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Dijo un humorista que para el estallido de una revolución, se necesitan oprimidos y opresores, y que estos últimos son fáciles de reconocer por cuanto que siempre están pasándola bien. Sucedió en el Paraguay de 1936, cuando un pueblo que salía de una guerra se enfrentó a una oligarquía hegemónica, incapaz de encarar las sustanciales reformas que el momento histórico reclamaba.
Escribió Montesquieu al hablar de Roma, que cuando las legiones romanas cruzaron los Alpes y el mar, durante campañas de conquista, los generales que ocupaban los países sometidos sentían su propia fuerza y dejaban de obedecer las órdenes de Roma. Con esa dinámica, era frecuente que al volver de sus victoriosas campañas, los generales regresaran para asumir como emperadores.
Este mes de mayo celebra el inicio de su proceso emancipador la hoy República del Paraguay, cuyas tierras en el siglo XVIII, fueron escenario de un esfuerzo revolucionario tan extraordinario como olvidado. Aún más extraordinario que una revolución precursora de la Independencia Hispanoamericana un siglo antes del estallido definitivo de estas gestas, es que hoy sólo uno de cada cinco paraguayos tiene alguna noción sobre ella.
El antiguo Alto Perú ha demostrado a todos sus vecinos lo que puede ser las masas movilizadas decididas a lograr cambios sociales. Entre el 9 y 11 de Abril de 1952 se inició la revolución boliviana, el único acontecimiento en la historia sudamericana contemporánea en la cual una insurrección popular logró desintegrar a sus respectivas Fuerzas Armadas.
Recuerdo a mi madre, esposa de un “sobresaliente” ferroviario de los años 40. Siete hijos. Vivienda de protección oficial. Desayunos combinados, leche aguada o puré de patata. Merienda, higos…, higos y alguna chocolatina. Comida, los famosos pucheros de obreros castellanos: legumbres salpicadas con carne y chorizo… pescado azul… huevos de pueblo… Cena, sopas de ajo con un par huevos batidos.
El 23 de enero, Ucrania cumplió el final del decimoséptimo aniversario de la Revolución Naranja, la que fue uno de los principales movimientos de protesta en Europa desde el colapso del comunismo. Las protestas y otros eventos políticos que duraron tres meses habían catapultado a Ucrania al centro de la atención mundial. Durante aquellos meses, mucha gente de todo el mundo descubrió que Ucrania no era Rusia sino un país independiente.
Estos dias Ukrania esta marcando el octavo aniversario de La Revolución Euromaidan, una rebelión dramática y sangrienta también conocida como la Revolución de la Dignidad. Podría decirse que fue uno de los eventos cruciales de la historia contemporánea que desencadenó muchos procesos en la política internacional actual. Las tensiones actuales entre Occidente y Rusia han sido uno de esos procesos.
Cuando los cambios suponen movimientos bruscos en el ámbito social, económico o moral de una sociedad, podemos apellidarles 'revolución': Revolución Industrial. Revolución Tecnológica, Revolución Sanitaria, Revolución Audiovisual, Revolución Social…, conceptos que han supuesto modificaciones esenciales en el “modus vivendi” de las personas.
El mundo ha cambiado y ya no volverá el que un día conocimos, no retornará así el viejo orden mundial, ese que con encaje no perfecto, pero conocido, nos hacía transitar por la vida – profesional, empresarial, social o cotidiana – con la certidumbre de quien siente que tiene el control de una realidad estudiada y analizada a partir de la propia experiencia y la capacitación de los años de trasiego por el caminar de la vida.
Los coroneles paraguayos, que se habían sacudido el estigma de nación vencida en la guerra con Bolivia, fueron factores de un axioma histórico que había sido enunciado por Montesquieu: “… cuando las legiones pasaron los Alpes y el mar, los hombres de guerra, obligados a permanecer durante muchas campañas en los países que sometían, perdieron poco a poco el espíritu ciudadano; y los generales, disponiendo de los ejércitos y de los reinos, adquirieron el sentimiento de su propia fuerza y no pudieron obedecer más”.El 17 de febrero de 1936, esos coroneles interpretaron el presente de entonces como no lo pudieron hacer los intelectuales ni líderes políticos del Paraguay, y sentenciaron la caída de un partido hegemónico.En aquel tiempo el gobernante partido liberal se enfrentaba a dos desafíos ineludibles: El primero era desmovilizar a un ejército integrado por jefes y soldados victoriosos, parte de un pueblo que como pocas veces se sentía merecedor de un destino mejor.
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