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La primavera llega pisando fuerte. Las características propias de esta estación, tales como el aumento de las temperaturas, el incremento de las horas de luz o la floración de un gran número de plantas pueden influir positivamente en el estado de ánimo gracias a la secreción de feromonas, oxitocina, dopamina o noradrenalina, pero también es posible que traigan otro tipo de consecuencias menos positivas para la salud y bienestar integral.
Que el cambio de estación lleva aparejados cambios en nuestra rutina y en nuestro cuerpo es una realidad sobradamente conocida. Nuestro refranero lo plasma a la perfección con una muy concreta: “la primavera, la sangre altera”
Se acerca la primavera, esa estación del año en la nos despedimos de los abrigos, el color vuelve a las calles y se respira alegría en el ambiente. Pero con la llegada de esta vibrante época también reaparecen la congestión nasal, los estornudos y el picor de ojos propios de las alergias estacionales.
Con la llegada de la primavera, las alergias aumentan. Las más habituales son las ambientales, sobre todo aquellas que son producidas por el polen. En concreto, el de las gramíneas es el responsable de la gran mayoría de alergias primaverales, sobre todo en el norte y centro de España. En la cuenca mediterránea, sin embargo, la principal responsable es la parietaria y en el sur se ven también muchos casos de alergia al olivo.
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