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Las personas cambian a las personas, es decir, las personas cambian los patrones de comportamiento de los demás. ¿Qué motiva estos cambios? Las actitudes positivas o negativas que adoptan. En este caso, ser negativo a raíz del acoso y abuso sexual puede tener graves consecuencias en la vida de sus víctimas. Nuestros niños y adolescentes son seres humanos todavía en proceso de formación y maduración de su personalidad.
Quiero hablar de un libro que me ha gustado mucho: El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana, de Marie-France Hirigoyen. Es un tema que nos interpela a todos en sus diversas facetas: familiar, profesional, amistades, el ámbito social, e incluso en las nuevas tecnologías y redes sociales, donde también se manifiestan formas sutiles de violencia psicológica.
Mal que nos pese, los tiempos modernos están siendo propicios para todo tipo de vasallaje, el más denigrante sin duda es la de ser esclavo de uno mismo, así como aquel que se impone como obediencia sin autonomía. Las últimas estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así lo refrendan, haciendo referencia a situaciones de explotación de las que una persona no puede escapar debido a amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder.
Este jueves entra en funcionamiento el servicio de la Unidad de Prevención y Atención Contra las Violencias Machistas en el Sector Audiovisual y Cultural. Atenderá a trabajadoras del ámbito audiovisual y cultural, en cualquiera de sus departamentos u oficios, que requieran información sobre el tema, que estén viviendo o hayan vivido una situación de violencia sexual, acoso o abuso, o discriminación por razón de género.
No estamos afirmándolo, no estamos negándolo, sino planteándonos si las personas en sus relaciones, se crean interrelaciones de influencia y de poder abusivo, y, nos estamos planteando si, a veces, no saben utilizar de forma correcta ese poder o esa influencia. Pero no estamos hablando o dialogando o preguntándonos sobre el Gran Poder y el Poder o Poderes de los Estados, sino el poder entre las personas, en los trabajos, en las familias, en los grupos sociales…
Yo y mi generación hemos mamado “el respeto a la mujer”. En aquella época también existían los que infringían ese respeto. Igualmente, como ahora, se perseguía a los infractores. También, como ahora, algunos, “de tapadillas”, conseguían pasar al anonimato.
Remi Cáceres conoció en primera persona la violencia de género. Luchó, salió y hoy ayuda a otras mujeres en Argentina a encontrar la válvula de escape. Pero por estar en silla de ruedas y ser extranjera, advierte que el proceso fue aún más doloroso y arduo: “Con una discapacidad y siendo migrante, cuesta el doble o el triple. Hay que empoderarse y resulta muy difícil”.
Pensaban que no iba a aparecer este fin de semana por toda la tremenda violencia ejercida contra mi persona una semana antes, pero este fin de semana he vuelto a documentar en Picassent la crueldad que ejercen contra los equinos utilizados innecesariamente en espectáculos.
Nos encontramos ante una nueva manifestación de la cultura machista, en la que para someter a su voluntad a la mujer se anula por completo su capacidad de defensa y de intencionalidad. Detrás de estos comportamientos, no solo está el interés sexual, sino el poder de sometimiento y de control sobre el otro sexo.
La Organización Mundial de la Salud advierte que el riesgo de abuso de los mayores aumenta proporcionalmente al envejecimiento de la población; un dato relevante si tenemos en cuenta que para 2050 se calcula que 2.000 millones de personas tendrán más de 60 años, superando así al número de adolescentes y jóvenes de entre 15 y 24 años.
El abuso de las redes sociales entre los jóvenes puede suponer un peligro para su salud mental. Aspectos como la baja autoestima, la búsqueda constante del perfeccionismo, la falta de contacto con la realidad o el aislamiento social pueden generar depresión y ansiedad. La estimulación cerebral no invasiva emerge como una de las técnicas más efectivas para abordar las adicciones de estos jóvenes.
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