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Al zorro mayor del reino, le gustan las zorrerías; se nota que a este mastuerzo no le van las alegrías.
¿Qué será?, quise ser rosa y no intervenir, en mi interior no sentir, ahogarme en un vaso de leche fresca, pero sigo siendo yo. Saqué el pasaporte para regresar a mi Caracas a vivir, vuelta al pasado y punto final, lugar donde comencé lo que ahora debo continuar, yo, única y universal.
Me voy dando cuenta de que he sido feliz, cada día respiro profundo y miro al cielo, por veces azul, por veces gris, pero siempre presente para mí.
Se sabía desde la Eternidad, que Dios en Jesús sería encarnado, para quedar viviendo a nuestro lado y entregarnos su Luz y su Verdad.
Es cascarrabias y lerda, mema, chula y despreciable, gusta mandar a la mierda al primero que le hable. Su gesto altivo concuerda con su malicia incurable.
Este poema es de los que más me ha costado hacer, ha sido como ir sacando trozos de yeso de mi pecho, algunos valían, otros no: para la estatua, que cada tanto parecía levantarse pero se caía. Hasta hoy, en que espigada, zozobrante en una altura de vértigo, triste e imperfecta, echando a andar, me ha dicho: 'Ya soy el poema'.
Primavera, rosa, clavel, amapola, narciso, jazmín, dalia, azucena, orquídea, pasionaria, alhelí, nomeolvides, geranio, belladona, tulipán, azalea, girasol, jacinto, magnolia, laurel, diente de león, crisantemo, siempreviva, gladiolo, alegría del hogar, flor de san juan, lirio, camelia, violeta, caléndula, loto, campanilla, azahar, trigo, margarita, para ti son los nombres de la muerte porque España te ha llamado Toro.
«Un poema es una cosa que será. / Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser. / Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser», dice Vicente Huidobro en el prefacio de su celebradísimo Altazor. Esta seguidilla de postulados propone algo que durante mucho tiempo estuvo en la cabeza de la crítica, y que puede reducirse a lo siguiente: el poema no es más que una imposibilidad.
Voz Pre Antigua. Habla el alma del sonido letrístico milenario que, resguarda las ilusiones, repicando definible grito, confundido entre las raíces, víboras, cascabeles que atentamente escuchan la sacudida letrística.
Es que no es bien, sobrevivir en calles.
A todos los que no creen en nada, hay que ayudarles con bondad y talento, para que boguen a favor del viento y alcancen complacidos la alborada.
La radio escuché, no encontré el silencio, la radio escuché, su sonido me enamoró, soy yo, soy yo, el yoyo, el sonido gusta, y yo, sigo escribiendo tonterías de las que me arrepentiré, música memorizando y deseando acabar ya con esta melancolía, otros la olvidarán y para ellos serán palabras pasajeras, verbo a verbo, angustia milagrosa y querer sobrevivir.
De augusta dignidad siempre investido, su imagen muestra el porte y la prestancia que le enseñaron en su tierna infancia para ser en España un Rey querido. Don Felipe, también, es decidido y libre de altivez o de jactancia.
Córdoba romana, de mil y una rejas, Córdoba cristiana senequista y bella.
El cinco de mayo 17, siendo inmunodeficiente, feliz desde los 9 en casa... Nunca la calle extrañó.
Me enseñaron de niño la dulzura, de amarte de verdad y ser Tu amigo, y a no ponerte nunca por testigo para no caer en la senda oscura. Y también me enseñaron, por ventura, la manera de estar siempre contigo, para arrojar con fuerza al enemigo que me insta a renunciar a Tu hermosura.
Últimas hojas de otoño, esperan al Redentor, para rendirle su amor a tan Divino Retoño. Hasta el frondoso madroño se suma a tan lindo fin gozando, junto al jazmín, del bello acontecimiento: el próximo nacimiento del más noble Querubín.
Hay veces que el frío cala más, los expertos saben muy bien por qué, pero quienes empíricamente tratan de explicar el fenómeno se lo atribuyen a múltiples causas. Ella, la mujer de abundante cabellera, cree que cada vez que el frío le atormenta la osamenta, es porque algo no tan bueno se avecina.
Navidad dulce, sea siempre azúcar. Sea amor, paz. El buen sabor yo quisiera tener siempre sin hacerme mal.
Hoy no hablaré de mí, sino de él, el blanco de mi flecha, y sin embargo, no hablaré de él tampoco sino de ella, la que me lo sacó, niña, muchas gracias. Y no volveré a hablar de ellos dos porque hablaré de ellas, las que me han dicho que no me perdía nada.
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