Millones de personas en la actualidad se llaman cristianas, pero pocos piensan sobre qué significa la Resurrección. Jesús de Nazaret hace 2000 años dijo: “Mi Reino no es de este mundo”. (Juan 18, 36). Y continuó diciendo: “En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo hubiera dicho”. (Juan 14,2). Entonces ¿por qué tantas personas que se autodenominan cristianas no se comportan en vida, de modo que al fallecer puedan recorrer el camino hacia las moradas celestiales?, ¿quizás porque existe la creencia generaliza de que la absolución del cura es el pasaporte directo al cielo?, ¿tal vez porque san Pablo dijo: con la sola fe basta? Lo cierto es que la fe activa, es decir la fe que es realizada en la vida diaria según los Diez Mandamientos de Moisés y el Sermón de la Montaña de Jesús, es la que nos conduce a través del esfuerzo diario a las cercanías de Dios. Si la sola fe bastase ¿por qué dijo entonces Jesús: Volveos perfectos como perfecto es vuestro Padre en el Cielo?
Las palabras de Jesús de Nazaret una y otra vez indicaban que nuestra alma vive eternamente, y que según lo que ella misma ha introducido en la ley de siembra y cosecha, conformará y determinará el lugar dónde se encontrará en el Más allá. Cristo desea resucitar en nosotros, pero Su fuerza sólo puede incrementarse y sernos de ayuda si nos esforzamos en vivir según los Mandamientos de Dios y Sus enseñanzas, para que como Sus hijos puros podamos regresar a las moradas que Dios nuestro Padre eterno tiene preparadas para nosotros, a Su Reino que no es de este mundo. Eso es el verdadero cristianismo.
Jesús de Nazaret dijo: “Aún tengo muchas cosas tengo que deciros, pero ahora no podríais entenderlas. Cuando venga aquel, el Espíritu de la Verdad, Él os guiará a toda la verdad”. (Juan 16,12) Esta promesa se está cumpliendo desde hace más de 40 años, porque el Cristo de Dios resucitado ha tomado a una persona y la ha instruido para ser Su mensajera y profeta. A través de ella, Gabriele, el Espíritu del Cristo de Dios ha traído al mundo toda la verdad del Infinito a través de miles de manifestaciones de Dios y horas de enseñanza. Actualmente a través de personas que cumplen cada vez más Su voluntad ha surgido una obra mundial, la obra del Cristo de Dios resucitado, Vida Universal. Así que podemos decir que el Cristo de Dios resucitado ha venido a la humanidad de hoy en día. “Quien tenga oídos que oiga. Quien lo pueda captar que lo capte” (Mt 11, 15) Estas palabras de Jesús de Nazaret también son válidas en la actualidad.
¿Y especialmente en Semana Santa quien no se ha preguntado por el sentido de la vida de Jesús de Nazaret, de su crucifixión y resurrección? En un extracto de la grandiosa Manifestación de Cristo Esta es Mi Palabra Él mismo explica el acontecimiento de Su ejecución. Y dice literalmente: “Todo esto lo soporté para que la Redención pudiera venir a todas las almas y hombres –a los lugares de purificación y a este mundo–. Las tinieblas calumniaron a Mi cuerpo físico, se burlaron de él y lo mataron, pero lo que con eso querían conseguir no lo consiguieron, es decir separarme de Dios haciéndome dudar de Él. Yo permanecí en Mi Padre, y el Padre permaneció en Mí. De este modo glorifiqué al Padre en Mí. Y así vino a este mundo la gloria del Padre como luz de la Redención a través de Mí, el Cristo. Y nadie puede apagar esta luz del mundo“. (Cap 82, 17-19)
Este don, la Luz redentora, es la Luz de Cristo en nuestro interior, y desde entonces sirve de apoyo para todas las almas y seres humanos. Su Luz redentora en cada alma y hombre es la seguridad para el camino de regreso a la casa del Padre. Por ello Jesús, el Cristo, nos enseñó a las personas que Él es el Camino, la Verdad y la Vida y que no hay camino que vaya al Padre eterno que no vaya a través de Él. Cristo es por tanto el sustento en el alma y con ello el camino hacia una vida feliz, plena y llena de satisfacciones.
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