Álex Rovira es Licenciado en Ciencias Empresariales y MBA por ESADE. Considerado como uno de los más destacados expertos internacionales en Psicología del Liderazgo.
Con marcada vocación humanista, Álex abarca múltiples disciplinas como filosofía, psicología, antropología y sociología.
Colaborador habitual con instituciones académicas, en las que imparte seminarios relacionados con gestión del Talento y de nuevas organizaciones.
Conferenciante en congresos internacionales, donde sus enseñanzas tienen aplicación práctica tanto en el ámbito empresarial como en el desarrollo individual.
Con una amplia trayectoria como autor de libros, donde destaca su obra culmen “La Buena Suerte” (Empresa Activa), junto con Fernando Trías de Bes, traducida a 42 idiomas y premio al mejor libro del año en Japón 2004.
Su última publicación, en coautoría con Francesc Miralles, “Alegría” (Zenith) tiene como finalidad a través de 30 cartas y una fábula recordarnos que la alegría nos viene de serie y aunque en ocasiones dormida, nos proponen sacarla del letargo.
Antes de comenzar, me gustaría agradecerle su predisposición y gentileza por hacerme un hueco en su apretada agenda, para que lo que un día fue una propuesta, finalmente se convierta en realidad.
Álex, con este nuevo proyecto editorial, “Alegría” vuelve a emplear la fórmula de la coautoría. Si empleamos la metáfora de que escribir un libro es como escalar una montaña, ¿Qué valora para elegir a sus “compañeros de cordada” o por qué cree que lo eligen a usted para tal fin?
Mira, supongo que valoramos nuestra amistad y los valores compartidos que tenemos. Para escribir un libro en coautoría hay que tener una mirada de la vida similar y complementaria. Es decir, tiene que haber aspectos en común, pero a la vez va muy bien la complementariedad entre maneras de ser de los coautores, porque eso enriquece mucho la obra.
Yo no me defino como escritor, me defino más como emprendedor, formador y comunicador. Escribir me supone entre el 1 y 2 % de mi tiempo profesional, entonces lo que voy haciendo es escribir anotaciones e ideas cuando estoy en tránsito.
La coautoría depende mucho de la persona. Por ejemplo, el autor con el que más he compartido proyectos es con Francesc Miralles, por contar con una magnifica complementariedad, pero también he disfrutado mucho haciéndolos con Fernando Trías de Bes, con Pascual Olmos o con Georges Escribano en su día.
En definitiva, cada coautoría es distinta, pero lo que creo que nos une es por supuesto una magnifica amistad, una sinergia en valores y una complementariedad de perfiles de personalidad.
“Alegría”, no solo debemos quedarnos en el mero hecho de su lectura, ya que nos animan a practicarlo con la sección “Invitación a la alegría” tras cada una de las 30 epístolas que conforman parte del libro ¿Una de las principales funciones con la que Francesc y usted concibieron este libro, es hacernos ver la importancia de que la alegría de alguna manera se trabaja?
Sí, totalmente. Como decía el magnífico filósofo Baruch Spinoza hay dos tipos de alegría, la alegría activa y la alegría pasiva. Nosotros en el libro quisimos subrayar las dos, pero poniendo un foco especial en las alegrías activas.
Mientras que las alegrías pasivas no dependen de nosotros, pues son las alegrías recibidas, las disfrutadas gracias a terceros o a estímulos que vienen de fuera, las alegrías activas son trabajadas, forjadas, dedicadas y en el libro quisimos hacer énfasis en la toma de consciencia de la alegría que podemos gozar y disfrutar pasivamente, pero especialmente en la toma de consciencia de la alegría que podemos construir y compartir.
Álex, una de las misivas de “Alegría” habla de Jim Rohn, al que se le atribuye la frase:” La gente exitosa tiene grandes bibliotecas. El resto tienen grandes pantallas de televisión”. Me gustaría conocer su opinión sobre la proliferación de programas de TV de tipo “Talent Show” con apellido “Kids” ¿Considera adecuado el objetivo de lanzar nuevas estrellas al mundo de la farándula a edades tempranas?
Sí, Jim Rohn era un gran provocador.
Yo creo que muchos de estos programas tienen una intención que no está centrada en el protagonista, sino en tener audiencia y que por tanto, muchas veces hay un trato no al sujeto y sí al objeto.
En la película “El show de Truman”, se pone de manifiesto muy bien este mecanismo que utilizan las grandes cadenas de televisión, muchas veces carentes de contenido, de promoción de la cultura verdadera o de los valores. En esta película la escena que más me llamó la atención fue la final, cuando se desvela que a ese pobre hombre lo han manipulado, lo han engañado y finalmente se libera. Hay dos personas que son vigilantes de una garita de seguridad o de un aparcamiento y cuando acaba el show de Truman dicen “Bueno, y ahora que echan en las otras cadenas”.
