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Hemos aprendido conforme va pasando el tiempo, que, frecuentemente al recorrer, rememorar nuestra propia vida y analizar a la luz de la verdad el pasado, presente y lo presuntamente que vendrá en el futuro, eso nos permite contemplar la esencia y naturaleza de la vocación en este mundo. Por supuesto, todos tenemos un Génesis, Éxodo, desarrollo y final. Ello es condición de condiciones ineludible. Todo esto es una difícil evolución, pero repleta de mucha sabiduría.
Podría parecer una extravagancia escribir en estos tiempos algo relacionado con el sombrero, cuando el empleo de esta prenda ha caído en desuso considerablemente- Sin duda sería mucho más familiar -y quizás atractivo- escribir sobre el hombre y el perro o el hombre y el móvil que tienen más visos de relación con los tiempos que corren.
Era un domingo electoral y Pedro, un hombre ya maduro, presidente de mesa, ya echaba en falta su autobús que dejó aparcado el sábado para conducirlo nuevamente el lunes. A los ocho de la tarde recibió una noticia en el Whatsapp, le había tocado el premio del euromillón, más de quince millones, después de pagar impuestos.
El tiempo miró una mariposa multicolor al abrir la verja de su jardín, a su ves voltió a ver el buzón, ahí vio un montón de cartas, que le dejaban, asimismo, unos sobres grandes para su después, qué sería, nunca se supo. El Señor Tiempo tenía la soberana costumbre dejarlo todo volado como desapercibido, y siempre auto conversaba, pero en esta ocasión fue así.
Resignarse Mary Eva... con su vida que fue tan mala, la vida que le tocó vivir, hacerlo paso a paso, busca estar resplandeciente con su suerte, maravillosa, inteligente, simpática y buena amiga. Hasta pronto.
Al final, decidí entrar a la Casa del Café. Segundo piso de Metrocentro. Esperé a una dama que desconocía por completo. Me ubiqué frente a las paredes de vidrio de dicho local, por donde miraba transitar a la gente. Los negocios, a lo largo del pasillo, esperaban a sus clientes, mientras la multitud avanzaba en distintas direcciones. Estaba a la deriva, convertido en mitad hombre y mitad celular, no había término medio.
“...me acerco, casi en el cruce con Maipú, y digo que me gustaría saber si tengo alguna chance. Suspende la mirada mientras me oye. Se detiene toda. Transido parpadeo ante la aparición incuestionable de súbita trompita. Gira la cabeza hacia mí. Comienza a pesquisarme desde la barbilla".
El amor de un payaso no es tan distinto. Me recuerdo a los 18 trabajando de mesera en un restaurante donde llegaba un payaso y no precisamente por la comida, su juego era distinto, eso sí, no daba una propina tradicional, sino una flor o un corazón de globo. A mí me gustaba imaginarme ser la esposa de un payaso.
Después del sonido característico de la tienda, me acerqué a la gran estantería de libros clásicos. Veía los nombres de cada autor con sus grandes obras maestras. Me decanté por Pablo Neruda. Me senté en una mesa un poco alejada con un gran ventanal, pedí un café y me dejé llevar por la maravillosa sensación.
Lito decidió buscar un empleo honrado: Conductor de tren. Los candidatos, más de treinta, bajaron a las vías, en espera del convoy. Lito se situó junto a la vía, de espaldas, para ser el primero. Decía: “Je, je, je. A mí nadie se me llevará por delante.”
Ethel era una pintora decadentista excepcional. Sin duda, una joven promesa en las artes y no solo a nivel local, la buena crítica a su obra le había llevado a trascender a pesar de su corta edad en el ámbito internacional. «Paku» como le apodaban de cariño era una chica que siempre estaba experimentado con su obra y sus cuadros, ella agregaba elementos que ningún otro artista podía imaginar.
Hace 41 años sucedió. En parte les voy a relatar detalles de mi estadía en el hospital en el año 1982. Al discurrir estos breves datos podrán descodificar a su (s) mejores estilos lo pertinente. La mente me orientó, me exigió, me condujo para que no quede en el olvido semejantes realidades, a hacer un recorrido desde cuando fui internado en el hospital de la capital de Managua-Nicaragua, en el año 1982 el 19 de octubre.
Es un recuerdo en la memoria escrita en la realidad. Lagrimas de alegría se producen ante todos estos y otros recuerdos de mi Masaya florida, denominada desde antaño ¡ciudad de las flores! Una historia de historias. Mañana será nuevamente más bonito.
El joven Aylan de Alarcón se aburría como una ostra, viendo entre el escaso público un anodino partido de voleibol en Abu Dabi. Se levantó y echó a correr entre las gradas. El guardaespaldas Lito, vestido de vendedor de palomitas, le cortó el paso. Aylan chocó contra Lito, cabeza con cabeza. Las palomitas salieron volando. Acabaron en el suelo, con sendos chichones y cubiertos de palomitas de maíz.
Un día la hormiguita y la liebre se encontraron y se hicieron amigos en el momento que más lo necesitaban, fue una obra espléndida y prodigiosa del destino, pero el mismo destino del tiempo se encargó de dejar inconclusa esa amistad, fue todo un misterio, pero por algo fue así ese tiempo.
La hermosa Lota (Carlota Vega) llegó primero a Villa Maravilla. Pensaba: “Esta vez, mi jefe, ese memo de Lito, no se enterará del trabajo que tengo entre manos”. Llevaba a su fiero bulldog Satán de la correa. Abrió el portón con una ganzúa, tal como había quedado con la señorita Samara Faltó. No saltaron las alarmas.
Nací en Cabra del Santo Cristo. Tuve que abandonar mi tierra cuando me quedé embarazada, aún no había cumplido 16 años. Yo era y continúo siendo, pequeñita y fea; razón por la que me contrató doña Ramona:, esposa de un marido aficionado a “beneficiarse” de las mujeres que contrataba su señora.
Cómo olvidar estos momentos idos. Jamás. En el año 1982, cuando ya graduado como instructor deportivo con especialidad en Baloncesto, trabajaba en mi ciudad natal Masaya Nicaragua para el Ministerio de Deportes. Era una notable mañana silenciosa, su fuerza era su propia debilidad, y era como que, mejor me hubiesen dejado morir en medio de la calle y ver desde ahí mi seráfico sentimiento...
Hace mucho tiempo que no venía a este lugar, donde tantos artistas y escritores debutamos, con nuestros primeros recitales, bajo la complicidad de los amantes de la cultura. Era un desfile interminable de personas que llenaban los pasillos. Murmullos, música, pisadas, el ir y venir, todos los días se intercambiaban los rostros en un marasmo de sensaciones.
Precavida realidad, se ajustaba precisamente con un suspiro de satisfacción, y espléndido menú cotidiano, como contemplarse de soslayo en un espejo y ver a través de el colgado el reloj en la vieja pared derruida por el tiempo, como una ráfaga de viento. Era algo muy especial.
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