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El porcentaje de personas que viven solas en España pasó del 1,9% en 1970 al 11,1% en 2024, lo que supone que se ha multiplicado por 8,2 veces en medio siglo. Además, ahora, 28% de los hogares son unipersonales, lo que aumenta con la edad y el género, pues hay más mujeres de 65 años o más en esa situación. Son algunos de los datos que recoge el último informe ‘La soledad en España’, elaborado por el Observatorio Demográfico CEU-CEFAS.
La soledad, para muchos, es una pesada carga. En casos extremos la soledad, en personas adultas, puede ser un riesgo grave para la salud. En cambio, para el escritor o el poeta es un estado esencial. En la soledad, los vocablos cobran vida y las historias encuentran su forma. Podríamos decir, entonces, que la soledad no es una mera necesidad logística, sino más bien es un reflejo de un proceso interno.
Dos de cada tres españolas se siente sola y no escuchada durante la menopausia, tal y como revela el último estudio de Domma, en el que han participado más de 13.000 mujeres. El dato coincide con las conclusiones de una reciente investigación de la British Menopause Society, que señala que el 67% de las mujeres siente que la sociedad no valora ni comprende adecuadamente los desafíos de la menopausia, la fase vital femenina más olvidada, estigmatizada e incomprendida.
España es y debe ser un país de acogida, pero de forma controlada y eficaz para poder ofrecer la tutela correspondiente, ya sea en familias de acogida o bien por las instituciones gubernamentales destinadas a tales fines. Mi pregunta es: ¿tenemos suficientes recursos destinados para ello? Porque dinero hay de sobra a razón de lo que se nos cuenta.
Según el Barómetro de la Soledad No Deseada en España 2024, elaborado por la ONCE y la Fundación AXA, el 20 % de los españoles sufre de soledad no deseada, y otro 30 % asegura haberla padecido en algún momento de su vida. Las cifras son preocupantes: el 13,5% de la población afirma sentir esta soledad de manera crónica, desde hace dos años o más. Los jóvenes son los más afectados por este problema. El aislamiento social produce que busquen alternativas en la compañía artificial.
Según un reciente estudio, 1 de cada 4 jóvenes españoles de entre 16 y 29 años se sienten solos, y este porcentaje aumenta hasta el 69% cuando se incluyen aquellos que han experimentado soledad en algún momento de sus vidas. Para abordar esta situación, la Fundación Affinity ha lanzado la tercera edición de su campaña #Inseparables, que tiene como objetivo dar a conocer cómo los animales de compañía pueden ser una fuente crucial de apoyo emocional para los más jóvenes.
En la era digital, la tecnología nos ofrece nuevas formas emocionantes de conexión, pero también plantea desafíos. La soledad y el aislamiento pueden aumentar si no equilibramos nuestra vida en línea y fuera de ella. Es crucial reconocer estos desafíos para fomentar relaciones significativas y satisfactorias.
Pasan los años, pasan los siglos, y continuamos en persistentes luchas, entre familias, pueblos y naciones. Tenemos que salir de esta esfera mundana, que no se mueve en favor de la vida del verbo y del verso, sino que permanece inmovilizada por la ceguera destructiva de la ramificación del mal. Nos domina la confusión.
Unos tres millones de personas mayores viven solas actualmente en España, un segmento de la población que se prevé que represente el 36% de los españoles en 2050. Del mismo modo, alrededor de 116.000 individuos requieren atención psicosocial al final de la vida. Así se ha puesto de manifiesto en el acto ‘Claves para el progreso social’, donde se ha presentado el estudio ‘Dinámica de la pobreza multidimensional en España y otros países europeos’.
Por desgracia, son muchas las personas que hoy día mueren en hospitales con poca presencia de su familia y sin un ambiente acogedor. Y eso es porque la muerte está proscrita en nuestra cultura. No me gustan esas colas de gente que va a ver a alguien cuando ha muerto, cuando podían haberlo visitado antes, mientras estaba enfermo.
Cuando la soledad se hace mayor va dibujando senderos llamados “diarios de los no aconteceres”. De vez en cuando se cruza en el camino una soledad, como todas, pero con ilusión. Esa soledad “saluda”, “pregunta”, “comenta”, “ríe”... nunca añora... sólo desea saludar.
El corto desde el entorno de la pandemia nos habla de la soledad de tercera edad, de las relaciones entre generaciones y del dolor y la angustia de una realidad que el COVID nos acercó demasiado. Dirigido por Paco Sepúlveda, un gran director y actor que lleva desde el año 2017 con grandes trabajos. El guión ha sido escrito por Isabel Genís que a su vez es una de las actrices.
Inquietud siempre y otros conmigo también. Lamento está situación y desearía escapar. Vine a inquietar y es que no vine, me mandaron. Y alrededor llega lo demás. Yo no lo decidí y quién lo hizo es ser de respetar porque lo haría de cualquier forma y ya está.
Locha a locha, euro a euro, peso a peso, bolívar a bolívar… pero no los tengo, sólo soledad, pena y horror, un amor que me llama sin control, amor que huele a muerte, a asesinato, mejor no responder entonces aunque el corazón reclame.
No todas las “soledades” al final del camino son iguales. La “soledad serena”, lleva consigo calma, ilusión, satisfacción. La “soledad lacrimosa”, arrastra abandono familiar, de amigos, de compañeros. La “soledad justiciera”, llena de egos, egoísmos y prepotencia desaparecidos. La “soledad vacía”, retrata, en silencio, el fracaso personal y familiar. La “soledad muda”, lectura del libro que recorre la vida y sus fracasos, sin hablar.
Se quedó en la calle, ese hombre, ahora pasa hambre.
Según Javier Senent, presidente de Cruz Roja Española “Existe una fractura social importante, con índices de paro significativos. Con los colectivos con los que trabajamos se da una incidencia que multiplica por dos y por tres los peores índices generales. Una de nuestras máximas preocupaciones es el problema de la fractura digital. Parece que damos por hecho que todo el mundo tiene conectividad y equipos informáticos y no es así.
Locha a locha, euro a euro, peso a peso, bolívar a bolívar… pero no los tengo, sólo soledad.
Ramón conocía de la muerte. La malicia invadió su mente. Esa noche la luna iluminó y rememorando, a su hermano menor Erick, cuando lo agarraron a patadas y trompadas lo subieron a un vehículo automotor, nunca le volvió a ver. Eso le amargaba su mente.
Me ha llamado por teléfono Eugenio, dice que me quiere y que me iré con él, pero tiene madre ¿qué vamos hacer?, señora para cuidar no la deseo, lo bueno en malo se puede convertir y entonces... no sé que hacer, sigue tu camino en solitario.
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