Ethel era una pintora decadentista excepcional. Sin duda, una joven promesa en las artes y no solo a nivel local, la buena crítica a su obra le había llevado a trascender a pesar de su corta edad en el ámbito internacional. «Paku» como le apodaban de cariño era una chica que siempre estaba experimentado con su obra y sus cuadros, ella agregaba elementos que ningún otro artista podía imaginar. Algunos eran poco comunes y otros mucho más excéntricos, aquello era de asombro ya que en ocasiones la pintora sumaba a sus obras restos de piel humana o cabello real, incluso en algunas ocasiones agregó uñas y vello facial.
Con el pasar de los días su obra despegó a niveles inimaginables, algo fascinante y difícil que sucediera en la época. Se hizo acreedora de un par de premios y, por supuesto, con ello, la fama le llegó. Pero eso no impidió que su sencillez y carisma se apagaran. Ella hacía el mismo comentario siempre: «no me sirven los premios si estos no son en efectivo, en tiempos como este (sin tratar de sonar codiciosa), el dinero es prioridad. Aunque debo decir que agradezco cada uno de los reconocimientos, sin duda motivan un poco más».
Muy poco se sabía de la vida de «Paku», algunos decían que sus padres la habían abandonado y otros afirmaban que creció en un orfanato y que era el proyecto de un par de líderes religiosos para posicionarse en el ámbito artístico e intelectual. A decir verdad nadie tenía información certera, todo al final se quedaba en supuestos y conjeturas. Lo cierto era que esta enigmática muchacha estaba marcando un hito artístico en la posmodernidad.
Quizá por su formación o simplemente por su forma de ser, había en ella algo que no agradaba a muchos y eso era su enorme sinceridad y facilidad para opinar sobre diversos temas. Cierto día, un periodista le cuestionó sobre su obra, preguntándole cómo había iniciado, cuáles eran sus influencias y otras cosas más. Ella le afirmó que había iniciado como los demás: copiando, sacando ideas de aquí y de allá, lo que sucedía quizá es que no todos tenían el valor de decirlo, esto posiblemente por temor a que les puedan herir su sensibilidad. En cuanto a mis influencias debo decir que Goya y Dalí han sido sin dudar fuentes de las que he bebido mucho. A pesar de sus comentarios y declaraciones que, dentro de los sectores artísticos no eran muy bien recibidas, ella no paraba de presentar su obra, con un estilo único que nadie podía o siquiera se atrevía a comparar.
Cuando el talento se alza por encima de todas las cosas, las puertas del que lo tiene, empiezan a sonar. Ese fue su caso, ya había enviado cuadros y pinturas a diferentes lugares del país y también al extranjero. Un domingo por la tarde una llamada cayó a su teléfono, una mujer solicitaba sus servicios, ella era representante de una empresa internacional y su jefe era un millonario escandinavo, amante del arte que retaba la estética y los cánones ya establecidos. A «Paku» le pidieron un trabajo privado y especial, se trataba de un cuadro en un lienzo con una contextura poco particular, jamás visto por las personas de la ciudad y otros especialistas del arte.
Todo esto lo supo porque la joven con la que había hablado se lo hizo saber. Ella decidió aceptar el trabajo, este era otro de sus problemas, por así decirlo, hacer arte que rompiera cualquier esquema de la forma menos esperada. La llamada casi finalizó y acordaron hacer el envío del lienzo y el primer depósito de adelanto para el pago del trabajo. La pintora tenía una duda, quería saber desde antes qué era exactamente lo que iba pintar. Al otro lado del teléfono la joven comentó: «mi jefe desea que usted pinte Los senderos del caos». Hubo un silencio corto por parte de la pintora antes de responder, luego dijo «hágale saber a su jefe que de por hecho ese trabajo, es una pintura que siempre quise hacer».
La llamada finalizó y ambas empezaron a moverse, en el caso de la joven extranjera, decidió enviar el lienzo a la dirección que le había dado, y el dinero al número de cuenta que en su agenda telefónica había copiado. La tarde y la noche se fueron en un interesante dilema en el que había entrado «Paku»: estuvo todo ese tiempo tratando de imaginar cómo podría hacer aquella pintura, pero por sobre todo pensando en cómo sería aquel lienzo que le iban a enviar. Sin duda, eso no la dejaba dormir y la mantenía en alerta constante.
