Atender a las tertulias ya sea en radio o televisión, leer los diarios, todo ello de variadas tendencias, permite darse cuenta de cómo un mismo hecho, una misma actuación policial o cualquier acontecimiento puede ser visto, aún sin ser manipulado de formas muy distintas, según las personas que los interpreten. Si entramos en las tendencias políticas entonces la manipulación puede ser de tal calibre que parecieran hechos totalmente distintos, como por ejemplo lo sucedido en nuestra historia más o menos reciente. No hay mejor ciego que el que no quiere ver, ni sordo que no quiera oír y por supuesto ignorante que no quiera aprender. Si a esto sumamos la tremenda degradación en la enseñanza tenemos uno rebaño de varias generaciones a las que se puede engañar fácilmente a base de bulos y falsedades que a fuerza de repetirlos, intentan convertirlas en verdades, aún sabiendo algunos de los líderes las maniobras que están llevando a cabo.
Este mal es generalizado a nivel nacional, sin embargo en ciertas comunidades autónomas se ha exacerbado en demasía, llegando a “la pasión de catalanes” que estamos sufriendo en la actualidad. En temas de salud, la medicina preventiva es fundamental para evitar males mayores y cuando se anda con ambigüedades el mal se agranda e incluso puede cronificarse. Esto es lo que está pasando en Cataluña. ¿Culpables? Todos, unos por acción y otros por omisión. Rajoy, al que muchos lo demonizan, no es más que el cabeza visible actual de un gobierno formado por una serie de personas, incluida la oposición, que intentan o al menos así debería ser, lo mejor para todos. En este punto habría mucho que decir, tanto que sería causa de otro artículo. Pero no. No están ocurriendo así las cosas. No se puede subir y bajar al mismo tiempo, ni ponerse de lado y mirar para otro sitio, ni instalarse en el no permanente sin argumentos ni proposiciones positivas para solucionar los problemas, solo con la intención de alcanzar la silla del poder. Con esta falta de raciocinio difícilmente se pueden poner de acuerdo para sacar adelante el círculo vicioso en el que estamos sumidos. El gobierno está para aplicar la ley y hacerla cumplir a todos por igual y en su totalidad, no a cachos, como está haciendo según a quién le toca, y la oposición debe apoyar en este punto sin fisuras ni condicionamientos.
Está muy bien el ser un país de acogida pero todo el que venga debe respetar nuestras leyes, costumbres y adaptarse a nuestra sociedad, no al revés, como están haciendo de forma grosera, desconsiderada e impertinente en los sitios que tienen poder la “left new” considerada por ellos mismos como progresista, queriendo cambiar todo lo nuestro. Esta pléyade de gobernantes en uso y los que esperan turno, no se dan cuenta que el administrar bienes, ya sean económicos o culturales, deben hacerlo en pos de todos, no solo para los que tiene el mismo sentir político que ellos. Es triste contemplar como nuestra sociedad se ha degradado a límites insospechados, como la corrupción a todos los niveles, económicos, religiosos, morales y en todos los estamentos, desde ayuntamientos hasta judicaturas, invaden la geografía española, que vista con ojos maduros causa pavor y con ojos jóvenes, debido a su falta de conocimiento de la historia, inconscientemente, pues ignoran la desmedida repercusión negativa que no a muy largo plazo puede desencadenar.
La juventud de los años 50, 60, 70 son los que se enfrentaron a lo incorrectamente establecido, levantado con su esfuerzo, trabajo, constancia y alegría la sociedad en la que estos jóvenes han nacido y quizás por una mala creencia de no hacerles pasar por lo que ellos pasaron, aplicaron una educación equivocada, permitiendo laxitudes de conciencia y de trabajo tan exageradas que con esos polvos se ha construido este lodazal social infecto en el que estamos inmersos. Son tantas las cosas que se deberían cambiar y tan pocas ganas de hacer nada por parte de los legisladores que desgraciadamente considero que se resuelvan las cosas y llegue a ser una utopía, al menos a corto plazo.
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