El 14 de junio por la mañana se producirá un encuentro histórico entre los líderes de Rusia y Paraguay, cuando dialoguen en el Kremlim Vladimir Putin y Mario Abdo Benítez, antes de participar junto a otros jefes de estado de la inauguración del Mundial de Fútbol.
El jefe de estado ruso fue uno de los primeros en saludar la victoria de Abdo Benítez, el pasado 22 de abril, subrayando en una cálida misiva el carácter amistoso y constructivo que hoy tienen las relaciones entre su país y Paraguay.
Putin también afirmó estar confiado en que con esfuerzos mancomunados estas relaciones se desarrollarán en el futuro en todas las esferas. El presidente electo de Paraguay manifestó en su cuenta oficial de Twitter su satisfacción por el mensaje recibido, transmitido por el embajador ruso en Paraguay, Nikolay Tavdumadze.
Rusia hizo saber que tiene la agenda abierta para avanzar en temas varios, incluyendo la industria de ingeniería metal mecánica.
Los avances en estas relaciones han sido ininterrumpidos desde que fueron desapareciendo las fronteras ideológicas que imperaron durante la guerra fría.
Desde la Segunda Guerra Mundial el Paraguay se había encontrado bajo fuerte presión de Estados Unidos, que introdujo doctrinas militares que permearon al poder político. La primera de ellas, la de “Seguridad Hemisférica” fue una herramienta para alejar de las potencias del Eje Roma-Berlín- Tokio, a los países sudamericanos.
Durante la subsecuente Guerra Fría, esta idea impuesta fue seguida por la llamada “Doctrina de la Seguridad Nacional”, que hablaba de enemigos internos y contra insurrección, algo que derivaría en una sociedad contaminada por el fascismo preventivo y por la militarización del poder político.
Tras la guerra, los intereses norteamericanos siguieron siendo predominantes en la agenda paraguaya por una serie de factores, aunque no siempre coincidieran con los paraguayos.
Para mantener su influencia, Estados Unidos apeló a la utilización de ONG promovidas por USAID y otros entes, cooptando a presuntos notables de la sociedad paraguaya, y buscando tener el control de su opinión pública dirigiendo en los grandes temas internacionales sus principales medios de comunicación.
La visita de Abdo Benítez a Putin es un signo evidente de que una nueva etapa se abre para el Paraguay, y se acerca el final de una etapa donde el pensamiento único coartó un auténtico pluralismo de su sociedad.
Por más que las banderas falsas agitadas a los cuatro vientos digan lo contrario.
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