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Riégalo con amor.
Fenomenales, sublimes, lo que vos quieras técnicamente mis cogidas con tu mujer.
Tu último beso, tu última caricia.
Creemos en Dios, sin saberlo siquiera
El mundo entero se rinde a tu señorío, por ser cuna del tronío del saber y del salero. Tierra querida, milenaria y costumbrista, no te perderé de vista mientras me dure la vida.
Eres un talibán.
Pero también eres un soldado de los Estados Unidos.
Pero también eres un tipo español apoyado en la barra de un bar.
Pero también eres un mierda.
Armando Reverón
Dulce oleaje de las olas,
van y vienen,Es, aunque Dios no lo quiera que te amo
o te necesito
Dios no lo querrá, pero sucede
Que te necesito (o te amo)
Anoche,
toqué las estrellas con mis manos turbias,
turbias sin ti.Los forofos del Madrid,
y los culés catalanes,
discuten de sus afanes
y no siempre en buena lid.
AÑORANDO LA YEDRA
En recuerdo de la fachada a la calle Reyes Católicos,
del edificio de la Diputación Provincial de Córdoba.
A esto dice el presidente, que las intensas reuniones, dan muchas preocupaciones, que afectan a cuerpo y mente. Y es que resulta frecuente, que, en esas largas jornadas, se sientan grandes punzadas y esfínteres aturdidos, que dejan a los reunidos al borde de las arcadas.
Los varones, siempre los varones. Los varones siempre tienen otra cosa.
Ayer, hoy, pasado, de nuestra última caricia, de nuestra última conversación muerta. Ayer, hoy, pasado, de nuestro viejo diario, hoy candado roto oxidado.
Con tu garrocha, que no es una garrocha, que es un fuego, que es la nieve cayendo, que es la muerte. Y en la puerta encendida de las flores volverá a llamar en el invierno.Hundes tu brazo de hierro en el toro, que no es un toro, que es el mundo, que es tu madre y es tu pecho.
De la frescura de tu beso, del borrado de la amargura de tu viejo adiós.
El mundo está podrido, mucho vicio, poco aguante, poca bondad cosechada, poca boquita rosada que nada dice más que hola, y yo no sé si soy rosa o amarilla o caprichosa. Y yo no sé si soy diosa o Eugenia u otra cosa. Considero que soy nadie, considero valgo nada. Considero la distancia y no hay luz ni fragancia. No hay nada valioso ni otra cosa.
De la vieja madera, de un viejo beso tuyo. De las amapolas, de tus bellas palabras.
Cada mañana, se levanta una brisa algo cansada, te dan ganas de volver a respirar. Pero tienes miedo, miedo de volverte a caer, y no poderte volver a levantar.
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