A la mañana siguiente una llamada llegó al teléfono de la joven, era la misma muchacha de ayer, confirmando que todo estaba listo y que en un par de días estaría recibiendo el lienzo y también la primera parte del dinero. Ella le respondió de manera breve y concisa diciéndole que: no se iban arrepentir de haber confiado en ella para tan interesante trabajo y sin más que decir, ambas se despidieron y la llamada se dio por finalizada.
Ese día en las afueras de la ciudad había una exposición de pintura al aire libre y «Paku» no se la quería perder así que se alistó y decidió ir a ver lo que se estaría presentando. El tiempo pasó volando y en un par de horas ya estaba en la exposición. Al llegar, lo primero que notó fue la cantidad de gente que estaba presente y es que al parecer los pintores eran nuevos diamantes que algunos cazatalentos estaban dispuestos a explotar. Ese día llegó tarde a su casa, eran casi las dos de la mañana pero aún tenían un poco de tiempo para descansar y reponer un poco del sueño perdido.
Los gallos la despojaron de su eterno sueño. Se despertó, desayunó y se alistó para ir a buscar lo que le habían enviado, no sin antes verificar que dichos lugares estarían abiertos. Salió de su casa como un rayo, fue al banco, retiró su dinero, y posteriormente se dirigió al lugar de encomiendas en la ciudad. Estando en el lugar entregó su documento de identificación y pidió el paquete que le había sido enviado. Al parecer y según se podía observar, el lienzo era de lo más normal, nada especial que digamos. «Habría que observarlo a profundidad para ver si hay algo interesante», dijo. Llegó a casa y como si fuera una niña con juguete nuevo decidió investigar a profundidad aquel lienzo que le habían dicho, era de un material especial. Se pasó tarde y noche buscando las rarezas que le habían comentado y con la cierta excepción de que encontró restos de piel humana en el lienzo, nada más le pareció interesante. Así que lo guardó y decidió empezar a trabajar hasta el siguiente día, ya que se sentía agotada.
Amaneció y comenzó a pensar en cómo iniciaría el cuadro, que color, cuál tonalidad, cuántos trazos, ya que los dueños del mismo le habían permitido trabajar con libertad. Decidió entonces parar por un momento, desayunar y mirar un poco de televisión. Las noticias eran las de siempre: la pandemia, la devaluación de la moneda, el endeudamiento, la pobreza extrema, la corrupción y la criminalidad, sin duda ver el noticiero no era tan alentador aunque a «Paku» le gustaba mantenerse al tanto de la realidad, ya que ello también le podía inspirar o dar un par ideas para trabajar.
Se pasó toda la tarde viendo series y documentales sobre la explotación que algunas empresas ejercían sobre los trabajadores de países y ciudades como Bangladesh, Nueva Delhi, La India, entre otras, y pensó que la realidad en su país no era tan distante a la de aquellos lugares. Recordó también que la situación en su territorio era lamentable y quizá mucho más triste, puesto que, los trabajadores hasta tienen que agradecer por tener un empleo, sabiendo que, eran sometidos a una explotación desproporcionada e inimaginable y a otros cientos de tratos degradantes e inhumanos.
Por fin cayó la noche y la hora predilecta para trabajar le había llegado. Se dirigió a su habitación, tomó los pinceles, y alguna que otra pintura que tenía guardada por ahí, pasó por la sala, tomó el lienzo y lo llevó a un área de trabajo improvisada que ella, debido a la situación económica no tan favorable, había creado. Se hizo acompañar de su teléfono celular y sus manos libres, había un disco de una banda de death metal que era su favorito: “Pathways of chaos” de la banda Suffocation, decidió entonces, mientras pintaba, reproducirlo desde la primera hasta la última canción.
Eran exactamente las diez de la noche cuando empezó a caer una muy leve lluvia, era bastante raro, ya que los pronósticos del tiempo no habían anunciado tal cambio de tiempo, «seguramente no le atinaron otra vez», dijo «Paku» y prosiguió trabajando en su cuadro de encargo. Para cuando eran las once y treinta de la noche ya tenía la mitad del cuadro realizado, al parecer se había obstinado con aquella pintura y quería terminarla lo más pronto posible para darle un par de retoques y correcciones de ser necesario.
La lluvia arreció y una tormenta eléctrica vino acompañar aquel mal tiempo, a pesar de eso no se detuvo, siguió trazando, corrigiendo, pintando, agregando sombras y algo que era de su agrado: colores fuertes como el negro y el rojo. El álbum de la banda lo había reproducido ya hace un par de horas, puesto que, estuvo desde las diez de la noche escuchándolo y la aguja del reloj para ese entonces ya marcaba la una y treinta de la mañana.
