Tarde o temprano tenía que ocurrir; presentíamos que el tema del señor Jordi Pujol no estaba liquidado y que todo lo que se les ha venido achacando por la fiscalía, tanto a él como a su familia, respecto a hechos de carácter presuntamente delictivo que, por extraño que pudiera parecer, no se han limitado a uno o dos miembros de su prolija familia, sino que las acusaciones de corrupción y aprovechamiento de su ventajosa posición política y de la adoración que la figura de este señor infundía en el engañado pueblo catalán, a todas luces injustificada, sólo estaba basada, al menos para una parte del mismo, en su obcecación por librarse de lo que siempre han calificado de “opresión” de España sobre ellos y, en esta supuesta superioridad ( en esto se asemejan a los vascos) que siempre han tenido con respecto a los españoles del resto de las autonomías. Y es que, don Jordi, no sólo ha sabido engañar, con su apariencia de sesudo y sabio dirigente político con maneras de estadista, sino que ha pretendido dar la sensación de gran patriarca que acoge bajo su “brazo protector” a toda su progenie que, en su caso, aparte de a todos sus descendientes naturales ha comprendido a toda una casta de políticos de derechas que, por su especial animadversión hacia todo lo que les ha venido de Madrid, han estado dispuestos a sostener una lucha solapada y artera en la que, sin darse cuenta, han tenido que aliarse con las izquierdas (ERC) para que la causa independentista tuviera la fuerza en la calle que, esta derecha de tipo local y burguesa de las clases altas catalanas, incapaces de pisar la calle para reivindicar lo que intentaban conseguir, tuviera a un pueblo embaucado, completamente convencido de que el verdadero enemigo de los catalanes estaba en el resto de los españoles y no en aquellos que, para enriquecerse a sus expensas empleándolos en sus empresas, industrias y comercios, utilizando durante años a aquellos que, tanto en los campos como en las grandes ciudades catalanas, estuvieron trabajando para que sus sociedades fueran prosperando, aprovechándose de la coyuntura favorable que les proporcionó la neutralidad de España durante los años de las dos guerras mundiales que asolaron el continente europeo, durante la primera parte del siglo XX.
Como casta dominante, han estado dirigiendo desde los años de la postguerra civil española, la vida de todos los trabajadores catalanes y de aquellos que vinieron de fuera, empujados por la miseria de algunas de las regiones menos favorecidas por la naturaleza, en busca de conseguir el pedazo de pan que se les negaba en sus lugares de origen. Estos nuevos catalanes han estado mamando del resto de trabajadores oriundos, tanto en los pueblos agrícolas como en los centros industriales, lo que desde lo caciques, predicadores, agitadores y fanáticos del soberanismo, así como los directivos, dueños de negocios, y propietarios, se les ha ido trasmitiendo a los trabajadores con la idea de crear la idea, absolutamente falsa, de que el resto de los españoles está viviendo gracias al trabajo de los catalanes y que, el Estado español es el que, con sus tributos y su baja financiación autonómica, ha condenado a Cataluña a ser la esclava del resto de los españoles que, evidentemente, para estos manipuladores de la verdad y expertos en la conducción de masas, son personas que no trabajan, no estudian, no son inteligentes y son una pandilla de vividores que se han acostumbrado a medrar a costa del trabajo y sacrificio de los sufridos catalanes que, “inocentemente” se han dejado robar y explotar por el resto de la ciudadanía del resto de la nación. Comenzando por el señor Mas, un mero figurón a las órdenes del “muy honorable” señor Pujol, y siguiendo por todos los que han participado en esta inmensa farsa del soberanismo catalán, incluido el último eslabón de esta cadena de intrigantes hasta que llegó Carles Puigdemont, uno más de los que fingieron no querer ocupar, indefinidamente, el cargo de presidente de la Generalitat para, al cabo de sólo unos pocos meses, agarrarse a él con uñas y dientes, después de haber demostrado su cobardía huyendo de sus responsabilidades ante la Justicia para refugiarse en el extranjero desde donde, con toda la cara dura de la que es capaz, se ha dedicado a mentir, engañar, amenazar, falsear y presentarse como un señor al que se le ha castigado por sus ideas y no por los delitos cometidos contra el Estado español.
Quienes manejan los hilos de toda esta farsa separatista, piensan que se encuentran ante un Estado español fallido, donde el Gobierno del PP se encuentra en minoría, con un Parlamento en el que no dispone de la posibilidad de sacar adelante las leyes que podría dictar a causa de que la mayoría ostentada por la oposición, y que, el apoyo que los partidos a los que se les tiene por constitucionalistas, que le han venido otorgando al PP para que pudiera poner en marcha el 155 y que tanto les molesta a los independentistas puede que, a medida que transcurra esta legislatura, la pretensión del PSOE de desgastar al ejecutivo de Rajoy, sea una baza a su favor si ello impulsa a P.Sánchez a inclinarse hacia Podemos, los comunistas bolivarianos que, como ya han demostrado, estarían dispuestos a pactar con Lucifer si, con ello, se les presentaba la posibilidad de gobernar en España o lo que quedara de ella.
