| ||||||||||||||||||||||
Mi primera ilusión… ya la olvidé… no sé cual fue… si sí o si no… ¿quién sabe?, quiero saber su razón… que se vuelva atrás sin pena, que se desparrame, que se curve su destino...
Me acosan las nubes, me obligan a buscar un camino… debo encontrarlo en estas tierras, enciclopedias que no leí ni comprendí para aprender de la vida a luchar, libros que no estudié en profundidad, imposible recordarlos ahora...
Puede llevarse el Ocaso en un arranque oportuno el dolor que en una caja, guardado, he dejado en mi mesilla, pero que cada noche debo ver. Debo sentir, mientras no crea en la magia del Ocaso.
Inquietud siempre y otros conmigo también. Lamento está situación y desearía escapar. Vine a inquietar y es que no vine, me mandaron. Y alrededor llega lo demás. Yo no lo decidí y quién lo hizo es ser de respetar porque lo haría de cualquier forma y ya está.
Nunca vi un amor tan grande ni en hombres ni otros habitantes. Pompona y Simón se amaron y uno sin el otro no vivió. Juntos deben estar siempre porque no hubo mayor amor que el suyo, aunque desearía que hubiese muchos más.
Labios de fresa… los tuyos, los míos, que se llegan a conocer, labios de fresa, sin chocolate, entre tú y yo. Labios de fresa con azúcar, sin colorantes ni conservantes. Labios de fresa con su almíbar y su sabor.
El amor, entre dos almas perdidas, entre dos corazones antes rotos.
Fue amor como siempre y el Paraíso esperaba.
El adiós, indefinido, el adiós roto. Y mil besos al aire...
Brindis de poetas… en que estaba yo, sola o en chancletas… brindis de poetas, cual triste canción, marcan con violetas toda la ilusión.
El amor no ha sido, brindar es mi castigo, brindis de poetas, el amor no fue, me dejó sin críos… Brindis de poetas mientras cae la luna cual dulce criatura de mi soledad.
7 de febrero, lloverá. Caerán gotas, caerán. Ojalá fueran las últimas, pero aún quedan demasiadas, más de lo humanamente esperado, lloverá hasta el 10 de febrero de 2007, queda mucho por llover y sin embargo… lloverá eternamente para mí.
Las cartas, de nuestra corta vida, de nuestro gran querer.
La armonía, de nuestro amor irrompible, de esos mil besos sin palabras.
Locha a locha, euro a euro, peso a peso, bolívar a bolívar… pero no los tengo, sólo soledad, pena y horror, un amor que me llama sin control, amor que huele a muerte, a asesinato, mejor no responder entonces aunque el corazón reclame.
Habló en vos baja. La olas de esta montaña realística recorren sibilinamente con caricia el alma limando paulatinamente el muro del corazón...
El beso, de tu último adiós, de tu hola tardío.
Puede llevarse el Ocaso en un arranque oportuno el dolor que en una caja, guardado, he dejado en mi mesilla, pero que cada noche debo ver.
Sólo contigo. Mi amor, Simón dulce.
Con toda seriedad las personas que experimentan bloqueos en la garganta por motivos emocionales, no deberían descartar la poesía como vía para decir lo que se dificulta expresar a través del habla o para dar salida a las emociones que se agolpan en nuestro interior y provocan cierta ansiedad, inquietud, asfixia.
Veo oro en tu mirada, tierna cual la luz del sol, que más vale que me mires, que del sol vienes y ríes.
|