monumentales y mil veces repetidas declaraciones don Pedro sigue insistiendo en la postura, que intenta trasmitir, de que cualquier relevo de gobierno que no sea de su propio partido y persona significará la llegada de “los reaccionarios”. Lo que no sabemos es si, este personaje que vive de improvisaciones, de cambios de orientación y de rectificaciones en cuanto a su forma deslavazada de gobernar, conoce lo que verdaderamente significa la palabra “reaccionario”; algo que hemos intentado averiguar y que nos ha llevado a la siguiente definición: ”Que es partidario de mantener los valores políticos, sociales y morales tradicionales y se opone a reformas o cambios que representan progreso en la sociedad.” Una definición en la que podríamos coincidir con el señor presidente si, lo que el pretende decir es, sin duda alguna, algo que para él sería el colmo del mal para los españoles.
Y, aunque no tenga relación alguna con lo que estamos tratando, como una opinión de un simple ciudadano que ha venido admirando a nuestro tenista, además paisano, Rafael Nadal. Creo que debiera empezar a renunciar a seguir jugando, antes de que sea el propio tenis, que tantas alegrías le ha dado y nos ha dado, empiece a tomar nota de su decadencia, por otra parte, propia de los años que ya tiene nuestro campeón. ¡Ánimo! Que todavía le quedan grandes cosas que hacer fuera de la cancha.
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