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El manifiesto ‘Hay que parar la guerra. Ni Terrorismo, Ni Genocidio’ se publica por tercera vez con más de 10 mil firmas de 30 países. Entre los firmantes se encuentran una parte importante de profesionales destacados de la cultura de nuestro país.
Miles de veces me he propuesto escribir sobre el conflicto palestino israelí, como consecuencia de la actual masacre realizada por el grupo terrorista Hamás en el desierto de Neguev coincidiendo con la festividad judía del Sukkot. Pero tantas veces como me lo propuse, tantas desistí por tener claro que mis intenciones acabarían embadurnadas de lodo, ira, venganza, y sucios intereses geopolíticos.
Es fácil comprobar que no soy un adulador del presidente del gobierno español. Basta con poner su nombre y apellido en el buscador de mi página web para encontrar varios artículos en los que he criticado alguna de sus decisiones o políticas. Los últimos, sobre sus acuerdos con los independentistas catalanes.
El pueblo de Israel desde Abraham forma un pueblo escogido por Dios, que ha tenido distintas dificultades, luchas contra pueblos circundantes, ocupaciones en su tierra y siempre ha tenido la promesa de la liberación con sus profecías mesiánicas de donde viene el sionismo actual que germina en el siglo XIX, para acabar con la diáspora y volver a Sión el monte santo de Jerusalén.
Hace poco, algunos medios recogían unas palabras de Netanyahu, primer ministro de Israel. La mayoría destacaba la siguiente frase: "La Biblia dice que 'hay un tiempo para la paz y un tiempo para la guerra'. Este es un momento de guerra". Otros daban un paso más y completaban la intervención: "Debéis recordar lo que Amalek os ha hecho, dice nuestra Santa Biblia. Nosotros lo recordamos y estamos luchando".
La verdad —y los periodistas— son las primeras víctimas de la guerra en Gaza. Mientras el bombardeo israelí contra la Franja de Gaza, que ya lleva casi siete semanas, se ha cobrado la vida de más de 14.000 palestinos, entre ellos más de 5.000 niños y niñas, los valientes periodistas palestinos que trabajan en Gaza en circunstancias sumamente difíciles y peligrosas están muriendo uno tras otro.
«Señor Benjamín Netanyahu, como español y como ciudadano europeo, le pido disculpas y le digo que siento sincera vergüenza por lo sucedido con el felón español. Me duele el alma y se me embarga de vergüenza y horror por el hecho de que este personaje sea presidente del Gobierno de España».
Tras la Guerra de los Seis Días (1967), el puzzle geoestratégico de Oriente Medio-Próximo se completó con la instauración de regímenes autocráticos y pro-occidentales en los países circundantes a Israel ( Libia, Siria, Jordania, Egipto, Arabia Saudí, Irak e Irán), quedando los palestinos confinados en el gueto de Cisjordania, convertida en un mero protectorado de Israel mientras la Franja de Gaza quedó aislada por un Muro que ha degenerado en una profunda crisis humanitaria entre sus más de dos millones de habitantes.
Israel debe parar inmediatamente el genocidio en Gaza, Hamás debe liberar incondicionalmente a los rehenes israelíes. Igual que denunciamos a Netanyahu como genocida y exigimos que pare la guerra, también exigimos a Hamás la liberación incondicional de los rehenes.
La humanidad quiere paz, no guerra. Las grandezas de la cotidianidad (vida) no está en admitir o proliferar el odio, la venganza, guerras, indisponer a las personas sin justificada razón, solamente para, como lo dice el adagio: "matar para sobrevivir". Inmiscuirse en esa hazaña no es de persona inteligente.
“La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público”. No lo digo yo. Es lo que dice el artículo 21.3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Una afirmación rotunda y que parece debiera cumplirse para poder considerar que un poder público es legítimo y democrático. Sin embargo, los ejemplos concretos de su incumplimiento, justamente en los países que más alardean de ser los defensores los derechos humanos, se podrían contar por cientos o miles.
En la Rotonda del Capitolio de Estados Unidos, se exhiben los documentos fundacionales de la nación, entre los cuales se incluye la Carta de Derechos, que consagra el derecho a la libre expresión. Mientras Israel somete a Gaza a un ataque aéreo y terrestre a gran escala, el Congreso estadounidense nos ha recordado lo que se conoce como “la excepción palestina” a la libertad de expresión.
¿Qué intereses están detrás de las monstruosas masacres cometidas contra judíos israelíes por Hamás el 7 de octubre? Han creado un pánico sobre Occidente, en previsión de otros posibles atentados islamistas, y hay una indignación ante este atentado, al mismo tiempo que una protesta contra la respuesta de Israel que arremete con sus represalias con un sentido de la ley del talión que mata inocentes pues los palestinos no tienen una culpabilidad colectiva ante el atentado.
La inmensa mayoría de los demócratas de nuestro país exige parar la guerra y el genocidio que Israel perpetra contra la población civil en Gaza. La posición de España tiene una especial relevancia, tanto porque España ocupa en estos momentos la presidencia del Consejo Europeo, como por la presencia militar directa en la zona liderando desde 2022 una misión de la ONU en la frontera entre Líbano e Israel, y por la implicación de las bases estadounidenses en el conflicto.
Más de 9.000 palestinos —entre ellos 3.700 niños y niñas— han muerto a causa de los bombardeos que Israel ha lanzado contra Gaza en las últimas semanas y de la invasión terrestre que el Ejército israelí ha iniciado recientemente, con el pleno apoyo del Gobierno de Estados Unidos, mientras los llamamientos mundiales a un alto el fuego continúan sin ser escuchados.
El sufrimiento de los niños en Gaza se debe a que, por impaciencia, van directamente contra los objetivos militares sin importarles que estos se escudan en la población civil, muriendo muchos niños cada día. La rabia de la guerra, la sed de venganza nunca puede dejarnos ciegos ante el llanto de un niño, de miles de niños que sufren, que mueren.
Israel ha pedido a los habitantes del norte de la franja de Gaza que se vayan al sur, pero hemos visto que muchos no lo han hecho. Israel dice que los que se queden serán considerados como pertenecientes a Hamás, pero si pensamos que muchos son familia de miembros de Hamás en mayor o menor grado, vemos que la acción violenta contra ellos no es posible, que un exterminio así sería inmoral y no viable ante los ojos de la opinión pública internacional: hay que usar otras vías.
Pienso que António Guterres, secretario general de la ONU, se ha equivocado al poner en la misma frase la condena al acto terrorista de Hamás del 7-O y decir luego que estos "no surgieron de la nada". Nada justifica el terrorismo que hemos vivido también en las bombas de Atocha o los americanos en las Torres Gemelas. Las palabras de Guterres fueron desafortunadas.
Con motivo de la reactivación del conflicto israelí-palestino que se inició el 7 de octubre de 2023, cuando grupos armados de milicianos palestinos, principalmente de la facción armada de Hamás y de la Yihad Islámica Palestina, junto con otras agrupaciones, realizaron un ataque armado contra la población civil que se hallaba en territorio israelí, desde la Franja de Gaza, arrojando un balance de al menos 1000 personas asesinadas en el primer día del ofensiva.
Nunca he comulgado con las historias minimalistas de buenos y malos, donde los primeros despliegan su papel de ángeles melosos y a los segundos se les reserva el de villanos sanguinarios. Supongo que, al menos en el caso de los humanos, las cosas vienen a ser bastante más complejas de lo que ofrece un guión como el descrito. A poco que se observe con ojos críticos, la vida cotidiana nos ofrece ejemplos diáfanos de lo que digo.
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