La sociedad, por norma general, suele tener ligada la figura de los directivos a seres fríos, manipuladores y calculadores que carecen de emociones y son incapaces de sentir ansiedad, temor o empatía con los miembros de su equipo de trabajo. Tras esa aparente seguridad en sí mismos, la confianza que transmiten y la firmeza que puede manifestar un alto mando se esconde una persona que se enfrenta cada día a situaciones muy complejas y con una gran responsabilidad. Es precisamente en él o en ella en quien recae la última palabra a la hora de tomar decisiones que afectarán al resto de personas que forman parte de la organización. Es totalmente comprensible que bajo estas circunstancias experimenten estrés y agobio y que, probablemente los demás no perciban o comprendan.
Porque, ¿quién no se ha sentido solo a nivel empresarial, de mando intermedio o directivo? Esa soledad que existe y tantas veces se ignora o desconoce, realmente supone un problema no solo para quien la sufre sino para el conjunto de trabajadores que configuran la empresa.
Por este motivo, propongo tres claves para combatir la soledad empresarial:
- Buscar foros y participar. Foros donde participen personas que ocupen tú mismo cargo dentro de la empresa o de rango similar con las que compartas entorno y te sientas identificado. El objetivo se centra en poder compartir ideas, opiniones, cuestiones diversas e incluso pedir consejo porque existe un nivel de comprensión y complicidad elevado.
- Humanizarse. La gente que te rodea tiene que darse cuenta de que tú también eres humano, tienes problemas y te afectan como a los demás y tu equipo debe saberlo. Tu máxima aspiración en la vida no es solo liderar y estar al mando de una empresa. Tienes que buscar un apoyo dentro del grupo.
- Involucra a tu equipo con el trabajo por objetivos y metas, no por tareas. Cuando todos os desplazáis en la misma dirección, con un mismo objetivo, no te sientes solo, sino que formas parte de un equipo. Cuando cada uno sigue su propio camino, se distancia y eso conduce a la soledad. Es prioritario compartir con el equipo y tratar de lograr con él los objetivos y metas marcados.
Tras una dura jornada laboral, cuando llegas a casa y no puedes comentar tus problemas porque tu entorno no te va a comprender o incluso por confidencialidad profesional, puede provocar un estado de soledad y malestar. Esta situación afecta a tu salud, a tu familia y a tu rendimiento laboral e incluso puede que llegues a perder las ganas de continuar trabajando en tu empresa actual porque esa soledad se acaba convirtiendo en un verdadero problema. Pon en práctica estas tres pautas y evita la soledad laboral antes de que aparezca.
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