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Son las seis de la mañana, el insomnio llegó un poco tarde, más o menos tres horas después de la hora acostumbrada. El primer dilema del día: levantarme y empezar desde muy temprano la jornada o intentar dormir más tiempo. Ni una cosa ni otra.
"Tierra firme" habla de una realidad alternativa en la que América no fue descubierta por Colón, pues ninguna de las fragatas superaba las ITVs necesarias para un viaje tan largo. Por tanto a Europa no habían llegado el chocolate ni las patatas, con lo cual la Edad Moderna resultó de lo más aburrido, y la Revolución Francesa no llegó a llevarse a cabo hasta que se empeñó Jean Michel Jarre. América, como es sabido, no sería descubierta hasta 1972, gracias a Nino Bravo.
Resultó que, en medio de los apuros creyeron, y tuvieron que sepultarlo en el camino, como una estela histórica imborrable, y una libación del tiempo. Pero cuando faltaba un pequeño trecho para llegar al destino le expresó Leticia a la comadrona Matilde: “no importa entiérrelo, la vida continúa aunque sea mi hijo”.
Otra vez estoy en el puesto de periódicos del que me he vuelto cliente asiduo. Mi trato con el dueño de ese expendio ha llegado a tal nivel de confianza que tengo abierta una línea de crédito, la cual saldo sin ningún problema cada quincena. Son días previos a lo que poco después se conocería como el Efecto Tequila, la crisis económica que sumió a México en una debacle financiera por el llamado “error de diciembre”.
Hemos aprendido conforme va pasando el tiempo, que, frecuentemente al recorrer, rememorar nuestra propia vida y analizar a la luz de la verdad el pasado, presente y lo presuntamente que vendrá en el futuro, eso nos permite contemplar la esencia y naturaleza de la vocación en este mundo. Por supuesto, todos tenemos un Génesis, Éxodo, desarrollo y final. Ello es condición de condiciones ineludible. Todo esto es una difícil evolución, pero repleta de mucha sabiduría.
Podría parecer una extravagancia escribir en estos tiempos algo relacionado con el sombrero, cuando el empleo de esta prenda ha caído en desuso considerablemente- Sin duda sería mucho más familiar -y quizás atractivo- escribir sobre el hombre y el perro o el hombre y el móvil que tienen más visos de relación con los tiempos que corren.
Era un domingo electoral y Pedro, un hombre ya maduro, presidente de mesa, ya echaba en falta su autobús que dejó aparcado el sábado para conducirlo nuevamente el lunes. A los ocho de la tarde recibió una noticia en el Whatsapp, le había tocado el premio del euromillón, más de quince millones, después de pagar impuestos.
El tiempo miró una mariposa multicolor al abrir la verja de su jardín, a su ves voltió a ver el buzón, ahí vio un montón de cartas, que le dejaban, asimismo, unos sobres grandes para su después, qué sería, nunca se supo. El Señor Tiempo tenía la soberana costumbre dejarlo todo volado como desapercibido, y siempre auto conversaba, pero en esta ocasión fue así.
Resignarse Mary Eva... con su vida que fue tan mala, la vida que le tocó vivir, hacerlo paso a paso, busca estar resplandeciente con su suerte, maravillosa, inteligente, simpática y buena amiga. Hasta pronto.
Al final, decidí entrar a la Casa del Café. Segundo piso de Metrocentro. Esperé a una dama que desconocía por completo. Me ubiqué frente a las paredes de vidrio de dicho local, por donde miraba transitar a la gente. Los negocios, a lo largo del pasillo, esperaban a sus clientes, mientras la multitud avanzaba en distintas direcciones. Estaba a la deriva, convertido en mitad hombre y mitad celular, no había término medio.
“...me acerco, casi en el cruce con Maipú, y digo que me gustaría saber si tengo alguna chance. Suspende la mirada mientras me oye. Se detiene toda. Transido parpadeo ante la aparición incuestionable de súbita trompita. Gira la cabeza hacia mí. Comienza a pesquisarme desde la barbilla".
El amor de un payaso no es tan distinto. Me recuerdo a los 18 trabajando de mesera en un restaurante donde llegaba un payaso y no precisamente por la comida, su juego era distinto, eso sí, no daba una propina tradicional, sino una flor o un corazón de globo. A mí me gustaba imaginarme ser la esposa de un payaso.
Después del sonido característico de la tienda, me acerqué a la gran estantería de libros clásicos. Veía los nombres de cada autor con sus grandes obras maestras. Me decanté por Pablo Neruda. Me senté en una mesa un poco alejada con un gran ventanal, pedí un café y me dejé llevar por la maravillosa sensación.
Lito decidió buscar un empleo honrado: Conductor de tren. Los candidatos, más de treinta, bajaron a las vías, en espera del convoy. Lito se situó junto a la vía, de espaldas, para ser el primero. Decía: “Je, je, je. A mí nadie se me llevará por delante.”
Ethel era una pintora decadentista excepcional. Sin duda, una joven promesa en las artes y no solo a nivel local, la buena crítica a su obra le había llevado a trascender a pesar de su corta edad en el ámbito internacional. «Paku» como le apodaban de cariño era una chica que siempre estaba experimentado con su obra y sus cuadros, ella agregaba elementos que ningún otro artista podía imaginar.
Hace 41 años sucedió. En parte les voy a relatar detalles de mi estadía en el hospital en el año 1982. Al discurrir estos breves datos podrán descodificar a su (s) mejores estilos lo pertinente. La mente me orientó, me exigió, me condujo para que no quede en el olvido semejantes realidades, a hacer un recorrido desde cuando fui internado en el hospital de la capital de Managua-Nicaragua, en el año 1982 el 19 de octubre.
Es un recuerdo en la memoria escrita en la realidad. Lagrimas de alegría se producen ante todos estos y otros recuerdos de mi Masaya florida, denominada desde antaño ¡ciudad de las flores! Una historia de historias. Mañana será nuevamente más bonito.
El joven Aylan de Alarcón se aburría como una ostra, viendo entre el escaso público un anodino partido de voleibol en Abu Dabi. Se levantó y echó a correr entre las gradas. El guardaespaldas Lito, vestido de vendedor de palomitas, le cortó el paso. Aylan chocó contra Lito, cabeza con cabeza. Las palomitas salieron volando. Acabaron en el suelo, con sendos chichones y cubiertos de palomitas de maíz.
Un día la hormiguita y la liebre se encontraron y se hicieron amigos en el momento que más lo necesitaban, fue una obra espléndida y prodigiosa del destino, pero el mismo destino del tiempo se encargó de dejar inconclusa esa amistad, fue todo un misterio, pero por algo fue así ese tiempo.
La hermosa Lota (Carlota Vega) llegó primero a Villa Maravilla. Pensaba: “Esta vez, mi jefe, ese memo de Lito, no se enterará del trabajo que tengo entre manos”. Llevaba a su fiero bulldog Satán de la correa. Abrió el portón con una ganzúa, tal como había quedado con la señorita Samara Faltó. No saltaron las alarmas.
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