En la Rotonda del Capitolio de Estados Unidos, se exhiben los documentos fundacionales de la nación, entre los cuales se incluye la Carta de Derechos, que consagra el derecho a la libre expresión. Mientras Israel somete a Gaza a un ataque aéreo y terrestre a gran escala, el Congreso estadounidense nos ha recordado lo que se conoce como “la excepción palestina” a la libertad de expresión.
El martes, 22 legisladores demócratas se unieron a la mayoría republicana en la Cámara de Representantes para aprobar una resolución de censura a la congresista palestino-estadounidense Rashida Tlaib. Minutos antes de la inusual votación, Tlaib se dirigió al pleno de la Cámara Baja, rodeada de varios de sus colegas del ala progresista del Partido Demócrata, entre ellos las otras dos personas musulmanas que ocupan escaños en el Congreso, el congresista André Carson y la congresista Ilhan Omar, la primera refugiada de origen africano en ser elegida para integrar el Congreso de Estados Unidos. También flanqueada por los legisladores afroestadounidenses Ayanna Pressley, Summer Lee, Jamal Bowman y Cori Bush, y la presidenta del Bloque Progresista del Congreso, Pramila Jayapal, Tlaib dijo: “Soy la única legisladora palestino-estadounidense de este Congreso, señor presidente, y mi perspectiva es ahora más necesaria que nunca aquí. No me callaré ni permitiré que distorsionen mis palabras. Tratar de intimidarme o censurarme no funcionará, porque este movimiento por un alto el fuego va mucho más allá de una sola persona. Es un movimiento que crece día a día. Hay millones de personas en todo el país que se oponen a las políticas extremistas [del primer ministro israelí] Netanyahu […] y están hartas de ver cómo nuestro Gobierno, señor presidente, apoya que se corte el suministro de alimentos, agua y electricidad, y la atención médica a millones de personas que no tienen adónde ir. Al igual que yo, señor presidente, ellas no creen que la respuesta a crímenes de guerra sea [cometer] más crímenes de guerra”.
Mientras la congresista Tlaib se enfrentaba a la medida de censura en el Congreso, Marione Ingram, una sobreviviente del Holocausto de 87 años de edad, se encontraba muy cerca de allí, manifestándose frente a la Casa Blanca para exigir que el presidente Joe Biden pida un alto el fuego en Gaza.
Al día siguiente, Ingram dijo a Democracy Now!: “Me parece horrible que los políticos tengan el descaro de censurar las voces justas que se alzan por la paz y por la vida de los gazatíes, que están siendo asesinados. Lo que está ocurriendo es una masacre. Rashida Tlaib es, en mi opinión, una heroína”.
Ingram agregó: “Soy judía, mi madre era judía y mi familia judía fue asesinada en 1941. Los judíos de Hamburgo fueron enviados a Minsk, [la capital de] Bielorrusia. Al llegar allí, los desnudaron y luego los fusilaron y los arrojaron a una fosa común. Dos miembros de la Gestapo fueron al apartamento de mi madre y se llevaron a mi abuela la noche antes de que yo cumpliera seis años”.
La sobreviviente germano-estadounidense del Holocausto afirmó de manera categórica: “El Gobierno de Netanyahu y las políticas que Israel ha implementado durante décadas han fomentado la opresión y miseria del pueblo palestino, así como la apropiación de sus tierras. […] Fui hija de la guerra. He experimentado todas estas cosas. También sé con certeza que lo que está haciendo Israel no detendrá este conflicto. Solo lo exacerbará”.
Marione Ingram no está sola. Más de 1.000 académicos, artistas y clérigos judíos han firmado una carta abierta en la que piden un alto el fuego inmediato, la liberación de todos los rehenes que Hamás ha tomado y el fin del apartheid y la ocupación israelíes. La iniciativa fue impulsada por Omer Bartov, profesor de estudios sobre el Holocausto y el genocidio de la Universidad de Brown a quien el Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos ha descrito como uno de los principales expertos mundiales en el tema del genocidio.
En conversación con Democracy Now!, Bartov expresó: “Fui soldado de las Fuerzas de Defensa de Israel entre 1973 y 1976 . Como joven soldado, la primer experiencia a la que me enfrenté fue el traumático y sorpresivo ataque de [la coalición de países] árabes [liderada] por Egipto y Siria contra Israel, que tuvo lugar el 6 de octubre de 1973. Cuando ocurrió el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, 50 años y un día después, el hecho fue muy traumático para mí y para muchos miembros de mi generación”.
El profesor Bartov continuó: “Los líderes políticos y altos mandos militares israelíes han hecho declaraciones muy alarmantes y aterradoras sobre Gaza. Han hablado de arrasar Gaza y han calificado a los miembros de Hamas, pero también, por extensión, a los gazatíes en general, de “animales humanos”. Además, han hablado de desplazar a toda la población de Gaza, lo que denota una clara intención de limpieza étnica. Esas declaraciones muestran una intención genocida, que a menudo es muy difícil de probar. Las personas que llevan a cabo un genocidio habitualmente no quieren reconocer que lo están haciendo”.
Las preocupaciones de Bartov son secundadas por otro veterano de la guerra de Yom Kipur de 1973, el renombrado historiador israelí Ilan Pappé. Pappé escribió un destacado libro sobre la limpieza étnica de Palestina, un hecho que los palestinos llaman “la nakba” o “catástrofe” y que ocurrió en el período previo a la fundación en 1948 del Estado de Israel.
En la entrevista que mantuvo con Democracy Now!, Pappé expresó: “Lo que estamos presenciando ahora, lo que se desarrolla ante nuestros ojos, es una situación de genocidio, en la cual las personas, incluidos niños, niñas y bebés, se encuentren en hospitales o en escuelas, son blanco de los ataques. Esta es una operación a gran escala de asesinato, limpieza étnica y despoblamiento”.
Denunciar un intento de genocidio en curso no es un delito ni una acción antisemita. De hecho, es inherente a la frase que suelen invocar los sobrevivientes del Holocausto y sus descendientes: “¡Nunca más!”.
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