Aunque en mi caso, últimamente soy muy selectivo a la hora de ver programas de televisión, si hubiese un enfoque distinto, con la voluntad de hacer reflexionar a la audiencia sobre los valores que impulsan la transformación y el cultivo del talento, estaría muy bien.
Pero tengo a veces la sensación de que lo que les importa es generar impacto emocional, facturación y audiencia, más que un interés legítimo sobre una educación, una transformación personal y el desarrollo del talento.
En la carta ¿Humor Perro?, que el protagonista de “Alegría” escribe a su amigo, me ha recordado a Joan Manuel Serrat y cómo en el mexicano Palacio de las Bellas Artes, en un momento de su actuación recrimina jocosamente a un espectador que está grabando el concierto y le sugiere vivir la experiencia en directo ¿Hasta qué punto cree que la obsesión de no perdernos ningún detalle nos inhibe de vivir del momento con atención plena?
Esta situación, personalmente no la entiendo. Creo que estamos perdiendo el contacto con lo real y hay personas que son adictas a lo virtual y a lo diferido.
Por otro lado, seguramente hay más un interés en acumular, que no en vivir y experimentar.
No quiere decir eso que algunas personas tengan un interés real en disfrutar del contenido, estudiarlo, analizarlo. Pero creo que ese comportamiento se da más por compulsión que por convicción y a mí me entristece, porque quien hace eso, por ejemplo, en un concierto de Serrat, lo hará en otras muchas cosas de la vida y acumulará unos enormes ficheros digitales, que no sé hasta qué punto consultará, porque si se pasa la vida registrando, difícilmente tendrá tiempo de disfrutarlo.
Personalmente, cuando estoy en algo que me interesa, procuro estar presente y disfrutar de los sentidos que me brinda ese momento sin la intermediación de una pantalla.
Una pregunta obligada y tal vez recurrente. Álex, lo que en un principio se trataba de que dos amigos dieran rienda suelta a su vocación de escribir, les catapultó como fenómeno editorial sin precedentes. Estamos hablando de “La Buena Suerte” ¿De qué modo se sujeta el ego, para que, ante un éxito tan abrumador, a uno no se le suba a la cabeza? Por otra parte, ¿Hay algún motivo por el cual Fernando Trías y usted no hayan vuelto a co-crear literariamente hablando?
A mí me ayudó muchísimo el psicoanálisis, la verdad. El poder hablar de lo que estaba pasando, tanto lo que me impactaba para bien como para mal. Ponerle palabras, tomar distancia, de alguna manera relajar al personaje.
En mi caso, aunque sigo teniendo un trabajo que supone una cierta proyección, llegó un momento en el que decidí retirarme de los grandes medios de comunicación como colaborador habitual o dando respuesta a la mucha cantidad de demandas que tenía.
Evidentemente atiendo a los medios, ahora que después de cinco años hemos sacado este nuevo libro “Alegría”, pero decidí retirarme a mi mundo, a mi familia y estar para servir cuando tengo que hacer una intervención pública del formato que sea.
El éxito es una trituradora, una picadora de carne y la inercia que genera el éxito te puede arrastrar completamente. A mí me salvó tomar distancia y no dejar realimentar la llama por los cantos de sirena que venían de fuera. En definitiva, es lo que fue y estoy contento de como fue llevado y donde estoy ahora.
Respecto a la otra pregunta, actualmente con Fernando estamos trabajando en varios proyectos. Cuando tuvimos el gran éxito de “La Buena Suerte”, las editoriales nos invitaron a sacar una segunda parte. No obstante, aunque nos hacían ofertas económicas muy cuantiosas, decidimos no hacerlo porque en ese momento sentíamos que no tocaba.
A Fernando le interesó mucho explorar el territorio de la novela, de la ficción y así lo hizo, mientras que a mi me apeteció entrar más en lo que es el vínculo entre la psicología y la economía y dedicarme a ello profesionalmente, dejando la consultoría de innovación y marketing que tenía en aquel momento.
En paralelo, hemos seguido manteniendo nuestra amistad y nos solemos juntar de vez en cuando para comer. La verdad es que hace dos años retomamos algunas ideas que estamos trabajando y que verán la luz a medio plazo.
En “La brújula Interior”, su primer libro, confesaba que fue resultado de un proceso de auto terapia. Para uno de sus autores predilectos, José Luis Sampedro, la escritura era una necesidad vital y no concebía un día sin pensar en ideas literarias. Con el transcurrir de los años ¿Qué le mueve a escribir, aunque no se considere a sí mismo como escritor?
Para mí, la escritura no es una necesidad vital estructural, sino coyuntural. Puede haber un momento en el que de repente surja un impulso, una idea y de esa idea una reflexión escrita o aparece un desarrollo como en un impromptu.
En mi caso no necesito sentarme cada día a escribir. Incluso te diría que, con el paso de los años, me gusta mucho más observar, contemplar y estar presente.
