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Lo que no puede significar es que por ello se olvide la alta cultura y el arte y que una parte considerable de la sociedad infravalore o menosprecie la producción de cultura o la actividad de creación.Y es lo que está sucediendo.
La autoridad moral que ha de guiar a los pueblos, ¿dónde se encuentra? Según Josep Borrell: “El juicio moral de alcance comunitario, que es el que prevalece en todo pacto social de convivencia y el que fundamenta las leyes y las normas que se derivan, las impulsa el poder, sin subterfugios, ahora y siempre”.
El mejor viaje es hacia uno mismo, que es donde verdaderamente se pueden romper barreras, superar fronteras, intimar cambios, compartir y despertar sentimientos, construir horizontes de esperanza. Nunca es tarde para ponernos en marcha con nuevas ilusiones. Nos hace falta propiciar la gran revolución de la ternura, al menos para sentirnos, tras el reposo de la pasión, vinculados a la gran familia humana. Pensábamos que el dinero abría todas las puertas, estimándolo más de lo que realmente vale, porque aniquila más espíritus que, el propio hierro, cuerpos. Demasiadas servidumbres para multitud de catástrofes. Olvidamos que somos vida que da vida, lo máximo, lo importante ahora es no destruirse.
Es tiempo de unir voluntades hacia esa cultura del abrazo, de la consideración hacia todo ser humano por minúsculo que nos parezca, de reflexionar conjuntamente sobre nuestras andanzas globales, de priorizar a la persona sobre la sociedad, la familia sobre otras instituciones, la ética sobre la política; máxime cuando algunas gobernanzas, fomentan descaradamente la discriminación y la xenofobia. Nos merecemos otros horizontes más justos, más respetuosos con la vida de todos; y, en este sentido, es primordial contar con una actividad laboral decente en todo el planeta.
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