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Me regalan seis días en Sevilla, en conmemoración de cierto acontecimiento personal, y paso a relatarles lo que me traigo en el zurrón emocional de aquella tierra. El presente artículo va de sentimientos, siempre subjetivos, siempre brumosos. Uno daba por hecho que lo espiritual estaba de capa caída. Mas aprecio tras estos días que, lejos de ser así, la creencia en lo trascendente sigue en los corazones de la gente en general, y de los jóvenes en particular.
Unas fechas que los cristianos debemos aprovechar para hacer un repaso de nuestro compromiso como creyentes. En las mismas, conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Cada uno a su manera.
Soldados armados de lanzas, espadas, sables, armaduras de latón o acero y rojo terciopelo que desde mediados del siglo XIX calan en el corazón de los espectadores de la zona, y sean de aquí o turistas, cada vez llegan más a verlos desfilar como grandes actores.
Es decir, en ellas se establece una jerarquía de gobierno.Por otra parte, el canon 707.2 recoge el nombre de cofradía en referencia a las pías uniones cuya finalidad principal es el culto público.También, el Código de 1917 recoge el término archicofradía en su canon 720: «Las hermandades que gozan de la facultad para agregar a sí otras de la misma especie, se llaman archihermandades o archicofradías, o pías uniones, congregaciones o sociedades primarias».En definitiva, se puede decir que las cofradías y hermandades son pías uniones, o asociaciones públicas de fieles en las que podemos introducir algunos matices si queremos establecer una diferenciación entre ellas.
En aquel mes de noviembre de 1978 la vida cultural de Málaga estaba bastante paralizada. El mundo asociativo se circunscribía a las actividades de las cofradías y de las peñas. Todos estaban pendientes de la transición política y de las pasadas inundaciones.
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