Este impulso por escribir puede deberse a estímulos internos o externos. Puede ser porque, por ejemplo, un amigo como Francesc Miralles me comente, mira Álex ¿Qué te parece esta idea? O porque como en el caso de “Alegría”, me surja la idea al constatar que es una emoción vital, esencial y maravillosa que estamos perdiendo, pero no hay esa necesidad que podrán tener otras personas que se dedican a escribir.
Más de cerca
Si bien Francesc Miralles encuentra su particular oasis tocando el piano en el grupo musical Nikosia. En su caso, ¿Qué actividades suele realizar para oxigenarse, que le permitan disfrutar en sus momentos sabáticos?
A mí me gusta muchísimo el contacto con la naturaleza. Me gusta pasear por el campo, por el monte, por la playa. Estimular los sentidos del olfato y la vista a través del paseo y la contemplación es tremendamente gratificante.
Me gustan mucho los animales. Convivo con perros que en muchas ocasiones he rescatado de protectoras y observar su entrega, su lealtad, su afectividad. Sanarlos es sanarme también.
Ha habido momentos de mi vida en los que la práctica de artes marciales como el Tai Chi o el Chi Kung me han venido muy bien. Ahora lo hago en casa.
En definitiva, el ejercicio físico me ha venido muy bien, la natación también.
Pero te diría que ahora disfruto mucho paseando y de la lectura de buenos libros. En los últimos años y a raíz de experiencias vividas me he interesado mucho por la filosofía advaita.
Luego por supuesto, poder estar con mis afectos. Mis padres ya son mayores y no gozan precisamente de muy buena salud, por lo que me gusta estar el mayor tiempo con ellos. Me gusta dedicar tiempo a la gente a la que amo.
En su libro “La buena vida”, hace referencia a Mario Benedetti, y al poema “La gente que me gusta”, el cual alude a la gente que conoce la importancia de la alegría y a su vez la predica. A Álex ¿Cómo le gusta la gente? Y, sobre todo, ¿Abunda o escasea la gente que le gusta?
Yo creo que hay mucha más buena gente que busca hacer el bien, que mala gente que busca propiciar dolor. Hay muchísimas bellas personas según mi experiencia.
¿Qué valoro de una persona? Pues la sencillez, la humildad, la bondad, la benignidad, la clemencia, la generosidad, la escasez de crítica y juicio a terceros, la sobriedad en el pedir.
¿Qué evito? La gente dependiente, aduladora, pedigüeña, criticona, cínica.
Esos son básicamente los criterios.
La música es un recurso con efectos terapéuticos, que nos permite aliviar las penas o aumentar nuestra alegría. Usted, ¿Recurre a ella con asiduidad? ¿Qué estilo de música suele escuchar?
Pues mira, yo he sido muy melómano. Me gusta mucho la música. Además, estudié canto, piano, un poco de guitarra, Saxofón.
De vez en cuando toco el piano, sobre todo últimamente que mis hijos lo tocan y cuando les oigo me animo.
Me ha gustado mucho la música y muchos géneros y registros, pero a medida que pasa el tiempo sólo tiendo a escuchar a Bach. Me despierto cada día con el primer movimiento del ária de las variaciones Goldberg. No necesariamente tiene que ser la versión de Glenn Gould. Hay otras muchas versiones que me gustan como la de Anne Queffélec.
Resulta que escucho a Bach, y todo lo demás no me llega tanto. No sé decir por qué, pero Bach tiene algo que a medida que me acerco a los 50, no encuentro nada como Bach.
Álex, su definición de un buen libro hare referencia a sabiduría y vida, abriendo una ventana al intelecto y al corazón ¿Podría recomendarnos alguno de los últimos libros que ha tenido ocasión de leer?
Bueno, los libros que estoy leyendo recientemente no sé si van a gustar mucho al público, porque la temática que abordan es singular. Está centrada en el advaita.
Pero por ejemplo he disfrutado mucho un libro que se titula “Lo que es” de Tony Parsons, me parece de una lucidez abrumadora y a la vez de una sencillez que aprecio muchísimo.
Como no hay dos sin tres, el cine no solamente en un recurso para el entretenimiento, sino que puede ser un medio para hacernos mejores personas. En su caso ¿Qué película recuerda que le ha influido de forma positiva?
Me gusta mucho el cine y veo mucho cine. Por ejemplo, el año pasado que hice 24 vuelos intercontinentales, de entre 12 y 14 horas de duración, tuve tiempo para ver una o dos películas por vuelo.
Soy bastante selectivo. Me gusta mucho el cine de autor y en casa a través de las plataformas digitales utilizamos el aparato de televisión básicamente para ver películas y documentales.
Más que influenciarme, me impactó mucho “La gran Belleza”, ganadora hace unos años de un Oscar a la mejor película extranjera. Y en su momento, me gustó mucho “Dersu Uzala”.
|