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Los problemas de la interacción intestino-cerebro son los trastornos gastrointestinales funcionales más frecuentes en las consultas de atención primaria. Entre estos, las patologías que más diagnostican y tratan los médicos de familia son la dispepsia funcional y el síndrome de intestino irritable, con una prevalencia hasta del 40%2 y 15%3, respectivamente.
El sobrecrecimiento fúngico intestinal, conocido como SIFO, es una condición cada vez más reconocida que puede afectar significativamente la salud digestiva. A diferencia de las infecciones bacterianas o parasitarias, el SIFO implica un exceso de hongos en el tracto intestinal, que puede causar una variedad de síntomas incómodos y potencialmente debilitantes.
El tratamiento de la colitis ulcerosa ha evolucionado significativamente en los últimos años, ofreciendo esperanza a quienes se enfrentan a esta enfermedad inflamatoria intestinal. Hace 20 años, las opciones terapéuticas eran muy limitadas y a menudo implicaban medicamentos como los corticosteroides. Esto implicaba que las tasas de cirugía fuesen también mayores.
Según confirma la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), la microbiota intestinal puede ser determinante en el desarrollo y evolución de enfermedades del aparato digestivo que tienen, a su vez, una estrecha vinculación con la aparición de enfermedades reumáticas autoinmunes.
El Síndrome de Intestino Irritable es un trastorno funcional digestivo que se caracteriza por la presencia de dolor abdominal recurrente asociado con hinchazón del vientre, flatulencia y cambios del ritmo deposicional, ya sea diarrea, estreñimiento o una combinación de ambos.
Disfrutar de un tránsito intestinal regular es el deseo de muchas personas que sufren alteraciones constantes en este hábito tan necesario para nuestro bienestar. No poder ir al baño con la frecuencia necesaria por culpa del estreñimiento altera incluso nuestro estado de ánimo, así que es necesario adoptar cambios para poder ir con regularidad.
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