A las dos en punto de la mañana hubo un problema, la pintura roja se le había acabado, el cuadro ya estaba casi terminado, ella era una jóven muy ágil con los pinceles, comprometida con su trabajo y por sobre todo muy puntual, quizá fue por ello que decidió salir de su lugar de trabajo y buscar pintura de color rojo, le dio vueltas a toda la casa y no pudo encontrar nada, al parecer la había gastado por completo y no había comprado más, pero había algo en ella que le decía, que su trabajo tenía que terminarlo hoy, antes de que los gallos cantaran. Fue por eso que se vio obligada a tomar una decisión.
//DIARIO LIBERTAD// NOTICIA DE ÚLTIMA HORA|| La pintora decadentista Ethel mejor conocida como «Paku» fue encontrada sin vida la mañana de hoy en su casa de habitación, al parecer todavía no se sabe cuál fue el móvil del crimen, la policía está en su casa recabando la escena para encontrar algunas pruebas.
La noticia consternó fuertemente a la ciudad y al país, nuevamente un joven talento perdía la vida y dejaba con ello un enorme vacío en el arte, en las vidas de quienes le admiraban. En todo esto había una pregunta que todos se hacían, quién pudo haber sido el criminal, y por qué la decidieron matar, la mayoría de las personas razonaba y recordaba que en su corta carrera, la pintora no tuvo enemigos, al menos de esos que suelen ser declarados, ella fue siempre una alma un tanto solitaria, que vagaba con su pincel dándole color a este mundo.
La voz de diferentes grupos de artistas se hizo sentir y varios colectivos exigían en la ciudad una aclaración sobre el caso. Las medidas de presión iban desde movilizaciones pacíficas hasta daños a la propiedad pública y privada. Las autoridades se vieron obligados a dar el informe que habían hecho en torno al caso en una no tan simpática cadena nacional. Los oficiales y equipos de inteligencia concluyeron que el día domingo a las cuatro de la madrugada, la joven artista decidió ----por cuenta propia---- acabar con su vida.
Muchas personas no podían creerlo y otras, decían que, seguramente la Policía o alguien estaba ocultando algo y que esa no era toda la verdad. Al final y después del inevitable paso del tiempo, se impuso la versión que dieron las autoridades gubernamentales y el caso pasó a ser uno de esos enigmas, que para la población aún están impunes y sin resolver.
Lo cierto de todo era que, quienes argumentaban que el Gobierno había ocultado información estaban en lo cierto, ya que el periodista Arturo Breda pudo obtener información que se filtró de fuentes muy confiables dentro de la Policía Nacional. Se trataba del verdadero informe sobre el caso «Paku, la decadentista», en el que se hablaba a profundidad sobre lo que pasó y se contaba que en realidad la pintora se suicidó, pero la forma en la que lo hizo, fue para algunos admirable y para otros algo horripilante.
Según Breda, periodista de Diario Libertad la jóven artista que era partidaria de utilizar técnicas poco comunes y excéntricas para dar un toque diferente a sus trabajos, se extrajo varias pintas de sangre con unos aparatos no adecuados para el procedimiento y utilizó la misma como pintura para terminar un cuadro en el que estaba trabajando, al parecer su obsesión la había impulsado a llegar muy por encima de los límites. El periodista dijo que el cuadro llevaba por nombre Los senderos del caos y que lo único que le había hecho falta era la firma de la autora.
Breda también comentó que, al parecer, este cuadro sería enviado a un país escandinavo, pero lo cierto es que no había una tan sola prueba de ello, los agentes de investigación fueron a revisar a la agencia de envíos donde al parecer llegó el lienzo desde uno de aquellos países y no había registros, fueron también al banco donde le habían depositado un adelanto del pago y tampoco había nada, parece como si todo hubiese sido engullido por la tierra. Breda agregó que revisaron el teléfono celular de la pintora y que no encontraron absolutamente nada, ni llamadas de números extranjeros ni cosa parecida. Que todo lo que habían encontrado estaba escrito en una libreta que ella había dejado en su habitación.
Lo cierto, al parecer, es que todo fue producto de la vasta imaginación de la autora, que llevó su arte a otra expresión, y en uno de sus arranques de excentricidad, utilizó su sangre en uno de sus cuadros para pasar, ----según los críticos----, a la eterna inmortalidad a través de su mejor y más detallada pintura: Los senderos del caos.
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