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Hoy quisiera invitarlos a leer un ensayo entrañable y necesario para nuestro tiempo, marcado por la tecnología, el individualismo y la alienación voluntaria, una época en la que el nihilismo se ha convertido en una amenaza latente para la humanidad. Se trata de la obra "La resistencia" (2000) de Ernesto Sábato, y emerge como un llamado urgente a la reflexión y la acción.
La teoría de Olduvai establece que la civilización industrial actual tendría una duración máxima de cien años, contados a partir de 1930. En consecuencia, a partir del 2030, la humanidad iría poco a poco regresando a niveles de civilización comparables a otros anteriormente vividos, culminando dentro de unos mil años (3000 d. C.) en una cultura basada en la caza similar a la que existía en la Tierra hace tres millones de años.
Ambiciones, ansias de poder, luchas, envidias, rencores, prepotencias, abusos del desvalido y otras tantas perversiones, constituyen la cara negra y dañina del ser humano. También hay otra faz blanca y benéfica y es la que representa las acciones de los hombres buenos, no hablo en sentido religioso, este trabajo no lo es, sino de aquellos que llevados por su bonhomía, ayudan y socorren a quienes precisan de ellos, aunque no lo conozcan.
Ocuparse y preocuparse por los demás, o si quieren, estar como un poeta en guardia al servicio de la causa por la alianza, es una comprometida labor; pero, de igual modo, una heroica hazaña necesaria en un tiempo de graves dificultades ante la aglomeración de desaparecidos durante las hostilidades o periodos de represión en multitud de países, máxime en una época todavía generalizada de impunidad por la práctica continua de cuestiones inhumanas o degradantes.
La palabra “arte” proviene del latín “ars” (en griego τέχνη, téchne, técnica: herramienta aplicada a las disciplinas del saber hacer). Por extensión, el término se utilizó para referirse a los destacados saberes de la cultura como la plástica, la música, la ópera, la dramaturgia y coreografía, la arquitectura; la danza, la poesía, el canto, el diseño no industrial; la fotografía, el cine, etcétera.
Si todos somos conscientes de que el futuro de la humanidad se construye con la paz y no con la guerra, comprometámonos a que se callen las armas y se concierten los diálogos, en lugar de acrecentar las tensiones y los conflictos. En efecto, los últimos datos de Naciones Unidas, nos dicen que más de 300 millones de personas necesitarán asistencia y protección humanitaria en 2024.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar acerca de un superpoder humano que ha sido despreciado a lo largo de toda la historia, pero hoy, con más énfasis, puesto que vivimos en un mundo cada vez más competitivo y egoísta que considera a la bondad como una señal de debilidad extrema. No es casual que esta visión contraste radicalmente con las enseñanzas de la tradición filosófica y religiosa, que a menuda han celebrado la bondad como una de las virtudes esenciales.
Es cierto que nos hemos globalizado e interconectado; pero la indigencia, la injusticia y las desigualdades permanecen, porque aún estamos en estado de enfrentamiento continuo, no en relación entrañable, con la mano extendida siempre y el abrazo sincero. Hemos de tomar conciencia, por consiguiente, de esta gran tarea que, entre todos, tenemos que llevar a cabo como humanidad responsable.
Para los griegos, kronos sería "el monótono tiempo secuencial, en el que todo está organizado", es decir, la repetición inarticulada del tiempo en nuestro espacio vital, una suerte de energía imantada que nos impele a avanzar sin retorno y sin descanso. En contraste, kairos sería "el instante fugaz, el momento adecuado, en el que algo importante sucede", lo que podría traducirse en " la oportunidad favorable que cambia el destino del hombre".
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un asunto que nos interpela, casi en igual medida, a todos por igual: el único hecho fáctico de nuestra vida que carece de cualquier duda, la mayor de las certezas, la única verdad inescrutable que nos acompaña desde que nacemos, a saber, que todos vamos a morir eventualmente y que no hay absolutamente nada que podamos hacer para evitarlo.
Son las ínfimas acciones de cada día las que nos engrandecen el alma. Hemos de ponerlas en práctica, sin desfallecer un instante, con la familiaridad y la perseverancia en el buen obrar. De esta forma, seremos mejores ciudadanos, gentes de palabra en coherencia con nuestro hacer, por el bien de nuestra casa común.
Los pasajes vivenciales no son más que un manto silvestre de aromas que nos resucitan cada día, lo que requiere de nosotros unos hábitos saludables y un deseo de vivir, desvividos por preservar los hábitats naturales, para poner a nuestro planeta en el camino de la curación.
A todo lo que nos circunda, los humanos tenemos que darle un sentido profundo, si en verdad queremos restablecer la concordia en el planeta. Mirarse a sí mismo, para verse y poder oírse, puede ser un buen estímulo para comenzar a reconocerse con sentido de responsabilidad.
El tiempo avanza irremediablemente hacia un futuro incierto en un presente cada vez más tecnológico y prometedor. ¿Te imaginas cómo será la vida en el año 2050? En tan solo 27 años el andar cotidiano y la forma de trabajar se optimizarán más, al grado de que todos los problemas económicos, sociales y políticos tendrán una solución más factible y eficaz (pensando positivamente).
Adquirí por casualidad el pequeño librito amarillo de título “La sociedad del cansancio” (Herder, 2022) cuando el otro día fui a dar una vuelta por la Casa del Libro y lo vi sobre la mesa de novedades filosóficas. Y tras leerlo en hora y pico (preso durante todo el cronológico segmento lector de un acuciante vértigo interno, tengo que decir), sentí el impuso de escribir mis impresiones al respecto.
En un mundo globalizado, donde unos lo tienen todo y otros no tienen nada, verdaderamente es la mayor injusticia social que un linaje ha podido cultivar, un auténtico escándalo moral que nos deja sin abecedario para poder dialogar. Hay que dignificarse haciendo familia, tomando conciencia y siendo justos.
Aunque no siempre lo parezca, porque enfrente se nos presentan las mismas caras de manera machacona, son muchos los individuos presentes en el mundo en un determinado momento, ocurría antes y esa presencia se incrementa, al menos en cuanto al número. Es un hecho incontrovertible.
Aunque el mundo circundante no sea absolutamente real, lo es notablemente relativo, siendo la base de su existencia el sueño, que es una realidad producida por la mente, el cerebro hecho materia y si se hace una catarsis excesiva de uno mismo, puede resultar una transportación completa de la mente, de un estado a otro.
Nunca soñé con el antojadizo poder de cristalizar, seccionar y envasar un crepúsculo. Y darlo a consumir sin reparos. Antojo de consumición. Nunca soñé con un espejismo, ni cóncavo ni convexo. Espejismo con el que hubiera podido restituírseme la gobernabilidad de mis sueños.
la educación debe estar enfocada en una sociedad que estudie la filosofía, desde el punto de vista estrictamente deontológico, puesto que una educación sustentada en la revisión de los valores que llevaron a la barbarie es capaz de sustituir y crear contrapuntos en la práxis política.
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