La verdad —y los periodistas— son las primeras víctimas de la guerra en Gaza. Mientras el bombardeo israelí contra la Franja de Gaza, que ya lleva casi siete semanas, se ha cobrado la vida de más de 14.000 palestinos, entre ellos más de 5.000 niños y niñas, los valientes periodistas palestinos que trabajan en Gaza en circunstancias sumamente difíciles y peligrosas están muriendo uno tras otro. Esta semana se alcanzó un récord sombrío: el número de periodistas fallecidos en el conflicto ha superado los 50. Aunque la pausa negociada brindará un breve respiro a la población civil de Gaza y permitirá la liberación de 50 rehenes israelíes retenidos en el enclave palestino, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha afirmado que los ataques se reanudarán inmediatamente después.
Según el Comité para la Protección de los Periodistas, CPJ, por sus siglas en inglés, al menos 53 periodistas y trabajadores de prensa han muerto en el que la organización describe como “el mes más mortífero para los periodistas desde que este comité comenzó a recopilar datos en 1992”.
Hasta la fecha, 46 periodistas palestinos, cuatro israelíes y tres libaneses han perdido la vida. Otros once trabajadores de los medios han resultado heridos y tres continúan desaparecidos. Asimismo, 18 periodistas palestinos han sido arrestados por Israel.
Sherif Mansour, coordinador del programa del CPJ para Medio Oriente y el Norte de África, dijo a Democracy Now!: “Nunca habíamos visto nada igual. No tiene precedentes. El riesgo exponencial para los periodistas que se encuentran en Gaza es posiblemente el más peligroso que hemos visto”. Una de las comunicadoras que ha fallecido es Ayat Khaddura, una joven periodista independiente y presentadora de podcasts de 27 años de edad. Ella y su familia perdieron la vida esta semana a causa de un ataque aéreo israelí que alcanzó su casa en el norte de Gaza.
En un video que publicó poco antes de su muerte, Ayat dice en árabe: “Este puede ser mi último video. Hoy, [el ejército de] ocupación disparó bombas de fósforo y bombas sonoras aterradoras, y también lanzó avisos de evacuación, en la zona del complejo [habitacional] de Beit Lahia. Casi toda la zona ha sido evacuada. Todas las personas empezaron a correr como locas por las calles, de aquí para allá. Nadie sabía adónde ir. Estamos separados. […] La situación es muy aterradora. Lo que está pasando es muy difícil. Que Dios se apiade de nosotros”.
Conteniendo las lágrimas, Ayat Khaddura finalizó así lo que sería su último envío informativo. Mientras tanto, Belal Jadallah, quien era considerado el “padrino” del periodismo palestino, murió en su automóvil luego de ser alcanzado por un proyectil de un tanque israelí. Jadallah era el director de la Casa de Prensa de la Franja de Gaza, una organización que ha ayudado a capacitar a generaciones de periodistas.
En su conversación con Democracy Now, Sherif Mansour afirmó: “Belal Jadallah nos ayudó a documentar este mortífero patrón de periodistas muertos a causa del fuego israelí durante 21 años”. Mansour hace referencia a un informe del Comité para la Protección de los Periodistas que fue publicado el 11 de mayo de este año, al cumplirse el primer aniversario del asesinato de Shireen Abu Akleh, una periodista palestino-estadounidense que murió por los disparos de un francotirador israelí mientras cubría una incursión en los territorios ocupados de Cisjordania. Mansour agregó: “El domingo, tras morir en su automóvil, Belal se convirtió en víctima de este mismo patrón mortífero. Jadallah también proporcionó equipos de seguridad de suma importancia para que los periodistas pudieran hacer su trabajo de manera segura y abrió la Casa de la Prensa para que los periodistas pudieran usar la electricidad o Internet cuando no tenían otro lugar”.
Belal Jadallah también facilitó la llegada y la labor de periodistas extranjeros en Gaza, por lo que su fallecimiento complicará aún más el acceso de reporteros a la Franja para informar sobre la devastación que está sufriendo ese enclave ocupado.
Informar con imparcialidad y precisión es algo fundamental, especialmente en tiempos de guerra y castigo colectivo. Un informe sobre la actual pausa negociada de cuatro días, publicado por el medio Político, incluye una frase breve pero reveladora, atribuida a un funcionario del Gobierno de Biden cuya identidad no fue revelada.
”[…] había cierta preocupación en el Gobierno estadounidense por una consecuencia no deseada de la pausa: que esta permita a los periodistas un acceso más amplio a Gaza y la oportunidad de arrojar más luz sobre la devastación que está ocurriendo allí, lo que podría llevar a que la opinión pública se vuelque en contra de Israel”.
Los medios de comunicación estadounidenses se han centrado principalmente en informar desde territorio israelí y solo se han aventurado a ingresar a Gaza como acompañantes de unidades de las Fuerzas Armadas de Israel, donde se ven obligados a seguir a los portavoces militares de ese país. ¿Qué palestino hablaría libremente con un periodista extranjero que está acompañado de un soldado israelí armado? Una de las condiciones para participar en este tipo de coberturas supervisadas es que todas las imágenes deben ser revisadas y aprobadas por censores militares israelíes antes de ser emitidas. Lo que finalmente se difunde no es mucho más que propaganda estatal israelí. Sin embargo, ninguna medida de censura podrá ocultar la magnitud del caos y la masacre.
A principios de noviembre, el periodista Salman Al-Bashir, de la Agencia de Noticias de Palestina, estaba informando en una transmisión en vivo sobre la muerte en un ataque aéreo israelí de su colega Mohammad Abu Hattab y once miembros de su familia. Mientras hablaba, claramente consternado, Al-Bashir se quitó el casco y el chaleco azul de protección con la inscripción “Prensa” y los arrojó al suelo, preguntando: “¿Por qué nos molestamos en llevar esto si nos van a matar de todos modos?”. De vuelta en el estudio, la presentadora de noticias que estaba entrevistando a Al-Bashir sollozaba mientras intentaba continuar.
El alto el fuego en Gaza tendrá lugar durante el feriado por el Día de Acción de Gracias en Estados Unidos. Mientras lloramos a todos los que han muerto en este conflicto, demos las gracias a los periodistas que nos siguen contando la verdad desde Gaza, a un costo enormemente alto e inaceptable.
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