Si no se disfruta del camino, ¿para qué sirve llegar a la meta?
Hace unos días recibí este comentario como contestación a uno de mis artículos, en el que me quejaba de los agobios y la vida en general. Como en tantas otras ocasiones me hizo pararme y pensar.
Estamos acostumbrados a las prisas. Por lo menos yo. Dar fin rápidamente a aquél trabajo o idea que estamos desarrollando y ver que nos surge como nuevo propósito.
Quizás los pertenecientes al “segmento de plata” tenemos más urgencia para terminar los proyectos, porque tenemos menos espacio temporal para cumplir nuestro objetivo. Pero esa ansiedad por acabar pronto, nos priva del placentero disfrute de las experiencias vividas a lo largo de su desarrollo.
Nunca es tarde para cambiar de actitud. Las impaciencias y los agobios son malos consejeros. No debemos permitir que la velocidad con que cambia el mundo nos arrastre. Hay que dar tiempo al tiempo. Así que, “queridos niños”, disfrutemos del camino.
Nota. Por cierto he pasado los cuatro exámenes y no he “palmado” en el esfuerzo. Veremos las notas.
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