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Almudena Negro

Diferencias entre socialismo e intervencionismo

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Me llegaba esta semana una carta de una lectora escandalizada por mi último artículo, en el que arremetía contra los socialistas, disfrazados ahora de ecologistas. El escrito repite una a una las consignas tan extendidas por el pensamiento único, que llevan a los ingenuos a diferenciar entre “socialismo” y “comunismo”. Diferencias inexistentes. Karl Marx no habló jamás de comunismo. Habló de socialismo. Por cierto, Hitler también hablaba de socialismo y se consideraba a sí mismo como el mayor realizador en la práctica del socialismo real.

La diferencia se puede establecer, sin embargo, entre el socialismo y el intervencionismo, que es lo que se da en Suecia, Noruega y Dinamarca. El socialismo, como bien decía Ludwig von Mises en su libro “Gobierno omnipotente”, es incompatible con la democracia y la libertad de mercado, puesto que pretende el control de los medios de producción, no dejando resquicio alguno a la propiedad privada, base de la libertad y uno de los pilares de las democracias liberales.

En el caso de Suecia, Francia, España, Alemania y otros países, Estados Unidos incluido -porque USA también practica políticas intervencionistas-, lo que se da es una suerte de intervencionismo de mayor o menor intensidad que, sin embargo, deja libertad al mercado para desarrollarse naturalmente sin la intervención del Estado. El que haya un nivel mayor o menor de impuestos y de “redistribución de la riqueza” no afecta al sistema capitalista de mercado de los países nórdicos. El intervencionismo supone una especie de limitación a la propiedad privada mientras que el socialismo –o comunismo- supone la desaparición de la misma. Por cierto, que intervencionistas los hay, si es que aún se puede hablar de esa diferenciación, de derechas y de izquierdas.

En Suecia podrán ustedes montar la empresa que deseen. Eso sí, prepárense a pagar impuestos leoninos en nombre de la “justicia social”. Esto es el intervencionismo: Papá Estado que se erige en Robin Hood y pretende robar al rico para darle al pobre; aunque en la realidad lo que consigue es robar a la clase media para que la clase política se lo gaste en sus caprichos. Y como las consecuencias del intervencionismo han sido desastrosas se está imponiendo lentamente una marcha atrás incluso en los países nórdicos. Se han dado cuenta que a mayor libertad de mercado mayor prosperidad.

Empero, en Cuba lo que hay es socialismo. Los medios de producción se encuentran todos en manos del Estado. La propiedad privada es prácticamente inexistente. Las políticas de Hugo Chávez o las nacionalizaciones anunciadas por Evo Morales van exactamente en el mismo sentido. Hablar de democracia o libertad de mercado en Sudamérica es una ilusión.

Recurren en numerosas ocasiones los defensores del pensamiento único a la excusa del embargo norteamericano a Cuba para atacar el liberalismo. Pero este embargo sólo afecta a las relaciones comerciales entre Estados Unidos y la isla. ¿Acaso no pueden ustedes comprar puros "Habanos" en los estancos? El primer interesado en que el embargo no desaparezca es el dictador cubano, ya que perdería una gran excusa para culpar al capitalismo por la miseria que él mismo y su sistema criminal y socialista han originado en Cuba. Comparto yo en este punto la teoría de quienes defienden la derogación de la Ley Helms-Burton.

Siendo pues el socialismo incompatible con la democracia y la libertad de mercado, otra de las grandes mentiras, por definición, es la socialdemocracia. Si hay socialismo no hay democracia. Los partidos socialdemócratas europeos en realidad son intervencionistas. Felipe Gónzalez, después de unos comienzos típicamente socialistas –véase la expropiación de Rumasa-, acabó aplicando políticas intervencionistas de mercado. La consecuencia de estas políticas intervencionistas fue una tasa de paro que superaba el 20%, la devaluación de la peseta y la quiebra técnica del sistema del bienestar -ese otro mito-.

¿Qué pretenden los ecologistas vendiéndonos las mentiras del calentamiento global, tan carentes de rigor científico? Simplemente lo que siempre han pretendido los socialistas de todos los países: acabar con la libertad de mercado o capitalismo e imponernos la tan cacareada "democracia socialista". Y los bobos solemnes, como ya dije, se lo creen y les siguen el juego.

