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Dos películas “El capitán” y “El salto”, describen de una forma certera y muy realista el sufrimiento y la tragedia que hoy rodea a quienes, huyendo del hambre y la miseria de sus países de origen deciden abandonar su tierra africana y sus familias, por encontrar en “El Dorado europeo” el fin de su desventurada vida.
Al inclinarme a besar la mano de la camarada que me recibía en el Kremlin, al estilo de Catalina la Grande que exigía que los representantes extranjeros le besaran la mano y le hablaran en francés – parecería más apropiado que el léxico diplomático hubiera adoptado el término legado.
De la mano incansable en la promoción de Ceuta de José María Campos, con mi esposa María Eugenia Vexenat, las parejas diplomáticas que siempre están ahí, y con Javier Jiménez-Ugarte, uno de nuestros más sobresalientes diplomáticos, hemos asistido a la exposición La obra de Mariano Bertuchi en la historia del Protectorado, en el Instituto de historia y cultura militar, en Madrid.
Dejamos ahora para más adelante -hacia el otoño de este año electoral, y aunque la política exterior va a tener como es tradicional por estos pagos escasa entidad, en el pleno fragor de la contienda quizá la coyuntura permita margen para alguna que otra referencia a las controversias diplomáticas- el habitual balance sobre nuestros contenciosos y diferendos, que esta vez arroja un déficit asaz agravado.
La catalogación del Estatuto de Territorios no Autónomos como potencial amenaza para Ceuta y Melilla, arrancaría del diplomático Francisco Villar, que después fue representante permanente ante Naciones Unidas, en su bien trabajado libro El proceso de autodeterminación del Sáhara, de 1982, tan utilizado por mí, y yo la he venido recogiendo como demandan la profesionalidad y a título cautelar, la oportunidad.
Tal vez lo primero que se requiera para aproximarse a nuestro contencioso más complicado, sea la consideración certera de la contraparte, sobre la que, cuando se plantea el tema, se viene repitiendo de manera reiterativa, inercial su carácter moderno, sólo existe desde 1956, lo que siendo exacto desde la técnica política como entidad estatal, no pasa de descriptivo a efectos contenciosos.
En cualquier país, la bandera es un símbolo poco menos que sagrado. Simboliza el compendio de su historia, de su ser y su sentir, su identidad y sus raíces, lo que une a todos sin distinción. Por eso, generalmente, en todas partes es amada y respetada. Bueno, en todas partes menos algunas excepciones como las comunidades autónomas vasca y catalana de España, en las que una parte de la sociedad, la odia y la ultraja impunemente.
Cuando en Mayo del 2021 se produjo el asalto de ocho mil personas a la frontera de Ceuta, de las que aproximadamente 800 eran menores, resultaba evidente que se trataba de una operación de asedio orquestada desde Marruecos como respuesta a la torpe y chapucera acogida del líder del Frente Polisario Brahim Ghali. Se abrió con Marruecos una crisis diplomática sin precedentes, que provocó la retirada de la embajadora en Madrid, Karima Benyaich.
Cuando en el mes de Septiembre, la ex ministra del Gobierno de España María Antonia Trujillo, afirmó en Tetuán que las ciudades de Ceuta y Melilla “suponen una afrenta a la integridad territorial de Marruecos y son vestigios del pasado que interfieren en sus relaciones con España”, confieso que sentí un sobresalto emocional como melillense y como representante político de Melilla en las Cortes Generales y en el Parlamento Europeo.
La Fundación insiste en ¨la incorporación urgente de Ceuta al área protegida por la OTAN” junto con “la incorporación al espacio Schengen previo el estudio correspondiente.
La reivindicación marroquí sobre los territorios hispánicos en el norte de Africa forma parte perenne y programática del ideario alauita. Es histórica e imprescriptible. No va a extinguirse nunca en horizontes contemplables. Esa es la certeza de técnica diplomática bilateral en el contencioso más complicado que tiene España.
Cuando me invitan a conferenciar sobre el Estrecho y puntos aledaños, “por mi reconocida competencia en esa y en otras zonas calientes”, se me aloja en Algeciras, más de una vez en el Reina Cristina, siempre señorial e histórico, marco de la Conferencia de 1906 como atestiguan las fotos en sus salones con la firma del acta entre once plenipotenciarios europeos, más Estados Unidos, Rusia y Turquía y el embajador marroquí en Madrid, El Mokri.
Una de las consecuencias centrales de la nueva relación hispano/marroquí es el anuncio de la celebración antes de fin año de la XII RAN, prevista inicialmente para diciembre del 2020. La anterior Reunión de Alto Nivel tuvo lugar en junio del 2015, con el gobierno del PP, y en cuanto elemento clarificador y potencialmente destrabador, resulta fundamental.
Mi competencia en nuestros contenciosos diplomáticos está reconocida dentro y fuera de España tras una dedicación de larga data, que arranca desde que fui el primer y único diplomático que se ocupó de los 335 españoles (339, para las estadísticas ya que localicé a otros cuatro tras confeccionar el censo) que quedaron en el Sáhara, algo después de nuestra salida.
Hace tiempo que he acuñado la máxima diplomática, al parecer némine discrepante, de que hasta que España no resuelva o al menos encauce debidamente su en verdad harto complicado expediente de política exterior en litigios territoriales, no ocupará el puesto que corresponde en el concierto de las naciones.
No solamente es en Ceuta la ciudad española donde se le ha permitido acceder a diputada de la Asamblea a una señora, Fátima Hamed, residente y de origen marroquí a la que, se le ha dado un protagonismo absurdo e inexplicable, cuando el grupo que preside se abstuvo en una votación en la que la señora concejala pedía que se declarase personas non gratas a los que “fomentaban el odio contra el pueblo marroquí”.
La megalo-burocracia de los grandes países mastodónticos, dirigidos por partidos comunistas, ya se puede considerar como un clásico en la historia de quienes han intentado y conseguido implantar regímenes autoritarios en países muy poblados y que, por tanto, requieren disponer de una policía muy bien organizada, unos servicios de información perfectamente dotados y un número muy elevado de personas que vivan a costa del partido.
El error de uno es la exageración en sus términos y formas. El otro hierra por su soberbia de “camisa y pañuelo” de señuelo elitista.
Ceuta es una realidad, mezcla de sentimientos enfrentados: uno, la españolidad histórica debilitada. Otro, el islamismo protegido y teledirigido desde Marruecos.
Sabido es que el Tarajal es una playa que ha protagonizado la noticia de la invasión marroquí estos días pasados, por estar situada en la Ciudad Autónoma de Ceuta, territorio español. Es más, se encuentra al lado de la aduana del mismo nombre, que separa España de Marruecos. El carajal es otra cuestión bien distinta: el DRAE nos dice que es una voz coloquial con el significado de embrollo, enredo y confusión.
Las imágenes que pudimos presenciar ayer en directo a través de las diversas televisiones eran impactantes. Despertaron en mí un sentimiento de horror, preocupación y, finalmente, indignación ante la barbarie, la manipulación y la indiferencia de aquellos que propiciaron el asalto a la ciudad de Ceuta por miles de personas que son engañadas por todos.
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