Y aquí señores entra de nuevo esta figura desgastada, humillada, desacreditada, demodé a la que todos ya dábamos por amortizada, del señor Jordi Pujol, un personaje que desde que se vio obligado a dimitir a causa de sus problemas con la Justicia, parecía desparecido no sólo del mapa político catalán sino también desde el aspecto personal como ciudadano del país. No obstante, va pasando el tiempo desde que en julio de 1914 se vio obligado a dimitir con todos los pronunciamientos en contra, de forma humillante y como se suele decir, con el rabo entre las piernas y, vean ustedes como parece que el proceso que la Justicia le abrió para pedirle cuentas de los delitos que él mismo, en un gesto que no se ha sabido lo que pretendía con él, admitió haber defraudado a Hacienda. Ya se sabe que en España los procesos son interminables pero, al contrario de lo que está sucediendo con el caso Gurtel, que afecta al PP y que no pasa día sin que todos los partidos de la oposición no hagan hincapié en él, para que nadie se olvide del presunto delito de financiación ilegal del PP; por el contrario, tanto en el caso de los ERES de Andalucía, con la imputación de Arguiñan y Chaves, los dos presidentes andaluces, como en lo que hace referencia al proceso al señor Pujol, parece que nadie se preocupa de ellos, como si hubiera unos delitos que fueran más graves porque los ha cometido presuntamente la derecha y otros que, para la ciudadanía en general, fueran más leves por haber sido cometidos por la izquierda o los separatistas.
Y nos referimos a este personaje, en otros tiempos tan mediático, porque precisamente hay una noticia que aparece en la prensa, y concretamente en el periódico catalán, La Vanguardia, en la que se relata un hecho que, al menos para muchos de nosotros, nos parece a todas luces improcedente, inoportuno y que da una sensación de que, en España, para según qué personas, no se sabe bien por qué clase de motivos, existe una cierta permisividad en la forma de juzgar sus actos y responsabilidades cuando, como ha sucedido en Madrid, en el caso de políticos que han dado con sus huesos en la cárcel por una supuesta corrupción, sin apenas darles tiempo para cambiarse y otros, como es el caso de este presuntuoso presidente, mejor dicho, expresidente de la Generalitat catalana que sigue, tan ricamente, en su domicilio particular, teniendo libertad para salir de él y, por lo visto, para asistir en plan de personaje importante “agraviado” con el que se “ha cometido una gran injusticia” mientras pesan sobre él cargos de suma importancia, tratándose como se trata, de una persona de tanta responsabilidad que, presuntamente, cometió graves irregularidades en el ejercicio de su función pública y, además, permitió que sus familiares se lucraran de pertenecer a la familia del presidente, obteniendo gabelas que los han convertido en multimillonarios.
Sentimos una verdadera vergüenza ajena y desconfianza en la aplicación de la Justicia, cuando vemos como se ha producido un acto, con asistencia masiva de personas, en el que el protagonista, como sucedía antaño, es el mismo Jordi Pujol, acompañado, como no, de su esposa Marta Ferrusola ( una de las que también tuvo ocasión de beneficiarse del cargo de su marido cuando se le otorgaron diversos contratos de jardinería que, evidentemente, obtuvo gracias a ser la esposa del señor President de la Generalitat) y varios de sus hijo: Oleguer, Pere, Josep y Mireia, todos relacionados más o menos directamente con diversos expedientes punitivos relacionados con sus respectivas actividades y fortunas. Como era de esperar, no faltaron al acto, excepto el caso de Mas que excusó su asistencia por motivos de agenda, Rigol, Nuria de Gispert, Xavier Trias, Juan Ortega, Carles Vilarrubí etc.; todos ellos destacados defensores del soberanismo catalán, que no han desaprovechado la ocasión de despreciar a la justicia española acudiendo a un acto de presunto desagravio por lo que, según ellos, no es más que un acto de venganza de la Justicia española contra la familia Pujol por ser la que ha encabezado la rebelión soberanista en Cataluña.
Y es que es obvio que no hay peor ciego que el que no quiere ver y, en este caso concreto, todos estos separatistas de fanatismo demostrado, muchos de ellos verdaderos mecenas de la causa, no quieren ver la faceta de enriquecimiento de la familia Pujol por medios que no parece que se haya demostrado que sean legítimos, ni la corrupción bastante evidente cometida por la familia Pujol, con fortuna en diversos países de América, como parece que se ha descubierto un gran emporio hotelero, creemos que en algún lugar de la costa mexicana. Todo se le perdona, incluso que presuntamente estafara a los contribuyentes catalanes beneficiándose personalmente de sus impuestos, simplemente porque, para todos ellos, esto es un hecho sin importancia ( vayan ustedes a saber si alguno de todos ellos no ha cometido también alguna clase de falta de semejante naturaleza) que se le puede perdonar a don Jordi precisamente por haber sido él el paladín de la causa catalana y del intento, que trasmitió a sus sucesores, de pretender poner la primera piedra de la sublevación de la autonomía, presunto estado soberano, en forma de República Independiente de Cataluña, de la nación Española.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que no existe una verdadera aplicación ecuánime de la Justicia cuando, a un señor como Oriol Junqueras, al que se le pueden atribuir todas los delitos, graves en muchas ocasiones, respecto al intento de sublevarse en contra de la nación española, pero que está ingresado en una prisión, dando muestras de ser un señor que acepta sus responsabilidades con la entereza que se le exige a un líder político y, por el contrario, aquí tenemos a Pujol, como si nada pasase, sin que se meta ningún periódico con él y que, por si fuera poco, no sólo no ha ingresado, como debiera, en prisión sino que, para general vergüenza, se permite recibir homenajes por parte de aquellos a los que les importa un bledo que se aprovechase, presuntamente, de su cargo para enriquecer a su familia.
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