Diferencias entre socialismo e intervencionismo

Almudena Negro
Almudena Negro
viernes, 30 de diciembre de 2005, 00:01 h (CET)
Me llegaba esta semana una carta de una lectora escandalizada por mi último artículo, en el que arremetía contra los socialistas, disfrazados ahora de ecologistas. El escrito repite una a una las consignas tan extendidas por el pensamiento único, que llevan a los ingenuos a diferenciar entre “socialismo” y “comunismo”. Diferencias inexistentes. Karl Marx no habló jamás de comunismo. Habló de socialismo. Por cierto, Hitler también hablaba de socialismo y se consideraba a sí mismo como el mayor realizador en la práctica del socialismo real.

La diferencia se puede establecer, sin embargo, entre el socialismo y el intervencionismo, que es lo que se da en Suecia, Noruega y Dinamarca. El socialismo, como bien decía Ludwig von Mises en su libro “Gobierno omnipotente”, es incompatible con la democracia y la libertad de mercado, puesto que pretende el control de los medios de producción, no dejando resquicio alguno a la propiedad privada, base de la libertad y uno de los pilares de las democracias liberales.

En el caso de Suecia, Francia, España, Alemania y otros países, Estados Unidos incluido -porque USA también practica políticas intervencionistas-, lo que se da es una suerte de intervencionismo de mayor o menor intensidad que, sin embargo, deja libertad al mercado para desarrollarse naturalmente sin la intervención del Estado. El que haya un nivel mayor o menor de impuestos y de “redistribución de la riqueza” no afecta al sistema capitalista de mercado de los países nórdicos. El intervencionismo supone una especie de limitación a la propiedad privada mientras que el socialismo –o comunismo- supone la desaparición de la misma. Por cierto, que intervencionistas los hay, si es que aún se puede hablar de esa diferenciación, de derechas y de izquierdas.

En Suecia podrán ustedes montar la empresa que deseen. Eso sí, prepárense a pagar impuestos leoninos en nombre de la “justicia social”. Esto es el intervencionismo: Papá Estado que se erige en Robin Hood y pretende robar al rico para darle al pobre; aunque en la realidad lo que consigue es robar a la clase media para que la clase política se lo gaste en sus caprichos. Y como las consecuencias del intervencionismo han sido desastrosas se está imponiendo lentamente una marcha atrás incluso en los países nórdicos. Se han dado cuenta que a mayor libertad de mercado mayor prosperidad.

Empero, en Cuba lo que hay es socialismo. Los medios de producción se encuentran todos en manos del Estado. La propiedad privada es prácticamente inexistente. Las políticas de Hugo Chávez o las nacionalizaciones anunciadas por Evo Morales van exactamente en el mismo sentido. Hablar de democracia o libertad de mercado en Sudamérica es una ilusión.

Recurren en numerosas ocasiones los defensores del pensamiento único a la excusa del embargo norteamericano a Cuba para atacar el liberalismo. Pero este embargo sólo afecta a las relaciones comerciales entre Estados Unidos y la isla. ¿Acaso no pueden ustedes comprar puros "Habanos" en los estancos? El primer interesado en que el embargo no desaparezca es el dictador cubano, ya que perdería una gran excusa para culpar al capitalismo por la miseria que él mismo y su sistema criminal y socialista han originado en Cuba. Comparto yo en este punto la teoría de quienes defienden la derogación de la Ley Helms-Burton.

Siendo pues el socialismo incompatible con la democracia y la libertad de mercado, otra de las grandes mentiras, por definición, es la socialdemocracia. Si hay socialismo no hay democracia. Los partidos socialdemócratas europeos en realidad son intervencionistas. Felipe Gónzalez, después de unos comienzos típicamente socialistas –véase la expropiación de Rumasa-, acabó aplicando políticas intervencionistas de mercado. La consecuencia de estas políticas intervencionistas fue una tasa de paro que superaba el 20%, la devaluación de la peseta y la quiebra técnica del sistema del bienestar -ese otro mito-.

¿Qué pretenden los ecologistas vendiéndonos las mentiras del calentamiento global, tan carentes de rigor científico? Simplemente lo que siempre han pretendido los socialistas de todos los países: acabar con la libertad de mercado o capitalismo e imponernos la tan cacareada "democracia socialista". Y los bobos solemnes, como ya dije, se lo creen y les siguen el juego.

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